George Lucas – The Man Behind The Curtain

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A medida que nos acercamos al estreno de The Force Awakens más nos preguntamos el papel que George Lucas ha tenido en ella. El creador de la saga galáctica ha concedido pocas entrevistas y cuando se le ha captado una declaración podemos adivinar un poco de resentimiento, aunque sólo sea por el celo protector de un niño cuando le deja a otro sus juguetes. Y ninguna metáfora es más acertada para describir al hombre que revolucionó una industria y la llevó a un nivel jamás visto hasta entonces, empezando por los centros comerciales.

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En los Dvds de la trilogía original de Star Wars podemos ver un documental titulado Empire of Dreams que, al estilo de Walt Disney, muestra a Lucas como un visionario que luchó contra el sistema alcanzando el éxito y el reconocimiento mundial. Una historia del gusto tan típico americano es una representación de lo que Lucas cree que pasó o de lo que se acepta que ocurrió. Y es que muchos somos conscientes de que a la hora de hablar del director de California deberíamos hacer distinción entre los dos profesionales que comparten su cuerpo: el joven aspirante a cineasta y el dueño de un imperio comercial. Al haber alcanzado no sólo la independencia de los estudios, sino ser capaz de comprar un pequeño país con los más de cinco mil millones dólares que tiene en el banco, no hay nadie que se le ponga en su camino, y como a muchos antes que él, eso fue precisamente lo peor que podría ocurrirle.
Porque admitámoslo: del grupo de grandes amigos cineastas formado por Steven Spielberg, Martin Scorsese, Francis Ford Coppola y John Hughes, Lucas es el menos dotado, pero el que más suerte tuvo al promocionar sus trabajos. La grandeza de Star Wars no reside en la calidad de la película sino en lo que puede hacer por los demás: fábricas de juguetes, anunciantes, etc. Lucas admite que incluso aunque su Star Wars hubiese sido un fracaso, él aún habría sido capaz de “venderla”, lo que es la esencia de muchas grandes películas del cine actual. Con un ejército de muñecos, naves espaciales, espadas láser, disfraces, tazas, juegos de sábanas, papeleras, pósters, cómics, novelas, máquinas de pinball y cualquier cosa capaz de tener una pegatina de Star Wars adherida, la historia de Luke Skywalker se convirtió en una bomba económica sin igual al margen de su calidad artística. Pero tampoco vamos a decir que se trate de películas horribles sin ningún tipo de interés. Son ágiles, divertidas y llenas de personajes carismáticos, como el tenebroso Vader, el poderoso y sabio zen maestro Yoda, o el canalla de Han Solo. Son arquetipos, también, como ya se ha comentado hasta la saciedad, adaptaciones del libro El Héroe de las mil Caras de Joseph Cambell que le sugirió una estructura que no podía fallar.

Pero a la hora de realizar las películas, quedó patente que Lucas no es un hombre cercano ni al que le resulte fácil tratar con la gente. Harrison Ford ha hablado en varias ocasiones acerca de lo mal que se le da guiar a los actores y que en ocasiones sus indicaciones se limitan a “ahí está escrito, hazlo”, cosa que no siempre es posible. También es un chiste recurrente su poco talento para los diálogos, que los actores cambiaron en varias ocasiones y para los que necesitó ayuda (a veces de Carrie Fisher, que se volvió una experta en la reescritura de guiones), y no podemos tampoco negar el enorme trabajo de los diseñadores de efectos especiales o las personas que se tiraron horas montando hasta el último fotograma posible para que la película encontrase un ritmo que no existía antes de llegar allí (el famoso plano repetido del Morador de las Arenas). A pesar de lo mucho que se esforzó Lucas y de lo mal que lo pasó para sacar su visión adelante, su trabajo en realidad se vio beneficiado por la colaboración entre profesionales que sacaron brillo a sus ideas y le ayudaron a hacerlas presentables. Lejos quedan aquellos conatos de título como This is the story of Mace Windu, a revered Jedi Bendu of Ophuchi who was related to Usby C.J. Thape, Padawaan learner of the famed Jedi, o esos créditos iniciales de varias páginas de longitud. Donde Lucas ponía la imaginación, los demás lo apuntalaban con oficio y empatía, algo que quedaría demostrado años más tarde.

