Desde siempre, nos han criado con cuentos donde los buenos son muy guapos y valientes, mientras que los malos son retorcidos, feos y cobardes. Donde el mal es la muerte hasta el punto que llegamos a asumirlo por extensión a todas las cosas que la rodean. Pero para ser sinceros, todo lo fúnebre y misterioso del más allá es tremendamente atractivo, y son de esos pequeños placeres culpables que tenemos. Nos encantan las películas de terror y en esas cintas no nos interesa cómo sobrevive el héroe, sino cómo mata el monstruo. Llegamos a taparnos la cara con las manos, pero a abrir los dedos para ver entre ellos, y nada ejemplifica mejor ese comportamiento que la fiesta de Halloween. Da igual cómo surgiera o qué significase, qué pueblo la asumiera y en qué se haya convertido. Halloween es una noche para abrazar los espíritus, fantasmas y zombies, donde no temer a la muerte y dejarnos seducir por el morbo de lo desconocido. Donde el más allá quizá no es tan horrible y tiene su particular encanto.
Estamos hablando de un día perfecto para ver “Pesadilla antes de Navidad”.
Debería hacer un post sobre todos aquellos cineastas que han cultivado también su vena de escritores. Tim Burton es uno de ellos, y mientras trabajaba de animador para la Disney redactó un poema que se acabaría convirtiendo en la película que tenemos hoy. Dicho poema puede escucharse (creo que con la voz de Christopher Lee) en el DVD de “PADN” y en él sólo aparecen Zero, Jack y Santa Claus. Burton intentó vender esta historia, pero la Disney no quiso ni oír hablar de ella. Todos sabemos que la Disney tiene la mojigatería (o la tuvo) bien implantada en sus raíces, y la historia de un esqueleto como protagonista pues no era la ideal para el estudio de Mickey Mouse.
Años más tarde, con Beetlejuice Eduardo Manostijeras y Batman a sus espaldas, consiguió sacarla adelante, y lo hizo limitándose a ejercer como mero productor, dejando la dirección en manos de Henry Selick, un hombre cuyo espectacular y hermoso trabajo ha pasado desapercibido al aparecer “Pesadilla Antes de Navidad” bajo la mano de “Tim Burton”. De hecho, años más tarde se le hizo justicia cuando para promocionar “Los mundos de Coraline” se citó a Selick como el auténtico maestro de ceremonias de la ciudad de Halloween, lo que nos da una idea de lo curioso que es el mundo de la publicidad.
Entre Selick, Danny Elfman y sus equipos lograron crear un filme con una atmósfera hipnótica e inusual belleza. Lograron quedarse con los mejores elementos del cine de Tim Burton y los potenciaron, creando una serie de personajes únicos e inolvidables. Jack Skelleton, el rey del mal y un esqueleto tan atractivo que se ha convertido en un símbolo “pop” incluso para los que no saben que proviene de una película. La historia nos habla de Jack, que se siente vacío por dentro al alargar durante tantos años la celebración de Halloween, lo que le lleva a un mundo extraño donde se celebra la Navidad, y él quiere hacer lo mismo en su comunidad. Sin embargo, sus aldeanos no terminan de comprender sus motivaciones. De ahí que más que celebrar la Navidad, estén a punto de destruirla.
La película tiene un look antiguo, casi analógico, que no hace sino aumentar su atractivo. Se rodó con la técnica del Stop-motion, lo que hizo que se necesitaran tres años para terminarla, eso sumado a las numerosas prótesis que se fabricaron para que cada personaje contase con un amplio abanico de emociones. Quizá gracias a su buen hacer la película se haya ganado el estatus de “culto”, porque Jack está representado de muchísimas formas en chaquetas, bolsos y hasta calcetines y ropa interior femenina. Todos son muy expresivos incluso cuando no son más que una pelota con un único ojo en el centro.
Como en el cine de Burton, hay un gran contraste entre el mundo de Jack y el de la Navidad. Colores, texturas e iluminación crean dos escenarios completamente diferentes, lo que acentúa las características de cada uno. El mundo de la Navidad es cálido, acolchado y bonito, el típico que aparece en los “Xmas”, mientras la ciudad de Halloween todo parece estar podrido o descomponiéndose. Es muy curioso que al espectador le interese más ese mundo en decadencia y en apariencia peligroso, en parte al magnífico humor negro que destilan los regalos que Jack les hace a los demás. Calabazas maléficas, serpientes que se comen el árbol, manos amputadas y coronas de flores con ansias asesinas… Incluso creo recordar que a dos niños con camisetas de Mickey Mouse les dan algo particularmente desagradable, como respuesta por no haber querido producir la película años antes.
Pero sobre todo, Pesadilla antes de Navidad es un precioso musical. No soy muy dado a ellos, y coincido con la opinión de algunos de que las canciones suenan mejor en castellano que en versión original. Hay algunas escenas míticas, como es el lamento de Jack, o el mismísimo comienzo, con ese plano increíble en el que Jack emerge de la fuente. Vi la película en su estreno en VHS y aun así, cada vez que lo veo se me ponen los pelos de punta. Cuesta creer que lo que estamos viendo no son más que muñecos de plastilina articulados que no se mueven, porque desde el científico, hasta Sally, todos tienen algo que encandila al público. Por encima de todo eso es lo que hace a “Pesadilla antes de Navidad” una buena película, ver que los monstruos como esqueletos o muñecas de trapo tienen vida y alma, y esa imagen final de ellos dos abrazados sobre la colina bien merecen un premio.
Una película perfecta que saca lo mejor de lo que alguna vez fue Burton , sin Tim Burton, imprescindible de ver y más, esta noche.
Para leer la ficha de la película, pincha aqui
Tierra de Cinéfagos 