En varias ocasiones he hablado de fotografía en este blog, como en aquella sección de imágenes raras o curiosas que publiqué hace un par de años. La intención era aportar un punto de vista diferente a las típicas imágenes de estrenos o galas de premios que con photoshop y trajes caros nos muestran un aspecto idealizado de la fama. Ver a los famosos como personas en vez de como objetos. La fotografía no es sólo una categoría en la ceremonia de los Óscar, sirve para potenciar las emociones de la escena o incluso mandar un mensaje más poderoso. Llevaba tiempo pensando hacer un especial sobre cine propagandístico, pero de momento voy a centrarme en la fotografía personal de líderes y políticos, en cómo han sido conscientes del poder de la imagen y cómo ésta ha sido determinante en su papel en la Historia.
En 2007, un joven senador de Illinois anunció su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos. En su momento muchos dijeron que aquel chico estaba soñando porque había muchas razones por las que él jamás iba a acceder a la Casa Blanca, empezando en el nombre del edificio. Tenía por delante una dura batalla no solamente con sus contrincantes republicanos sino con los miembros de su propio partido, que ya apoyaban a Hillary Clinton para ser la primera presidenta del país. En contraste con un héroe de la guerra de Vietnam como John McCain, muchos desconfiaban de un hombre llamado Barack HUSSEIN Obama, lo que hacía muy necesario un fuerte estímulo al electorado, una razón para fijarse en él. Lo hicieron convirtiéndole en el símbolo de la renovación y el cambio con un lema que daba a entender que todos los sueños que ellos tenían, acabar con la ridícula guerra de Irak o enfrentarse a las grandes penurias económicas de regiones como California, podían hacerse realidad. YES, WE CAN fue el lema propuesto por David Axelrod, en el que como él indicó, no hacía ninguna referencia al talento o capacidades del candidato. No se centraba en él sino en lo que podían conseguir juntos. Aun así, fue Michelle Obama quien convenció a su marido para utilizarlo en la campaña que le convirtió en el primer presidente afroamericano de los Estados Unidos.
Comparado con los dos mandatos de George W. Bush centrados en la amenaza terrorista y las invasiones de Irak y Afganistán, Obama era un soplo de aire fresco a un país crispado y falto de ánimos. Por supuesto, algunos intentaron evitar su elección aludiendo a que un negro como él no podía haber nacido en el país, requisito indispensable para la elección. Podréis imaginar quién fue el principal crítico de Obama porque ahora intenta ocupar su despacho.
Desde 2009, Obama ha sido uno de los hombres más poderosos del mundo y también, uno de los más mediáticos. Está en todas partes, ayudado sobre todo por la era de internet, algo a lo que ninguno de sus predecesores tuvo que enfrentarse. Cualesquiera que sean sus logros en el cargo pasarán de largo y la Historia y el pueblo le recordarán más por actos concretos que por un balance equilibrado y documentado de su liderazgo. Y es aquí donde entra en juego el poder de la imagen.
Obama despierta interés tanto por su profesión como por su vida personal. Ha sido abierto y amable en todos los actos oficiales dejándosele ver como un padre de familia comprometido y amante. Su esposa nunca es “La primera Dama”, es Michelle, que aparece en programas de televisión y se divide las relaciones públicas con una soltura que no da a entender que pertenezca a las más altas esferas políticas. Sí, Obama viaja a bordo de una limusina blindada capaz de resistir el impacto de un mísil, pero la imagen que transmite es de cercanía y humanidad. Y esa es una de las cualidades de todas las fotografías que la oficina de la Casa Blanca distribuye del dignatario. A pesar de que cualquiera pueda fotografiarle en encuentros o viajes alrededor del mundo, las imágenes oficiales están tomadas por el fotógrafo Pete Souza, que se ha convertido en uno de los hombres más pegados al presidente con capacidad para ir donde quiera y hacer lo que desee en todo momento.
Souza ya trabajó para la Casa Blanca durante la presidencia de Ronald Reagan, pero tras regresar al Chicago Tribune vio algo en Obama que le indujo a centrarse en él. Como fotoperiodista ha documentado su ascenso al cargo y su vida en él proporcionando al público una imagen del líder que debe mucho a su talento y dominio de la fotografía. Sus trabajos son compartidos en su cuenta personal de Instagram y en el Flickr oficial de la presidencia, accesibles a cualquiera en cualquier parte del mundo. El fotógrafo oficial se enfrenta a la tarea de hacer un trabajo para la biblioteca del presidente y esto le lleva no sólo a estar cerca, sino a ser testigo de primera mano de acontecimientos que aparecerán en los libros de texto. Su figura es tan interesante que National Geographic realizó un documental sobre él donde vemos el trabajo de los fotógrafos que estuvieron junto a Bush el 11-S o con Nixon el día de su dimisión. Incluso Obama aparece entrevistado hablando de la importancia del trabajo de Souza, quien realiza una propaganda de su jefe digna de estudio y que está siendo imitada con penosos resultados.
