James Stewart

     

James Maitland Stewart vino al mundo el 20 de mayo de 1908 en Indiana, Pennsylvania.

Sus padres, Alexander Maitland Stewart, y Elizabeth Ruth Jackson, presbiterianos, y de origen escocés, regentaban un negocio ferretero.

Fue el mayor de los tres hijos del matrimonio, y se esperaba de el que continuase con el negocio familiar.

Tímido y solitario en su infancia y adolescencia, pasaba gran parte de su tiempo libre en el sótano de su casa, haciendo trabajos de química, y confeccionando modelos de aviones o dibujos sobre mecánica. Su primera vocación fue la de ser piloto de aviación.

Sus estudios para graduarse en preparatoria, los realizó en la Mercersburg Academy. Allí participo en distintas actividades. Jugó con el equipo de Football, y formó parte del de atletismo. Fue miembro de la Sociedad Literaria John Marshall, y director de arte del anuario “Karux”. En aquella época, durante las vacaciones de verano, trabajó de peón en una empresa de construcción, y posteriormente, como ayudante de un mago profesional. También actuó por primera vez en teatro, en la obra “The Wolves”

Acabado el graduado en la Mercersburg Academy, e inducido por su padre, se matriculó en la Universidad de Princeton para realizar estudios de arquitectura, en los que destacó con su tesis sobre el diseño de un aeropuerto, que le valió una beca de post-grado. A pesar de ello, se sentía ya mucho más atraído por el mundo relacionado con la interpretación y la música, y se integró en el Princeton Charter Club, que lo llevó a ser invitado al University Players, un club dirigido por Joshua Logan, y con Margaret Sullavan, como actriz principal, en el que conoció también a Henry Fonda. Stewart se sintió atraído por Margaret, pero ella dejó el grupo al poco tiempo para debutar en Broadway, y sus caminos se separaron.

Finalizados sus estudios de arquitectura, durante el verano de 1932, interpretó pequeños papeles en las producciones de Cape Cod de Players, unido al grupo en el que figuraban Fonda y Sullavan, los cuales se habían casado por entonces.

Aquel mismo otoño, se traslado a Nueva York, y compartió apartamento con Henry Fonda (que se había divorciado en aquel corto espacio de tiempo de Margaret Sullavan), y con Joshua Logan. En noviembre fue contratado para participar con tan sólo dos líneas de diálogo en la gran producción de teatro, “Goodbye Again en Broadway”, pero aún así el público le ovacionaba, y la prensa recogió esa buena acogida.

Los años treinta no eran un buen momento para el teatro. La depresión americana estaba alcanzando sus cotas mas altas, y muchos de los teatros de Broadway, para salvar la situación, se estaban reconvirtiendo en salas cinematográficas.

En 1934, el panorama pareció mejorar, y se le ofrecieron papeles más importantes, uno de ellos en “Page Miss Glory”, y el que lo decidió a continuar con su vocación de actor: un papel dramático en “Yellow Jack de Sidney Howard”.

Su todavía compañero de apartamento, Henry Fonda, a través de su trabajo en “The Farmer Takes a Wife”, había sido contratado en Hollywood. Al año siguiente, Stewart, con el apoyo de su amigo, y de la actriz y famosa columnista Hedda Hooper, pudo realizar una prueba para la Metro Goldwyn Mayer. En abril de 1935, firmó un contrato por siete años con dicha productora. Su primer papel para la pantalla fue «The Murder Man», al lado de Spencer Tracy, pero la película no fue bien acogida por el público, ni por la crítica. Apareció en diversos films, pero hasta el año siguiente, en “After the Thin Man”, no tuvo un papel suficientemente importante.

El éxito le llegaría de la mano de Frank Kapra, con “Vive como quieras”, una deliciosa comedia que co-protagonizó con Jean Arthur en 1938, y acabó la década con títulos ya importantes, que rodó en 1939: “Arizona”, de George Marshall, “El lazo sagrado”, de John Cromwell, “En este mundo traidor”, de Van Dyke, y un nuevo título de Capra, “Caballero sin espada”. Por su papel en ella, fue nominado al Oscar al mejor actor, aunque no lo consiguió.

