‘Regreso al Futuro 2’ — El mañana es hoy

La primera entrega acababa con un chiste en el que Doc le aseguraba a Marty que adonde iban no necesitaban carreteras. Y el gran éxito de esa cinta propició dos entregas que se grabaron a la vez y que estiraron hasta el límite la historia de los dos viajeros en el tiempo con más estilo del mundo. Regreso al Futuro 2 de hecho comienza con la escena del final para que no nos demos cuenta de que han cambiado a la actriz que interpreta a Jennifer, y pronto Doc nos lleva a un futuro distante que es… hoy.

Hay dos cosas interesantes de esta película: la primera es obviamente todo lo que concierne al guión y la segunda qué visión del fabuloso 2015 tenían en 1989. Aquí me interesa comentar la primera, en cómo la idea de “no hablar con nadie ni tocar nada” enmascara el plan de Doc para salvar a los hijos de Marty de cometer un delito. En teoría esto contradice las estrictas reglas del Doctor Brown, pero teniendo en cuenta que ya cambió su propio destino al colocarse un chaleco antibalas al final de la película anterior, tampoco cuenta demasiado. Marty debe ponerse en la piel del payaso de su hijo (acertada representación de un adolescente atontado que necesita un par de collejas) y evitar al matón del futuro que no es otro que el nieto de Biff Tannen, lo que potencia la sensación de repetición, pues vamos a ver una y otra vez las mismas escenas en distintas épocas, como la persecución en monopatín (o aeropatín), o el perfecto ejercicio de montaje que nos lleva de vuelta a 1955 y donde entramos en la película original desde otro punto de vista.

Creo que la parte en la que regresamos al baile del encantamiento bajo el mar debería ser estudiado por todos los aspirantes a director de cine, porque vemos cómo enlazan con metraje rodado y editado años antes y juegan con lo que el espectador ya conoce. Lo más curioso es que Crispin Glover se negó a participar en la secuela, así que cada vez que vemos su rostro es metraje de archivo que le llevó a denunciar a los productores por utilizar su imagen sin su consentimiento. Esto firmó un precedente por el cual hay que tener cuidado cuando en secuelas se menciona a personajes que ya no están en nómina. Pero al margen de eso, no se nota que hay saltos, e incluso vemos planos donde Marty abre una puerta golpeando sin querer a su yo futuro. Y ni siquiera hablemos entonces del 1985 alternativo en el que Tannen se ha convertido en Donald Trump y que muestra sin efectos especiales innecesarios cómo podría llegar a ser HELL Valley.
Formando con su predecesora un bloque indivisible y dejando hueco para una tercera película muy diferente, Regreso al Futuro 2 es una de esas secuelas que cumplen con su cometido repitiendo lo que les dio éxito en primer lugar y añadiendo los suficientes elementos como para encontrar su propio hueco por méritos propios entre saltos temporales que nos llevan a un futuro que desde hoy deja de serlo a un salvaje Oeste que aún estamos por descubrir.