‘La jungla de Cristal 3: La Venganza’ — Summer in the city

La segunda parte de las aventuras de John McClane no estaba mal, pero se notaba muchísimo que Renyy Harlin no era John McTiernan. Cuando el director regresó para esta tercera entrega volvieron a coger un guión que ya había por ahí y que había sido pensado para ser protagonizado por Brandon Lee, y lo modificaron para que encajase mejor con los tópicos de la saga de Bruce Willis. Es curioso saber que este guión, titulado ‘Simon says’ estuvo muy cerca también de ser la cuarta entrega de Arma Letal, otra saga de acción de la que no sé hasta qué punto he hablado en el blog, pero de la que soy fan, incluso de la cuarta parte con Jet Li y que me sigue pareciendo una gran película de acción digna de estudio. Todos estos detalles sirven para entender que John McClane no parece haber tenido un guión original en su vida y que eso se nota mucho en el resultado final, como podremos ver en esta gran película que se va hundiendo conforme avanzan los minutos.

En la tendencia de las secuelas de hacerlo todo más grande, pasamos de un edificio a un aeropuerto, así que ahora tenemos una ciudad. Nueva York empieza vibrante en la pantalla al ritmo de Summer in the City, que nos pone en situación antes de la explosión que activa la trama. Es un comienzo fantástico, y de pronto recuperamos a un McClane más hundido y solo que nunca, y además, con resaca. Esta vez no se encuentra por accidente en el centro de los disparos, sino que alguien le quiere allí. Esta vez, y tras una escena con mucha mala leche en Harlem conoce a Zeus, un Samuel L. Jackson en su eterno papel de “negro cabreado” que define su filmografía a la perfección. Juntos deben jugar al son de este tal Simon que resulta ser el hermano de Hans Gruber, el perfecto Alan Rickman de la cinta original. Tener a Jeremy Irons es todo un acierto y me parece un actor que se merece más reconocimiento y éxito en sus trabajos, y dan el pego como familiares. El problema es que su plan, excesivamente complejo, se ve salpicado por esta venganza personal que no parece tener mucho sentido si lo pensamos bien. Su plan de asaltar la reserva federal, y que estaba tan bien escrito que el FBI interrogó al guionista de la película, hubiese salido mejor si hubiese dejado al policía borracho en el sofá de su casa.

La jungla 3 va perdiendo fuelle poco a poco a pesar de seguir contando con su habitual grupo de personajes a cada cual más deslenguado y borde que el anterior, y sobre todo en su parte final, se notan demasiado los cortes. Esto es lo que hace que cada vez que la veo la disfrute menos, porque al contrario que la primera película, no vemos que vayan construyendo un conflicto hasta resolverlo de forma magistral en el último piso de la torre Nakatomi. Aquí el enfrentamiento con Gruber se corta en el barco y da pie a un epílogo apresurado en el que los personajes se traicionan a sí mismos. McClane es simplemente un policía, no un justiciero que pueda ir a Canadá llevándose a Zeus a bordo de un helicóptero. El final alternativo en el que McClane mata a Simon con un bazooka es también flojo, y casi que el que mejor le queda es ese nunca filmado en el que la bomba del parque, la de los galones de agua, acababa en el avión del villano, que preguntaba antes de la explosión si alguien tenía una garrafa a mano. En resumen, La Jungla de Cristal 3 es una gran película que pierde energía conforme se aleja del planteamiento inicial de su guión reciclado y a la que le hubiese venido bien un poco más de trabajo sobre el papel. Su ritmo, su humor negro y algunas de sus escenas son impresionantes, pero el conjunto no es todo lo redondo que hubiese merecido. Una lástima, y más cuando comprobamos que tras esto, ni Bruce Willis ni John McClane volverían a ser los mismos. Y no me refiero sólo al pelo.