En 1940 protagonizó varios films, como “El bazar de las sorpresas”, de Ernst Lubitsch, e “Historias de Filadelfia”, de George Cukor, que reunió a tres de los intérpretes que pasarían a ser mitos dentro de la historia del cine: Cary Grant, Katharine Hepburn, y el propio Stewart, que si lograría en esta ocasión el Oscar al mejor actor por su interpretación en esta película.

“No puedo vivir sin ti”, de Clarence Brown, de 1941, fue su último trabajo antes de incorporarse al ejército durante la Segunda Guerra Mundial.

Sirvió como piloto de bombardero, alcanzando en esos cuatro años de servicio el rango de coronel. Acabada la contienda, continuó en la reserva, y llego a obtener el grado de general de brigada.

Su regreso a la vida civil y al cine, lo marcó en 1946, “Que bello es vivir”, de Capra, en la actualidad todo un clásico, y que también le proporcionó otra candidatura al Oscar.

 

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Su versatilidad fue aprovechada por los grandes directores del momento, y trabajó entre el final de los años cuarenta y principios de los cincuenta, en producciones que marcaron hitos en aquel tiempo, y que se convirtieron en clásicos que han llegado hasta el presente. Algunos de esos títulos: “La soga” (1948), de Alfred Hitchcock, “El invisible Harvey” (1950), de Henry Koster (que le valió otra nominación en los Oscar de aquel año), “Winchester 73” (1950), de Anthony Mann, “Horizontes lejanos” (1952), del mismo director, “El mayor espectáculo del mundo” (1952), de Cecil B. De Mille, “La ventana indiscreta” (1954), de nuevo a las órdenes de Hitchcock, “El hombre de Laramie” (1955), de Mann, “El hombre que sabía demasiado” (1956), y “Vértigo” (1958), las dos nuevamente de Hitchcock, y “Anatomía de un asesinato” (1959), dirigida por Otto Preminger, por la que fue nuevamente nominado al Oscar.

Los años sesenta, aunque marcaron ya el declive en su carrera, los comenzó con excelentes trabajos en no menos excelentes películas. A las órdenes de John Ford, rodó dos magníficos westerns: “Dos cabalgan juntos” (1961), y “El hombre que mató a Liberty Valance (1962), y también ese año, participó en el épico film “La conquista del Oeste”, que reunía a acreditados nombres dentro del campo de la dirección y a un selecto plantel de actores. Sus posteriores trabajos ya no fueron muy relevantes, participando en películas menores, o en papeles secundarios, como en “Aeropuerto 77”, del mismo año que se menciona en el título, y dirigida por Jerry Jameson; también en esporádicas colaboraciones en series de televisión, la última, en 1992.

Galardonado con multitud de premios, en 1985, la Academia de Hollywood le otorgó un Oscar honorífico por el conjunto de su carrera.

James Stewart, considerado como uno de los actores más representativos de la Epoca Dorada de Hollywood, fue nombrado el tercer Mejor Actor de Todos los Tiempos por la American Film Institute.

La imagen de hombre corriente, bueno, sencillo, e íntegro que proyectaba en la pantalla, se ganó las simpatías de los espectadores de su época, y aún sigue cautivando a los que lo vemos ahora en alguna de sus interpretaciones.

Se casó en 1949 con Gloria Hatrick McLean, con la que permaneció unido hasta la muerte de ella, ocurrida en 1994. Gloria había aportado dos hijos de un anterior matrimonio, y de este, nacieron dos hijas gemelas.

Falleció el 2 de julio de 1997, a los 89 años, en su casa de Beverly Hills, a causa de una parada cardiorrespiratoria, complicada con un tromboembolismo pulmonar. Había sufrido durante años problemas respiratorios, y en los últimos, padeció de el mal de Alzheimer.

 

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Swanson