‘Lazarus’ – La última canción de David Bowie

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Dicen que David Bowie desapareció en realidad en 2004, cuando en pleno Hurricane Festival sufrió un ataque al corazón que le dejó desplomado en el escenario. El cantante acababa de interpretar su tema Ziggy Stardust, el nombre de uno del álter ego que le catapultó a la fama a principios de los setenta, y que él mismo mató en directo haciendo que la historia casi se repitiera.
Desde entonces vivió retirado a excepción de un par de cameos y parecía irle bien, o al menos, no necesitar volver a salir de gira. Multimillonario gracias a su legado y ciertas inversiones, los más dolidos parecían ser los fans, que pensaban que el artista había abandonado la música como quien deja que una casa se convierta en ruinas.

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Sin embargo, Bowie regresó en 2013 con The Next Day, un disco grabado en completo secreto, apañándoselas incluso para grabar varios videolips con Gary Oldman y Tilda Swinton sin que nadie se enterara, algo ya digno de mención en la era Twitter. La portada era una modificación de su mítico Heroes dando a entender que se trataba de un nuevo paso en su carrera, y allí se le veía mucho más sano de lo esperado, quizá porque estábamos acostumbrados a los rumores sobre su salud. Pero no hubo entrevistas ni por supuesto tampoco conciertos. Su representante dejó claro hace un mes que tanto él como Phil Collins eran de esos músicos que no iban a volver a tocar en directo porque se encontraban en un punto en su vida en el que no era lo que más les apetecía.
Tres años después, parecía que iba a repetir la jugada con un nuevo álbum, aficionándose a sacarlo a la venta como regalo de cumpleaños. Pero dos días después El Delgado Duque Blanco está muerto y nos cuesta tanto imaginar que un hombre como él haya podido desaparecer, que la reacción de muchos al leer el comunicado oficial en Twitter fue escribir a su hijo, el director de cine Duncan Jones, para decirle que alguien les había hackeado y estaba lanzando un bulo. Fue él quien confirmó la noticia con una foto en la que se le veía sobre los hombros de su padre.

Y mientras las condolencias se suceden, empezamos a mirar su último trabajo dándonos cuenta de que en realidad, el cantante había dicho adiós y nos la ha jugado una vez más. Su amigo y productor Toni Visconti aseguró ayer que Bowie sabía desde hacía más de un año que su enfermedad no tenía cura, decidiendo transformar su muerte en una obra de arte y su último disco, en un regalo para los demás. Sin ninguna obligación ni necesidad de hacerlo, decidió trabajar por última vez en un tiempo en el que podría haber estado con su familia simplemente porque si había alguien que tomaría esa decisión, sería él.

Antes que nada quiero dejar claro que no voy a pretender que soy un experto en la obra de David Bowie o que conozco todas las ramificaciones e influencias de sus trabajos. Eso sólo me llevaría a hacer el ridículo como hicieron muchos de los que reseñaron el musical de Broadway Lazarus, inspirado en la música del cantante y que se estrenó en Diciembre. Allí muchos otorgaban a las letras escritas por el propio artista para la ocasión un sgnificado muy diferente al que podemos encontrarle hoy, y lo único en lo que estamos de acuerdo es que Lazarus era una secuela de The Man Who Fell to Earth que muestra a Thomas Jerome Newton, el alienígena al que Bowie interpretó en la película, décadas después del fracaso de su misión en la Tierra.
Y es que él siempre jugó la carta del alienígena, del ser proveniente de unas estrellas que fueron importantes tanto en su letra como en su mitología, en la que Starman no destaca sólo como una de sus mejores canciones, sino como toda una oda a la melancolía y la exploración espacial.
Así que no parece casual que el título de su último disco haya sido precisamente Blackstar, una estrella de luto que es la mejor metáfora que se puede hacer del fallecimiento del artista. Una obra cuasipóstuma en la que todo hace referencia al fin y la muerte, con dos videoclips que parecen ser el fin de su visión artística. El primero de ellos es un trabajo extraño en el que Bowie crea un nuevo personaje, The Blind Prophet, en una tierra alienígena en la que yace un traje de astronauta que nos recuerda a sus grandes éxitos. Una de las habitantes de este mundo encuentra el traje y descubre en su interior una calavera enjoyada, símbolo de la muerte, que convierten en un objeto de adoración mientras el resto del esqueleto del astronauta asciente hacia una estrella negra.

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Muchos creen que el astronauta muerto es en realidad el viejo Major Tom, protagonista de su Space Oddity de 1969 y que aparece una y otra vez en su carrera. Con muchísimo riesgo a equivocarme y siguiendo un poco las letras, parece que Bowie era más consciente de nunca de quién era, una estrella negra (o muerta) que se preparaba para desaparecer. Y casi parece que ese pueblo que adora la calavera del Major Tom en realidad lo que está es venerando la carrera del propio Bowie, que es lo que va a quedar cuando él ya no esté.

El día 8 de Enero, cuando cumplía sesenta y nueve años, Blackstar salió a la venta con un nuevo videoclip titulado Lazarus, nombre asociado a la idea de la resurrección. Y visto hoy es es cuando nos damos cuenta de que David Bowie se estaba despidiendo del mundo y de nosotros. Le muestra a él en una cama de hospital como lecho de muerte y cantando que está en el cielo y que posee cicatrices que no se pueden ver, referencias a su enfermedad e inminente fallecimiento. Muy desmejorado, Bowie apenas se tiene en pie pero intenta bailar, y lo más desconcertante es que prácticamente grita a la cámara que será libre. Lo hace mientras escribe junto a una calavera enjoyada imitando el famoso ritual masón en el que los iniciados, a solas en una habitación con un cráneo humano que representa la mortalidad, son conscientes de su propia existencia y redactan su testamento. Y como vemos, Bowie, angustiado y dolido, escribe hasta el final antes de mirar directamente a la cámara y retroceder hacia el armario del que ha salido una chica que viene a por él, desapareciendo en algo que se parece muchísimo a una caja que él mismo se encarga de cerrar.

Dos días después, Bowie fallecía “en paz” en su casa rodeado de su familia, dejando al mundo un poco más vacío y lleno de dudas sobre sus intenciones. Porque parece que para una vez que hablaba de cosas tan duras y directas como la muerte, nadie le pilló a la primera. No hay forma de saber si la calavera enjoyada pertenece al Major Tom o si lo que Bowie está haciendo al escribir es ser consciente de lo que deja al mundo. O si fue casual que su cuenta oficial de Twitter empezase a seguir a la cuenta de Dios.  Pero lo cierto es que no se puede negar la angustia de Lazarus y el sufrimiento de un hombre enfrentado a su final, frágil y con las manos llenas de manchas aferrando una sábana de hospital, negándose a marchar. Es el canto de ciste de alguien que según sus colaboradores, decidió seguir siendo único y especial hasta la caída del telón. Un hombre que no es simplemente una estrella de la música o el cine, como dice su última canción, sino una completamente negra.

«Ningún arte es estable. Su significado no es necesariamente el que implica el autor. No hay voz de autoridad, simplemente múltiples lecturas.» David Bowie.

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  1. #1 por OVER el 13 enero, 2016 - 00:31

    Excelente trabajo

  2. #2 por Vini el 13 enero, 2016 - 07:20

    Grande Carlos. Muy grande. Buen trabajo.

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