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Aun así, George se convirtió en uno de los mayores hombres en la industria del cine cuando otra de sus sagas llegó a rivalizar en fama y popularidad son los caballeros Jedi, Indiana Jones. Las dos sagas compartían una de las historias favoritas de Lucas, que era asegurar que todo provenía de los seriales televisivos que había visto en su infancia. Muchos profesionales de hoy día han pasado tanto tiempo con la pequeña pantalla que han acabado adoptando muchas de sus formas de entender el lenguaje audiovisual y En Busca del Arca Perdida tiene mucho de “película de la hora de la siesta”. Pero aquí entraron las incoherencias cuando Lucas asegurase que, en realidad, estas dos historias llevaban muchos años con él y había estado trabajando en ellas desde entonces. No podemos tomarnos en serio las entrevistas de actores y directores y mucho menos las que conceden cuando se encuentran de promoción. Saben muy bien lo que deben decir para contentar a los fans y dejar siempre la puerta abierta a la especulación, así que cuando Lucas afirmaba que tenía pensadas nueve películas o incluso doce para Star Wars, no podemos creérnoslo demasiado. Tampoco cuando asegura que en esencia, su historia trataba sobre Anakin Skywalker y su caída hacia el Lado Oscuro, sino que parece que con el paso de las películas, Darth Vader pasó de villano a personaje trágico en busca de redención y el público se encariñó de él más incluso que del propio Luke. Finalizadas ambas sagas, Lucas insistía en que tenía muchos proyectos y volvería a dirigir, pero cada vez fue más evidente que eso no iba a suceder. En su lugar se encargó de dirigir Lucasfilm o Industrial Light and Magic y en el caso de Indiana Jones, George ni siquiera escribía los guiones, sino que sentaba las bases del argumento y aclaraba de qué debería tratar, qué partes se podrían incluir y cuál debería ser el resultado final. Lucas era el jefe que decidía qué le gustaba y qué no, con capacidad incluso para expulsar del circuito oficial de convenciones y fiestas de Star Wars a David Prowse cuando creyó que había filtrado la muerte de Vader a la prensa, y en el momento en que decidió volver a tomar todas esas responsabilidades fue cuando todo se torció para él.

Pero antes de lanzarse de lleno a dirigir tres nuevas películas, Lucas se aprovechó de la tecnología que tan bien había quedado en Jurassic Park e introdujo una serie de cambios en las películas originales donde creyó que los efectos le habían fallado. Esta Edición Especial fue el principio de su ruptura con los fans, pues muchos de los cambios fueron injustificados y ridículos. CGI mal insertado, criaturas que bloquean la pantalla por completo impidiéndonos ver a los actores… elementos molestos que palidecen cuando vemos cómo el personaje de Han Solo queda maltratado en el enfrentamiento con Greedo. Aquí, como dicen, Lucas ya no entiende a su criatura, no se acuerda de que la cantina de Mos Eisley es un lugar “lleno de maldad y vileza” donde la gente muere en la barra del bar y la música sigue sonando. Ahora, Han no vaporiza al camaleón por presionarle, sino que hacen que sea Greedo quien dispara primero, para después CORTAR a Han Solo del fotograma, moverlo un poco, y hacer que dispare medio segundo después. ¿La razón? Que Lucas afirma que Han debería ser un personaje a lo John Wayne, tan seguro de sí mismo que hasta le daría a su oponente una oportunidad de acabar con él. La realidad tiene que ver con la rígida moral estadounidense que hace que muchos se pregunten si un tipo que dispara a matar bajo la mesa después de soltar un chascarrillo sería un personaje adecuado para los niños, pero es que Han nunca fue el tipo bueno. Fue el contrabandista, caradura y sinvergüenza que tanto nos cautivó. En varias ocasiones Lucas ha vuelto a modificar la escena para que los disparos ahora sean casi simultáneos, pero el daño ya está hecho. Camisetas con el lema “Han Shoot First” han elevado esa idea hasta el punto de que es una de las preguntas que más le hacen a Ford, que siempre despacha con profesionalidad asegurando que lo que haga Lucas, es lo que está bien.
A día de hoy, las Versiones Extendidas son moneda corriente, pero lo que hace diferente a Star Wars es que es imposible encontrar las ediciones originales. Lucas ee ha negado a comercializarlas tal vez con la esperanza de que el público acabe por aceptar los cambios. Reescribió, como el Gran Hermano, la historia. Y eso nos llevó a un debate sobre a quién pertenecen las películas, no en el terreno de derechos de autor, sino en el ámbito cultural. Y más cuando el propio Lucas en su juventud se opuso a que ciertas películas en blanco y negro fuesen coloreadas. Mucho más inteligente fue Spielberg, que por razones similares hizo una edición especial de E.T. con cambios digitales de la que reniega. Porque las películas no son lo que deberían haber sido, sino lo que son.

