¿Por qué la taquilla en cines se está hundiendo?

A nada que estés pendiente de Twitter (me niego a llamarla X), habrás visto que las recaudaciones en cines de las últimas películas están siendo decepcionantes. Furiosa, la última película de la saga Mad Max, ha recaudado en su primer fin de semana 25 millones de dólares, algo por debajo de las expectativas del estudio (que la situaban en 30), y por supuesto, mucho más lejos que otros estrenos como Top Gun: Maverick, que alcanzó los 160 hace dos años. Eso sin contar con que apenas ha logrado alcanzar el primer puesto, ya que competía con Garfield, de Chris Pratt, que se ha quedado muy cerca.

La decepción, el miedo y la frustración por parte de muchos es lo que más se está haciendo notar, pero eso no quiere decir que Furiosa sea una mala película. Al contrario. Es espectacular y está al mismo nivel que Fury Road. Lo que pasa es que es la siguiente damnificada en un cambio de las recaudaciones que estamos viendo en los últimos años. Sin ir más lejos, The Fall Guy, la comedia con Ryan Gosling y Emily Blunt, sólo ha recaudado setenta millones, y va a desaparecer ya de los cines.

Casi parece una costumbre que algunas de las mejores películas de los últimos años, o al menos, las más trabajadas, se estrellen en taquilla. Pasó con Blade Runner 2049, con Dos Buenos Tipos, con Indiana Jones y el Dial del Destino, y pasará con The Fall Guy. Todas son grandes películas, pero parecen no estar conectando bien con el público, que aun así han acudido en masa a estrenos como Oppenheimmer o Barbie. Y si bien se harán estudios de mercado muy concienzudos que llegarán a la conclusión de que Mad Max sencillamente no es rentable, la realidad es un poco más compleja y, a la vez, más sencilla de entender.

Desde la pasada pandemia, el mundo ha cambiado en cuanto a la forma de consumir entretenimiento. Creedme, llevo escribiendo en este blog desde 2009, y he visto pasar muchas modas. En los últimos diez años, Marvel y el resto de superhéroes parecían ser las únicas franquicias que eran capaz de atraer millones de dólares en sus estrenos. Esto llevó a una saturación del mercado, que lidiaba con productos buenos (Captain America: Winter Soldier), y auténtica basura (Justice League en cualquiera de sus versiones). Decenas de películas, series y cortometrajes, que se intercalaban unas con otras, que prometían más que lo que daban, y que en algunos casos, tenían tan mala prensa que el resultado era una bazofia infumable (The Flash). Con efectos especiales nada trabajados o incluso insultantes (Sí, estoy hablando de ti, The Flash), o incluso actores desaprovechados porque no había un guión que le hiciese justicia, pero sí muchas ganas de tirar de nostalgia recuperando actores veteranos que se merecían mucho más (Sí, también a ti, The Flash).

Yo dejé de escribir aquí porque estaba cansado de superhéroes y Star Wars, y la pandemia fue el auténtico boom de las plataformas de streaming, que se convirtieron en una fuente inagotable de entretenimiento para toda la familia. Eso nos llevó a una saturación de contenidos rápidos, mal ejecutados y, en ocasiones, aprobados porque un programa de Inteligencia Artificial pronosticó buenos resultados económicos. Cualquiera que haya pasado media hora navegando por Netflix sabe de lo que hablo. Películas sosas, con pósters cutres, y pensadas para tener de fondo mientras haces la colada (como han dicho los críticos sobre Trigger Warning, la última película de Jessica Alba), o documentales True Crime que rivalizan con el mal gusto o la necrofilia. Todo es superficial y frívolo, sin sustancia ni interés, pensado para digerir y olvidar a la misma velocidad.

El público también ha cambiado. Un contenido cada vez más infantil (aunque la palabra más adecuecada sería adolescente), con ideas más simples, que parece moverse por la novedad o impulsados por estrategias de márketing espectaculares como el Barbenheimmer, que parece necesitar un estímulo específico o un evento para moverse hasta el cine. ¿Y por qué si no iban a hacerlo? Hay entretenimiento de sobra en internet. Twitch, Youtube, Netflix, Disney+, Max, etc… Y cincuenta series más que se van a estrenar. La cultura cinéfila ha pasado a ser un menú fast food. Y las películas sinceramente deciden su existencia en el primer fin de semana. The Fall Guy ya se encuentra disponible para ver en streaming, a menos de un mes de su estreno, así que… ¿para qué ir al centro comercial? Ya la veré en casa cuando salga.

A esto hay que sumarle un último punto, y que me parece el más importante: el egocentrismo del público, que ha aprendido que todo se lo merece, y nada debe a nadie. Las salas de cine ya no son lugares silenciosos y oscuros. Yo mismo tuve que llamar la atención a una pareja que estaba hablando por el móvil en voz alta mientras veía Furiosa. Impulsados por las películas de superhéroes que se han conertido en una fiesta, la gente entra con bocadillos, ensaladas, patatas fristas, y todo lo que necesiten para transmitir en directo a sus seguidores o hacerse dos o tres selfies. La educación pasó a un segundo plano hace mucho tiempo, y los que antes disfrutaban de ir al cine se dan cuenta de esto, y prefieren ahorrarse los encuentros desagradables. Todo esto se traduce en una línea descendente en un gráfico que hace entender a los ejecutivos con pocas luces y muchos dineros que simplemente, Furiosa o Blade Runner no funcionan, y que lo que el público necesita son más superhéroes, o la enésima serie spin off de un villano de segunda categoría de una película de la fase 3 de Marvel. Recordad que no tenemos una secuela de Dos Buenos Tipos porque la película de Angry Birds recaudó más que ella, pese a que a nadie se acuerde ni tan siquiera de qué son los Angry Birds.

Hace unos días, Kevin Costner, que se hipotecó para poder rodar su último western, declaró acertadamente que las películas no tratan de su primer fin de semana en taquilla. Su existencia se alarga durante toda la vida. No tengo ninguna duda de que Blade Runner 2049 va a seguir viéndose, al igual que Furiosa, y que su público sabrá encontrarla con el paso del tiempo. No todo el mundo tiene por qué verla en su primera semana. Pero quizá deberíamos de tener un poco de paciencia, parar un poco, y volver a disfrutar del cine sin prisas, ni ansias, ni ganas de encumbrar y destrozar cualquier historia basándonos solamente en la cantidad de dinero que hizo el sábado.

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