La Invasión de los Ladrones de Cuerpos -Seréis los próximos

Es posiblemente una de las historias que más veces se han adaptado al cine. Nacida en forma de una novela de Jack Finney, cuenta una historia sencilla y con muchísimo potencial: En un pequeño pueblo de esos en los que nunca ocurre nada, algunos vecinos empiezan a pensar que alguien está suplantando a sus familiares y conocidos. Nada menos que cuatro remakes (si no me dejo alguno) dan fe de la popularidad y efectividad de esta premisa, gracias también a su capacidad para adaptarse y capturar los miedos de cada una de las épocas en las que se ha hecho una nueva versión.

En esta ocasión nos centraremos en la primera de todas, considerada una obra cumbre de la ciencia ficción de los cincuenta y que a mí, personalmente, no me llena tanto como debería.

¿Por qué? Puede ser que yo de niño viese la versión de los setenta, o incluso cualquier otra copia de marca blanca, y que me impactara demasiado, o puede también, que algunas de sus decisiones sean lo que lastren mi capacidad para disfrutarla.

En cualquier caso, la versión original de Don Siegel, no se sumerge de lleno en los artificios de la ciencia ficción, sino que decide apostar más por una puesta en escena más típica del suspense y el terror. No hay explicación a por qué aparecen las vainas alienígenas, ni qué buscan. Sólo nos muestran las consecuencias, en forma de personas que dicen desconfiar de sus vecinos, o que creen que han perdido el amor de sus familiares. Puede que fuese una metáfora sobre el comunismo en su momento, muy mal disimulada, pero eso le permite funcionar más allá del simple relato de entretenimiento.

Funciona debido a su simplicidad, aunque parece que hubo algunas injerencias que lastraron el resultado final. Es sobre todo evidente en ese prólogo y el epílogo, donde parecen querer poner algo de orden a la historia, cerrarla de una forma más optimista, en lugar de la desolación en la que, adivinamos, se sume el protagonista en esa autopista llena de esporas. Es básicamente otra película, con personajes que no pintan nada, que no guarda coherencia, y que cuanto más lo pienso, más molesta. Tampoco me gusta mucho la exagerada actuación de Kevin McCarthy, con unos primeros planos que molestan un poco.

Si se eliminasen estos dos detalles, e incluso un poco de la reconocida pero machacante banda sonora (que suena en escenas donde no pinta nada), podríamos encontrarnos con una mejor película. También es cierto que se trata de una cinta de serie B, y que somos nosotros, quienes, con el paso de los años, la hemos puesto en un pedestal, y quizá ahora pedimos cosas que no se le pueden exigir. Pero incluso con sus muy ligeros defectos, nos encontramos ante una de esas obras cumbres de un género que, partiendo de una forma muy humilde, acabaron creando escuela.

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