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En cuanto a las precuelas, a Lucas le importaba ya todo tan poco que no le importó ni siquiera ser incoherente consigo mismo, dejando la historia al servicio de la tecnología que tanto le cautivaba. Ewan McGregor declararía en varias ocasiones que el director parecía querer acabar con los actores cuanto antes. Por eso, y por el avance del cine digital, los episodios I, II, Y III son cintas muy frías donde nos damos cuenta de que Lucas no es que perdiera la chispa, es que directamente nunca la tuvo. Sin nadie que le revisase los guiones o le dijera que lo que estaba haciendo era ridículo, Lucas se llevó el golpe que siempre se hubiese merecido de no haber sido por la colaboración, algo de buena suerte y la presión de crear algo bueno. Pensó que el público se contentaría con guiños como que Darth Vader es el creador de C3PO, que Chewbacca y el maestro Yoda se conocían décadas atrás o que Hayden Christensen podría ser tan buen actor que merecería la pena introducirle en la edición en DVD de El Retorno del Jedi.
El resultado de esta nueva aventura no fue el esperado. Al ser la primera vez que Lucas se ponía tras las cámaras desde 1976 dejó claro cuáles fueron sus puntos fuertes y cuáles no, y relegaron una historia emocionante y entretenida a un simple blockbuster más sin garra ni personajes carismáticos. Y es que hay que ser muy mal director para desaprovechar a actores como Liam Neeson o Christopher Lee.

En 2012, George Lucas rompió para siempre con los fans, sobre todo con los que había ido atesorando desde el principio. Algunos de ellos incluso crearon documentales sobre el tema y canciones tan pegadizas como “George Lucas violó mi infancia”, que puede sonar excesivamente melodramático, pero que ilustra bien la situación. El problema tal vez sea que muchos, en una época donde Star Wars era novedoso y atractivo, depositaron en ella todas sus esperanza y han magnificado a su creador como un hombre que vivía por y para los fans sin darse cuenta de que simplemente se trata de un flojo guionista con un par de buenas ideas, lo que fue más evidente en Indiana Jones 4, donde imperaban sus ideas aunque a nadie les gustasen.
Tras la salida de la trilogía original en Blu Ray, Lucas tomó la decisión de retirarse. Lo hizo discretamente sin fiestas ni grandes titulares y se hizo a un lado tras designar a Kathleen Kennedy para que dirigiese la compañía. Poco después, Disney adquiría Lucasfilm por más de tres mil millones de euros.

Desde entonces, Lucas ha mantenido un bajo nivel y es un hombre jubilado que ha contraído matrimonio trsa muchos años intentando no caer en divorcios millonarios como sus amigos. Sus últimos intentos de ejercer como director (Red Tails, otro de sus larguísimos y añorados proyectos) no le fueron muy bien, y a estas alturas sabemos que jamás rodará esas películas independientes de las que aseguraba que estaba entusiasmado por hacer. Su vida y su obra siempre estarán ligadas a Star Wars y no es decir poco. Es un hombre importante para la industria pero no tan infalible como él o su compañía han vendido, y su gran fallo fue ser incapaz de relacionarse con las personas que necesitaba para hacer sus películas. La negociación con Disney, cuyos detalles no conocemos del todo, intuimos que fue dura. El plan de Lucas era realizar una película más, un Episodio VII y después vender la compañía, pero Disney se negó en rotundo y hasta rechazó sus ideas en las que había estado trabajando con el guionista de Toy Story 3 Michael Arndt. Disney anunció que Lucas permanecería como “consultor”, pero parece ser más un término honorífico que algo real, ya que la implicación parece ser nula. Lucas ha pasado a la historia, y en una mesa redonda en la que Kennedy se sentó junto al director, quedó claro que éste último pintaba muy poco cuando apenas hablaba y se quedaba mirándose los pies.
Su papel en la historia de Star Wars ha terminado, y lo que opine él de The Force Awakens es algo que a Disney no le preocupa en absoluto. La saga galáctica está en manos de una compañía que la ve como una gran mina de oro lista para ser explotada en forma de películas, juegos, juguetes, series de televisión y spin offs, y han ideado un ambicioso plan cinematográfico para rivalizar incluso con Marvel. Nada menos que seis nuevas películas se encuentran en preparación. El próximo día 18, cuando The Force Awakens se haya estrenado en casi todo el mundo, la respuesta a la pregunta de a quién pertenece Star Wars quedará contestada: Ahora, ya ni siquiera a su padre.

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