Marvel acertó al contar con Netflix para trasladar algunos de sus personajes a la pequeña pantalla. Tras el buen resultado de Daredevil, la segunda de sus series se iba a centrar en Jessica Jones, una investigadora privada con una serie de habilidades extraordinarias que lucha contra el crimen en Hells Kitchen, tal vez, muy cerca de donde Murdock & Nelson tiene su despacho. Los nuevo trece episodios sirven como preparación para una serie conjunta titulada Los Defensores, que juntará al diablo rojo y a la Jessica con Luke Cage y Iron Fist, una versión de Los Vengadores para televisión muchísimo más oscura y donde la violencia y el sexo se dan de la mano.
Es muy difícil superar a Daredevil, que encontraba su hueco en un universo superpoblado que se quedaba al margen lo bastante como para permitirle encontrar su propio estilo. En comparación con Thanos o la inminente Civil War, Matt Murdock sólo se ocupaba del barrio de Hells Kitchen, el mismo donde Jessica tiene que enfrentarse a Kilgrave, un hombre con la capacidad para controlar las mentes de los demás. Una vez más, optamos por alejarnos del spandex y buscar un acercamiento realista a los personajes. Jessica Jones no viste como en los cómics y Kilgrave no es “El hombre púrpura”, sino que está interpretado por un David Tennant brillante que es lo mejor, junto con Kristen Ritter, lo mejor de una serie adulta y más cercana al thriller y al cine negro que al género de superhéroes.
Tennant hace su mejor versión de Hannibal Lecter en escenas que incluso le colocan tras un cristal, y su presencia se acentúa conforme pasan los capítulos dándole la oportunidad de espaciar su interpretación, que va mucho más allá del típico villano. Tennant es capaz de otorgarle profundidad y captar a la perfección una personalidad tan narcisista con el que muchas mujeres pueden conectar, pues su postura respecto al enamoramiento (o lo que él cree que es el enamoramiento) es en realidad una actitud agresiva que muchas han tenido que soportar. Así, los poderes son secundarios y lo que nos importan son los personajes, pero no todos ellos destacan de la misma forma. Hay subtramas un poco innecesarias, como ese Luke Cage que a la espera de su propia serie, aquí aparece de figurante en varias escenas de sexo sin que aporte gran cosa, o el personaje de Carrie Ann Moss, completamente innecesario y que lo único que consigue es restarle punto a una serie que con tres capítulos menos hubiese quedado más redonda.
A su favor tiene un argumento macarra y de calidad, que no cae en los tópicos del género ni tampoco vende la etiqueta de “feminista” para ganar puntos frente a su público potencial. En su lugar decide centrarse en un personaje femenino fuerte y en sus problemas, sin tratarla ni mejor ni peor que cualquier personaje masculino que pudiese estar en su situación, el verdadero camino que deberían seguir todas las producciones hoy día. Jessica es dura pero no una machorra, no suelta monólogos acerca de lo duro que es ser mujer en un mundo de hombres y sin embargo, podemos ver cómo el control mental de Kilgrave entra de lleno en el terreno de la violación. El problema es el público, que sigue ensalzando a personajes como el villano en la idea de que el amor les da luz verde para hacer lo que quieran, y que no se dan cuenta de que en realidad se trata de una relación tóxica como la que mantienen Harley Quinn y el Joker. Esto es lo mejor de una serie cuya trama puede complicarse demasiado por la necesidad de alcanzar los trece capítulos, pero que cuando deja colgados a los personajes más molestos, coge velocidad y nos permite ver un duelo actoral bastante interesante. Aun así, estos Defensores se diferencian del equipo de Iron Man y el Capitán América en que no tienen un humor que les sirva para conectar, por lo que habrá que ver qué tal encajan personajes tan diferentes en un mismo equipo. De momento, Daredevil tiene por delante un enfrentamiento con The Punisher, y Luke Cage espera el momento de ser el siguiente en pasar a la acción.