Independientemente de nuestras ideas políticas, Obama inspira respeto y confianza. Y eso se debe a que Souza además ha tenido la buena visión de no limitarse a realizar fotografías testimoniales de su trabajo. En busca del elemento humano, las fotografías sirven para que los americanos y los miembros del propio equipo Demócrata sepan para quién trabajan y quién les lidera. Le muestran apretando manos, saludando bebés y preocupado por todos los aspectos de la vida diaria de sus conciudadanos. Participa en comedores sociales, asiste a funerales de soldados, habla con todo el mundo y no sólo está allí sino que en las imágenes parece realmente involucrado e interesado en lo que está haciendo. Le muestran no sólo como un líder impecable sino como un tipo trabajador, sin olvidar la faceta humana que hay tras él jugando al billar, divirtiéndose con los niños que corren por el despacho Oval o bebiendo cerveza. Son muy conocidas las imágenes del presidente disfrutando de una hamburguesa en el restaurante de la esquina de cualquier ciudad, hablando con una profesora de una escuela elemental, una asociación de padres o cualquier vecino con un problema. Y aunque sabemos que seguramente la hamburguesería esté blindada hasta los topes y haya tipos del servicio secreto vigilando cada ingrediente que le echan a la comida, la sensación que transmiten es que son situaciones completamente espontáneas donde Obama no sólo le sirve patatas fritas al primer ministro ruso, sino que además es capaz de levantarse y pagar de su propio bolsillo el almuerzo.
Curioso, divertido o relajado con las mangas de la camisa subida, Souza proporciona al público una vista a la intimidad del presidente corriendo con su perro en unas imágenes que hace unos años serían impensables de tomar o quedarían relegadas a unos pocos. Si bien esto es propaganda del gobierno, no podemos tampoco negar la objetividad en muchos casos y la libertad de Souza para captar a su jefe hundido y derrotado, algo que hace que concedamos mayor valor a las imágenes optimistas y alegres, bañadas en colores vivos y cálidos para mostrarnos un ambiente feliz y ágil.
Obama debe mucho de su carisma a las cámaras de fotos y las redes sociales, que le permiten estar ahí para su pueblo incluso cuando realmente no lo está. Y eso lo sabe hasta el punto de animar a cualquiera a hacer fotos en sus visitas a la Casa Blanca, con Michelle haciendo un vídeo en Instagram donde rompe los famosos letreros que impedían a los turistas retratarse. Conscientes del poder de la imagen, Souza muestra al ser humano no sólo capturando lo que ocurre sino dotándolo de sentido. El presidente saluda y corre con niños. Llama por teléfono, actúa y juega al baloncesto en chándal. Pero también muestra el ideal del Yes, We Can con la foto del arcoíris que le marca como esperanza o juega con su fuerza fotografiándole desde abajo bajo una intensa lluvia. Permite al público ser testigo de acontecimientos históricos de primer nivel como el momento en el que un grupo de marines ejecutaba a Osama Bin Laden en Pakistán. Haciendo una vez más énfasis en las expresiones de concentración de los presentes, podemos ver a un presidente que horas antes dio la acostumbrada cena con los representantes de prensa repleta de chistes sobre su supuesto pasado africano. La demostración de que en política importa no sólo lo que haces, sino cómo lo haces.
Con este trabajo podemos entender por fin el respeto y admiración por la figura del Presidente que tienen los americanos y tantas veces hemos visto explotar en películas como Air Force One, Armageddon o Independence Day. Y también el Sueño Americano que promete llegar a lo más alto a base de determinación y esfuerzo en un país que recompensa a los trabajadores y emprendedores. Obama no es sólo un funcionario público o una celebridad, podemos verle en programas de televisión tomando el testigo de Stephen Colbert, bailando con Ellen Degeneres, o incluso sometiéndose a las incómodas entrevistas de Zach Galifianakis. Por supuesto estos actos suelen tener detrás un mensaje electoral como su reforma sanitaria o su campaña por la restricción de las armas en su país, pero sus ideas quedan siempre detrás de la presencia humana del líder americano, lo que le hace más agradable a sus compatriotas y el mundo. En los últimos meses incluso se ha creado una cuenta personal de Twitter que hemos podido ver que maneja él mismo y donde contesta de vez en cuando a ciudadanos o responde ante los acontecimientos de la semana, como el del niño musulmán ingeniero que construyó un reloj y que acabó detenido cuando sus profesores le denunciaron por fabricar bombas.
Souza ha creado toda una curiosidad para el resto del mundo, y pasen los años que pasen, Barack Obama tiene todo a su favor para ser uno de los presidentes más carismáticos y queridos por el público. Al margen quedan obviamente los estudios políticos, pero es popular dentro y fuera de sus fronteras como una imagen de firmeza y trabajo duro digna de envidiar. Lo más interesante sin duda es ver cómo el resto de países parece querer imitarle, pero fracasando estrepitosamente. Hay muchos artículos que destacan que los políticos españoles necesitan mejores fotos, y es porque sobre todo en el caso de Mariano Rajoy o los jóvenes nuevos líderes que aspiran a la grandeza, están impresionados por el aire de cercanía y amabilidad de Obama y Souza que olvidan que esas imágenes están no sólo muy bien hechas, sino que utilizan aspectos simples y cotidianos poniéndolos al servicio de un ideal.
#1 por Vini el 22 septiembre, 2015 - 19:27
Gran articulo