Olivia de Havilland

Olivia Mary de Havilland nació en Tokio, Japón, el día 1 de julio de 1916, siendo la primera hija de Walter de Havilland, británico, y abogado de profesión, que ejercía en Japón, y de Lillian Augusta Ruse, actriz conocida por el nombre de Lillian Fontaine y también británica.

Tras la separación de sus padres, ocurrida cuando tenía dos años, se trasladó con su madre y su hermana Joan, de un año (la futura actriz Joan Fontaine, inolvidable protagonista de “Rebeca”, de Hitchcock), a Saratoga, California, en los Estados Unidos.

Cursó sus primeros estudios en las escuelas Los Gatos High School, y en la Notre Dame Convent Roman Catholic girls school, en Belmont, California.

Realizando sus estudios superiores, comenzó a participar en pequeñas producciones teatrales de la universidad. Y fue en una de esas representaciones, actuando concretamente en “El sueño de una noche de verano”, de William Shakespeare, interpretando a Hermia, cuando Max Reinhardt, famoso productor y director de teatro se fijó en ella.

Reinhardt la introdujo en el teatro profesional, debutando con la misma obra, en el Hollywood Bowl. Un tiempo más tarde, en 1935, decidió trasladar la obra del autor inglés al cine, contando con Olivia para el papel que había interpretado en el teatro. Introducida ya en el mundillo cinematográfico (ese mismo año había rodado dos películas para la Warner), esta la reunió con actores como James Cagney, Dick Powell, y Mickey Rooney. El film, dirigido por Reinhardt, aunque ayudado por William Dieterle (al que se le atribuye la total autoría del film en la mayoría de las filmografías), obtuvo dos Oscar en la edición de aquel año, y pasa por ser una de las dos versiones más fieles a la obra original (la otra, es la posteriormente realizada por Michael Hoffman en 1999).

Su contrato con la Warner, haría que también ese año 1935 compartiera cartel por primera vez con Errol Flynn, en “El capitán Blood”, una bien confeccionada historia de piratas, y muy apreciada en el presente, que dirigió Michael Curtiz.

Con Flynn, y en el espacio de ocho años, coincidió un total de nueve films, siendo en la mayoría de ellos, la pareja protagonista. El director Michael Curtiz los dirigió en siete de estas ocasiones.

Foto de «Four’s A Crowd» – 1938

Veamos esos films: “La carga de la brigada ligera” (1936), de Curtiz, que fue una épica película que narraba los enfrentamientos de los patriotas rebeldes de la India con las tropas británicas, en la época de la dominación colonial. “Robin de los bosques” (1938), dirigida nuevamente por Curtiz, pero esta vez con la colaboración de William Keighley, está basada en las narraciones legendarias de Robin Hood, y considerada como una de las más destacadas películas de aventuras de todos los tiempos. En “Four’s a Crowd (1938), los dirigió otra vez Curtiz, aunque en esta ocasión en una comedia de ambiente periodístico, en la que no funcionaron tan bien como en los anteriores títulos que habían protagonizado, quizás algo eclipsados por la presencia en el film de la magnífica Rosalind Russell. “Dodge, ciudad sin ley”, un clásico western, volvió a reunir a la pareja y a su director Curtiz, en 1939. También en 1939, y con Curtiz, rodaron junto a Bette Davis, “La vida privada de Elizabeth y Essex”, en la que Errol Flynn interpretó al amante de Isabel I de Inglaterra (la Davis), y Olivia de Havilland un papel secundario. En 1940 el trío volvió a reunirse por última vez, para rodar «Camino de Santa Fe”, un western muy notable que presenta los inicios de la guerra de secesión norteamericana, en el que también tenía un papel, un actor que luego se convertiría en presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan. Los últimos encuentros en la pantalla de Havilland y Flynn, fueron en “Murieron con las botas puestas” (1941), dirigida por Raoul Walsh, una película que narra con énfasis romántico, la vida militar del general George Custer, que murió junto a sus hombres a manos de los indios en la batalla de Little Big Horn, y en “Thank Your Lucky Stars”, (1943) dirigida por David Butler, una comedia musical en la que también figuraban en el reparto, Humphrey Bogart, Eddie Cantor, Bette Davis, y John Garfield, entre otros.

