Si hace cinco años alguien me hubiera dicho que iba a pagar una entrada por ver una película de Woody Allen, seguramente me hubiera dado la risa floja. Y es que no me duelen prendas confesar que yo era una de esas personas a las que la filmografía del director neoyorkino le era tan ajena como la cotizaciones de Wall Street. Manías incomprensibles que una tiene…
Con la excepción de “La rosa púrpura del Cairo” (1985), nada más había visto de este prolífico realizador hasta que la compañía de cinéfilos con mucho más criterio que yo me fueron guiando a través de su obra.
“Annie Hall” (1977), “Zelig” (1983), “Hannah y sus hermanas” (1986), “Misterioso asesinato en Manhattan” (1993), “Poderosa Afrodita” (1995), “Granujas de medio pelo” (2000), “Melinda y Melinda” (2004), “Match Point” (2005), “Scoop” (2006) o “Vicky Cristina Barcelona” (2008) han ido engrosando (y lo que falta) el poco conocimiento que poseía de Allen. “Si la cosa funciona” (2009) ha sido un peldaño más.
Boris Yellnikoff es un físico que a punto ha estado de conseguir el premio Nobel, que por fracasar ha fracasado hasta en sus intentos de suicidio y que arrastra un divorcio que lo ha sumido en la soledad más absoluta. Vive en un cochambroso apartamento de Chinatown, da clases de ajedrez y sólo se relaciona con unos cuantos (pocos) amigos. Amargado, hipocondríaco, cínico, desgradable y antisocial cree que la felicidad no existe y que el amor es un sentimiento absurdo. Sin embargo, la vida de Boris cambiará radicalmente cuando conozca a Melodie, una ingenua joven del sur que acaba de escaparse de su casa buscando una nueva vida en la ciudad de los rascacielos.
Tras pasear su cámara y su talento por ciudades como Londres o Barcelona, Allen vuelve a su amada Nueva York para ofrecernos la historia de este excéntrico personaje (hasta se permite el lujo de dirigirse directamente a los espectadores) que es un alter ego del conocido director, pero con muchísima más mala leche. Sólo hay que ver la manera tan dictatorial que tiene de tratar a sus jóvenes alumnos o el sarcasmo hiriente del que hace gala para darse cuenta de ello.
Si se echa un vistazo a las opiniones de los críticos cinematográficos de uno y otro lado del charco es curioso y revelador observar las opiniones tan diametralmente opuestas que “Si la cosa funciona” ha suscitado. Los compatriotas de Woody Allen no dejan demasiado bien su última película, mientras que los europeos tienden a elogiarla.
A mí esta película me ha hecho pasar un rato buenísimo y me he reído la tira siendo testigo de las evoluciones de este malhumorado personaje que, finalmente, sucumbe al amor y a la felicidad. Su pensamiento profundamente negativo y su visión pesimista de la humanidad dejan paso a un atisbo de esperanza que siempre se agradece. Tampoco hay que olvidar a la cándida Melodie, que me recordó a esa otra maravillosa cándida que fue la Linda (Mira Sorvino) de “Poderosa Afrodita”, que se convierte en la artífice de ese cambio que supone para Boris volver a retomar su vida.
Para dar vida a este huraño personaje encontramos a Larry David, actor muy conocido por ser uno de los creadores de la serie televisiva “Seinfeld” y que ya colaboró con Allen en “Días de radio” (1987) e “Historias de Nueva York” (1989), y Evan Rachel Wood encarna el papel de Melodie.
Los admiradores de Woody Allen saben que el peso de sus películas no recae exclusivamente sobre los protagonistas, sino que el director siempre se rodea de excelentes secundarios que dan un efectivo contrapunto a los personajes más destacados. En este sentido cabe señalar la presencia de Patricia Clarkson (a la que ya pudimos ver en “Vicky Cristina Barcelona”) y Ed Begley Jr. como los padres de Melodie, un matrimonio roto que llega a Nueva York siguiendo los pasos de su hija y que en la gran ciudad encontrarán sus verdaderos caminos y su felicidad.
Rodada en Nueva York pero dando más prioridad a las escenas interiores, “Si la cosa funciona” es una película divertida, cáustica, llena de humor negro que nos presenta al mejor Woody Allen, un Woody Allen que empieza a creer que los seres humanos todavía podemos redimirnos y ser medianamente felices.
Para ver la ficha de la película, pincha aquí.
#1 por ipanonima el 18 octubre, 2009 - 12:45
A mí Woody Allen no me gusta demasiado, y a lo mejor esa manía de hacer una película cada año hace que no todas sean todo lo buenas que se esperaría. Ahora, nal tipo que no soporto, de verdad, que me pone de mal humor en cuanto le veo aparecer por una pantalla, es a Larry David.
Habrá creado comedias y todo eso, pero su serie me parecía tremendamente estúpida y desasperante. Que a lo mejor soy un inculto y no pillaba los chistes, pero es que…
#2 por AGUSTÍN el 22 octubre, 2009 - 12:20
No soy un gran entendido de cine pero reconozco que he pasado una rato muy agradable , en momento me sentí que estaba viendo una obra de teatro más que unas película y lo que más agradezco son los diálogos en un momento en que el cine valora más los efectos especiales que buenas conversaciones.