Las cosas son así. ¿Podríamos catalogar la película de Tony Scott como remake?. De primeras, hubo otra película dirigida por Joseph Targen en 1974, protagonizada por Walter Mathau y Robert Shaw. Aunque puede ser que entrásemos en un error si hiciésemos eso. Y me explico. «Pelham 1 2 3» fué primero un libro, escrito por John Godey. Así que igual el término remake esté mal empleado, si los creadores de la actual película se basan en el susodicho. De cualquier manera, siempre acaban saliendo las comparaciones de turno. Lo aclaro porque no es la primera vez que leo algún comentario explicando que Scott y compañía no han hecho un remake. Aunque de todas formas, los remakes tienen tanto misterio como una película de Agatha Christie.
Os digo de antemano que la que protagonizaron Mathau y Shaw es bastante, pero bastante, más superior que la de Travolta y Washington. Sobre todo porque el director de «El Ansia» (una de las mejores películas de su carrera) sigue anteponiendo la técnica por encima de cualquier cosa. Es decir, si en la anterior daban importancia a la diversidad racial que acogía el metro secuestrado, por poner un ejemplo, aquí todo eso desaparece completamente. Pero eso, sólo es la punta del iceberg de una película con un fondo mil veces visto y que olvidas al poco tiempo.
A Tony Scott le suele pasar lo mismo que a su hermano Ridley. Juegan con fuegos de artificio de una manera notable en algunas ocasiones, mientras que en otras acaban ofreciendo un producto rutinario, aburrido y olvidable, que pasará sin pena ni gloria en su filmografía. «The Taking of Pelham 1 2 3» es una de esas películas. Apunta maneras en algunos momentos, pero acabas por preguntarte si Scott no quería esforzarse demasiado en aportar cosas interesantes para que el público exigente pudiese degustar a placer. Acabas viendo «lo de siempre». Un villano histriónico interpretado por John Travolta es posiblemente lo peor de la película. Si entrásemos en las comparaciones que antes he comentado, perdería de calle con Robert Shaw. La frialdad y la mirada penetrante de dicho actor era su mayor baza. Mientras que Travolta no pasa de ser el típico psicópata impertinente. Mientras lo veía en pantalla sólo pensaba en una cosa:»¿¡¡Pero por qué no te callas!!?». Y es que cuando llevas un rato escuchándolo y pensando que más de la mitad de lo que dice no aporta nada, acaba por sacarte de tus casillas. No hablemos de cuando el guión quiere darle unos segundos de empatía hacia el espectador. Algo increíble si tenemos en cuenta lo que ha hecho durante la película. Pero así son las cosas, hasta el último momento hay que recurrir a los tópicos.
Si hablamos de Denzel Washington podríamos decir que está un peldaño por encima de él. Pero tampoco a muchos centímetros. Muchos actores, como Denzel, son eficientes en la mayoría de sus papeles. Da igual que lo pongan de poli, de abogado, o de vendedor de perritos calientes. Ellos salen, hacen su trabajo y quedas como mínimo satisfecho. Por desgracia acaban repitiéndose constantemente. Cambian un poco de registro en un momento determinado, pero lo suficiente como para ser reconocibles. Es decir, Denzel es Denzel. Su personaje se diluye ante el actor. Algo positivo y negativo al mismo tiempo. Y no, no encuentro la gracia a que un actor engorde como un tocino para interpretar un papel (lo mismo al contrario), si realmente no aporta mucho a lo que luego vas a ver.
Podría haber sido una película efectiva como la anterior versión. Manteniendo un buen suspense y unos personajes interesantes. Pero el género de acción, en estos tiempos, es el que es. Tienes que meter cosas con calzador para que no se salga de los parámetros establecidos. De ahí que el número de tiros, muertos, violencia y persecuciones, tenga que ser el de rigor. Un climax final totalmente opuesto al que vimos en la película de Joseph Targen no tendría que ser obligatoriamente pésimo. Pero lo es. Acabé con la sensación de que tenían que poner la puntilla, alargarlo todo para que el final made in hollywood de estos tiempos no se perdiese. Precisamente ese corre que te pillo al final de la película es innecesario. Sólo hay que echar un vistazo a la anterior versión para darnos cuenta de que simplemente la expresividad de Walter Mathau (con comicidad incluída) puede finiquitar una película de buena manera. Y es que a veces las comparaciones pueden ser odiosas o injustas, pero si aclaratorias a la hora de valorar lo que se hacía antes y ahora. Por desgracia, lo de ahora lo acabo encontrando totalmente repetitivo y estancado. Sobre todo en películas como la que nos ocupa.
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#1 por David Saltares el 2 agosto, 2009 - 01:21
Estoy bastante de acuerdo con lo que dices, como comenté en mi blog hace pocos días, el principal problema que le veo es que sus personajes son muy poco creíbles, sobre todo los rehenes. Eso le hace perder enteros.
¡Mucho mejor ver Up! Jejeje.
¡Saludos!
#2 por Snake el 2 agosto, 2009 - 01:28
David, hubo un detalle (que no he comentado en la reseña) que roza el mayor de los ridículos. Me refiero al pavo que tiene un ordenador portátil y chatea con su novia vía webcam. De verdad que es una idiotez como un templo que metiesen esa tontería. Bueno, que lo que le dice ella («¿me quieres?») es para enmarcarlo.
Saludos!