Entre medio de todos estos rodajes, había protagonizado otras películas, pero ninguna de ellas la hizo pasar a la historia del cine como “Lo que el viento se llevó” (1939), de Victor Fleming. Su interpretación de la sensible Melania Wilkes, la llevó a optar a un Oscar a la mejor actriz secundaria, que no consiguió, al serle concedido a su compañera de reparto, Hattie McDaniel, que interpretaba el papel de Mami, y que fue la primera actriz afroamericana en recibir ese premio.

En 1941 fue nuevamente nominada. En esta ocasión, a la mejor actriz principal por su papel en “Si no amaneciera”, de Mitchell Leisen.  Tampoco lo consiguió esta vez, y el Oscar fue para su hermana, Joan Fontaine, por su trabajo en “Sospecha”, de Alfred Hitchcock.

Apareció entre 1941 y 1943 en varios títulos, y ese año, al finalizar el rodaje de “Como ella sola”, entabló un pleito judicial con la Warner. El estudio, ante las reiteradas quejas de la Havilland de no contar con ella para papeles importantes, en represalia, la había “castigado” durante un periodo de seis meses a no trabajar en ninguna película. Lo que motivó la demanda de la actriz, fue, que una vez finalizado su contrato de siete años, le reclamaron esos seis meses de inactividad, pretendiendo que los trabajase. Los tribunales le dieron la razón, fijando además la jurisprudencia de que el contrato de ningún actor podría superar los siete años. Fue un triunfo, pero le costó estar sin trabajar durante tres años.

Su regreso al cine, en 1946, con películas como “A través del espejo”, de Robert Siodmak, o “Devotion”, de Curtis Bernhardt, que contaba la vida de las hermanas escritoras, Emily y Charlotte Bronte, propició que interpretara el film que le proporcionaría su primer Oscar a la mejor actriz: “La vida íntima de Julia Norris”, dirigida por Mitchell Leisen.

Su excelente trabajo en “Nido de víboras”, de 1948, un film dirigido por Anatole Litvak, también la llevó a una candidatura de la Academia de Hollywood como mejor actriz. Ese año no obtuvo la estatuilla (la consiguió Jane Witman por “Belinda”), pero si al siguiente por su papel protagonista en “La Heredera”, de William Wyller un drama en el que trabajó al lado de un siempre convincente Montgomery Clift.

La década de los 50 marcó su alejamiento del cine, y aunque continuó apareciendo en películas hasta finales de los setenta, donde se prodigó realmente, fue en teatro y en televisión, participando en diferentes series de este medio.

Foto de «La princesa de Éboli» – 1955

Aún así, se pueden mencionar títulos conocidos en los que participó durante esos años. Tales como: “Mi prima Raquel” (1952), de Henry Koster, basada en una interesante novela de Daphne du Maurier, “No serás un extraño” (1955), de Stanley Kramer, «La princesa de Éboli» (1955), dirigida por Terence Young, en donde interpretaba a la intrigante española Ana de Mendoza, “El rebelde orgulloso”, también de 1955, en donde fue dirigida de nuevo por Curtiz, “Canción de cuna para un cadáver” (1965), de Robert Aldrich, al lado de Bette Davis y Joseph Cotten, o “Aeropuerto 77”, película perteneciente al género llamado de catástrofes, en donde coincidió con otros conocidos rostros del cine clásico, como Jack Lemmon, y James Stewart. Puso fin a sus apariciones cinematográficas en 1979, con “El quinto mosquetero”, de Ken Annakin.

Puso fin en aquel momento, sería lo correcto decir, porque puede ser que la veamos a sus noventa y dos años en “I-59 South”, un drama-thriller, actualmente en pre-producción, dirigido por Erik A. Williams, y que probablemente protagonizará Drew Barrymore.

Olivia de Havilland se ha casado dos veces. Su primer matrimonio fue con el novelista Marcus Goodrich, en 1946, de quien se divorció en 1953, y del que tuvo un hijo, Benjamín, que murió en 1991. En 1955 se casó por segunda vez, con Pierre Galante, del que nació una hija, y adoptaron otra. Se divorciaron en 1979, pero mantuvieron unas cordiales relaciones amistosas hasta la muerte de Galante en 1998, al que la actriz cuidó hasta el último momento.

Siempre ha sido famosa la mala relación que mantiene con su hermana Joan Fontaine, cuyos desprecios mutuos han sido vistos en público, y que han llevado a la Hawilland a enemistarse también con sus hijas, por tener relación con su tía.

En los años 50 se trasladó a París, en donde sigue residiendo.

Una de sus últimas apariciones públicas en Hollywood fue en 2003, en donde ejerció de presentadora de uno de los premios de la 75 edición de los Oscar.

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Swanson