Gary Cooper

Frank James Cooper, era el nombre verdadero de Gary Cooper, que nació el 7 de mayo de 1901, en Helena, capital del estado de Montana, en Estados Unidos.

Fue el segundo hijo de Charles y Alice Cooper, un matrimonio de inmigrantes ingleses. El padre, Charles, abogado de profesión, que con el tiempo llegaría a ser juez de la Corte Suprema del Estado de Montana, era propietario de un gran rancho.

A los nueve años, junto con su madre y hermano, viajó a Inglaterra para realizar sus estudios primarios en un colegio público. Cuatro años más tarde, y con el inicio de I Guerra Mundial, regresó a Estados Unidos, y se matriculó en el Wesley College de Bozeman, para estudiar Técnico Agrícola. Posteriormente lo hizo también en la Universidad de Grinnel, en Iowa, en donde se matriculó en Arte.

Por aquellos años sufrió un accidente de automóvil que le afectó a una cadera, y le dejó como secuela su característica forma de caminar. Por recomendación médica, comenzó a montar a caballo con periodicidad, lo que le llevaría a trabajar durante una temporada en el rancho familiar.

Un tiempo más tarde, comenzó a colaborar en algunos de los periódicos locales de Helena, realizando tiras cómicas sobre política, y compatibilizando ese trabajo, con el de guía en el Parque natural de Yellowstone. A principios de los años 20 se trasladó a California buscando un campo más amplio para lo que el creía su vocación: el dibujo satírico. Al no encontrar salida a su profesión, trabajó un tiempo como vendedor a domicilio, hasta que probó suerte como actor en Hollywood, apareciendo como extra en diversos títulos.

En 1926 consiguió su primer papel importante en una película dirigida por Henry King titulada “Flor del desierto”, y protagonizada por Ronald Colman, acreditándose ya su nombre como Gary Cooper.

Firmó un contrato con los estudios Paramount, y protagonizó en 1927, entre otras de ese mismo año, “Alas” (la primera película galardonada con un Oscar), de William A. Wellman, en donde tuvo como compañera a la actriz Clara Bow, de la que se convirtió en amante. Esa relación sentimental supuso para Cooper el empujón que necesitaba para su lanzamiento como actor.

“El Virginiano”, de 1929 y dirigida por Victor Fleming, fue su debut en el cine sonoro. Con ella pasó a ser reconocido como actor, y como una de las primeras estrellas de esa nueva modalidad del cine. Fue de los pocos actores que se adaptó perfectamente al sonoro.

En la década de los 30, rodó películas que se convirtieron en grandes éxitos de taquilla de la época. «Marruecos» (1930), de Josef Von Sternberg, «Las calles de la ciudad» (1931), de Robert Mamoulian, «Adios a las armas” (1932), de Frank Borzage, “Una mujer para dos” (1933) de Ernst Lubitsch, “Tres lanceros bengalíes”, de Henry Hathaway, «El secreto de vivir» (1936), de Frank Capra, “Búffalo Bill” (1936), de Cecil B. de Mille, o “Beau Geste” (1939), de William Wellman, son algunos de ellos.

Por “El secreto de vivir”, Cooper fue nominado por primera vez en su carrera al premio Oscar como Mejor Actor, aunque no lo consiguió en esa ocasión, y el galardón fue a manos de Paul Muni, por su papel protagonista en “La tragedia de Louis Pasteur”.

Asentado como uno de los actores más taquilleros gracias a su naturalidad a la hora de interpretar, en 1944 fundó su propia productora: Internacional Pictures Inc., con la que produjo y protagonizó “Casanova Brown” (1944), y “El caballero del Oeste” (1945).

También en los años 40, pudimos verlo en excelentes títulos, como: “El forastero” (1940), de William Wyler, “Juan Nadie” (1941), de Frank Capra, “El sargento York”, y “Bola de fuego”, las dos del año 1941, y dirigidas ambas por Howard Hawks, “El orgullo de los Yankees” y “Por quien doblan las campanas”, de 1942, las dos dirigidas por Sam Wood, “El caballero del Oeste” (1945), de Stuart Heisler, “Los inconquistables” (1947), de Cecil B. de Mille, o “El manantial” (1949), de King Vidor.

Por su interpretación en “El sargento York”, consiguió su primer Oscar al Mejor Actor, y obtuvo nominaciones por sus papeles en “El orgullo de los Yankees”, y en el de “Por quien doblan las campanas”.

Ya en 1952, logró su segundo Oscar.  Esta vez por su inolvidable papel del sheriff Will Kane, en “Solo ante el peligro”, dirigida por Fred Zinnemann.

Otros títulos importantes de su filmografía en esa década, fueron: “Vera Cruz” (1954), de Robert Aldrich (en ella aparecía nuestra actual y muy entrada en años, Sara Montiel, entonces acreditada como Sarita, casada con el director estadounidense Anthony Mann (“El Cid” -1961), y probando suerte en Hollywood), “La gran Prueba” (1955), de William Wyler, “Ariane” (1957), de Billy Wilder, junto a la encantadora Audrey Hepburn, “El hombre del Oeste” (1958), de Anthony Mann (considerada la obra maestra del director), o la excelente “El árbol del ahorcado” (1959), dirigida por Delmer Daves.

Su última aparición en la pantalla fue en el film “Sombras de sospecha” (1961), de Michael Anderson, teniendo como compañera a Deborah Kerr. Se da la circunstancia, de que el papel de villano que interpretaba en esta película, fue el único de toda su carrera, ya que daba vida a un hombre que ha asesinado a su jefe, para enriquecerse con su muerte.

En 1960, se le había concedido un Oscar de carácter honorífico, por toda su trayectoria, sus excelentes interpretaciones, y por su aportación a la industria del cine, pero no acudió a recogerlo personalmente. Fue su amigo y compañero de profesión, James Stewart quien lo hizo en su nombre. Cooper padecía cáncer de pulmón. La enfermedad acabaría con su vida el 13 de mayo de 1961, en Los Ángeles, California, seis días después de haber cumplido los 60 años.

Su vida sentimental estuvo plagada de aireados romances (Marlene Dietrich, Patricia Neal…), pero tan sólo se casó en una ocasión, en 1932, con la también actriz Verónica Balfe, con la que tuvo una hija, y de la que nunca se divorció.

Sus ideales políticos le llevaron a formar parte de la asociación anticomunista de actores Motion Picture Alliance for the Preservation of American Ideals, pero a pesar de sus ideas conservadoras, no denunció a ninguno de  sus compañeros de profesión durante la etapa de la llamada Caza de Brujas.

Su extensa filmografía, que se condensa en tres décadas de trabajos prácticamente impecables, y a las órdenes de muchos de los directores hoy considerados maestros del cine clásico, hace de Gary Cooper, una figura imprescindible a la hora de situarlo dentro de la Historia del Cine.

 

Si queréis consultar su filmografía completa, pinchad aquí

Secuencia final de “Solo ante el peligro” (00:35)

 

Swanson