El rodaje de Suicide Squad, la película sobre el grupo formado por los enemigos de Batman, ha terminado, y en ella podemos ver nuevos talentos como Margot Robbie y actores consagrados como Jared Leto. Pero sin duda el que más sorprende es Will Smith en un papel secundario, algo que pocas veces había hecho en su carrera. Este giro hace que muchos se pregunten si es cierto que la carrera de Smith, el chico que entró en las casas de medio mundo con una sitcom familiar, está acabada. Will Smith alcanzó su estatus de estrella a mediados de la década pasada, pero una serie de películas sin garra y extrañas decisiones personales han hecho que ya no sólo no tenga tanto tirón como antes, sino que haya quien le considera detestable.
Su perfil de IMDB nos muestra que ha sido nominado al Óscar en dos ocasiones junto con más de ochenta premios. Sin embargo nunca ha sido un actor aficionado a los festivales independientes. Su estilo es el del cine comercial a gran escala, los blockbusters del verano donde la gente acudía atraída por su nombre y la cara en el cartel. Pero esta carrera que ahora parece languidecer no comenzó ni siquiera en la televisión que le dio la fama, lo hizo en el mundo de la música.
Will Smith nació en 1968 y durante su juventud intentó hacerse un hueco en el hip hop del Oeste de Filadelfia uniéndose a un DJ llamado Jazzy Jeff, con quien congenió enseguida. Su primer single, publicado en 1986, fue Girls are nothing but trouble. El videoclip hacía uso de un estilo cartooniano y funky donde Will representaba varias situaciones a cada cual más ridícula con el sexo opuesto. Una característica de su música sería la ausencia de insultos o palabrotas tan común en otros cantantes de hip hop, lo que le convertía en accesible para todos los públicos y hasta divertido. Tras vender trescientas mil unidades de su primer disco, con el segundo consiguieron el primer Grammy para una canción de hip hop por Parent Just Don’t Understand. Hubo poca evolución en este disco y las paredes blancas llenas de graffitis y actitud chulesca siguieron siendo la seña del dúo. No fueron mundialmente famosos, pero su éxito les sirvió para hacerse un nombre y en el caso de Will, condenarle a la bancarrota.
En 1990, su single I think I can beat Mike Tyson mostraba a un Will caricaturesco retando al famoso boxeador, que acababa dándole una paliza en el videoclip. Pero lo más interesante es la aparición de los actores James Avery y Alfonso Ribeiro, que interpretaban al magnate del boxeo Don King y a un personaje que aparecía medio segundo.
Para entonces, el IRS había empezado a investigar a Will. Había administrado tan mal su dinero que se le había olvidado pagar sus impuestos, acumulando una deuda de casi tres millones de dólares que podría llevarle a la cárcel. Su salvación llegaría por accidente cuando el productor y cantante Benny Medina buscase a alguien para interpretar una serie de televisión basada en su vida. Will parecía la opción perfecta, pero al margen de su carisma en el mundo del videoclip, no tenía ninguna experiencia previa en la actuación.
Mientras desarrollaban la serie, Alfonso Ribeiro le recomendó que pensase bien el nombre de su personaje, pues así sería cómo el público llegaría a conocerle. Así que no sólo utilizó su verdadero nombre, sino que uso su apodo en el mundo del rap (The Fresh Prince) para el título del show, interpretando la canción de cabecera y creando una de las más famosas del mundo entero. La serie se basaba en un joven de clase media baja que se iba a vivir con unos familiares ricos en Bel-Air dando pie a chistes sobre clubs de campo y los inevitables roces económicos, pero por debajo de todo eso existía una gran crítica social mejor o menor llevada. El príncipe de Bel-Air estaba al servicio de Will, de su humor, su exagerada actuación y su carisma, a pesar de que él reconoce que en los primeros capítulos interrumpía constantemente a los otros actores porque no conocía sus líneas. Incluso Tatyana M. Ali, de once años comentó que tuvieron muchos problemas al principio con él.
La serie fue una gran plataforma para el lanzamiento de su protagonista, pero sería el único que se beneficiaría de ella. El resto del reparto cumplía con su función de crear una familia tan estructurada que daba envidia verla, a pesar de que la hija mayor, Hillary, era el epítome de la malcriada caprichosa, o Carlton el típico niño de papá que se consideraba superior a los demás. Pero el tío Phil, sobre el que se hicieron demasiados chistes sobre su peso, sabía romper la fachada de gruñón carroza para convertirse en la única figura paternal que Will jamás conoció o llegó a necesitar, y su relación se haría cada vez más profunda. Juntos entraban cada día a la en las casas de la gente haciéndoles tan familiares que podríamos llegar a pesar que los conocemos.
Lo más interesante de la serie, no obstante, ocurría tras las cámaras. Como que Will dedicaba el setenta por ciento de su sueldo para pagar a hacienda, o que su confianza creció a gran velocidad conforme las audiencias le hacían famoso. Eso quiere decir que cada vez empezó a tener más control sobre la producción haciendo que los guiones girasen más y más sobre sus bondades. Esto molestó a Janet Hubert-Whitten, que interpretaba a Tía Vivian, y la tensión culminó en el despido de la actriz tras el final de la cuarta temporada. Oficialmente se dice que Janet violó una cláusula de su contrato en el que se comprometía a no quedarse embarazada, pero incluso James Avery, que interpretaba a su marido, comentó lo difícil que se había vuelto su relación con ella.
Will Smith siempre ha sido conocido por su egocentrismo, y muchas veces no se sabe dónde acababa el personaje chistoso, popular y guay, y empezaba el actor. Hace poco admitió que esto se debía a una profunda inseguridad provocada cuando su novia de la adolescencia le fue infiel, cuando pensó que si llegaba a ser la estrella más grande y rica del mundo nunca le rechazaría nadie más. Pero a medida que su fama en la televisión aumentaba, no lo hacía en la música. Code Red, su último álbum con Jazzy Jeff, no vendió todo lo esperado y propició una separación temporal que continúa hasta hoy. Tras finiquitar sus deudas, Will dio el salto al cine con Seis grados de separación y Dos policías rebeldes, la primera película de Michael Bay, una buddy movie con Martin Lawrence sobre, como podemos imaginar, dos policías que tienen un estilo muy particular. La película tiene estética de videoclip y ya muestra mucha de las características típicas de Bay, como los travelling circulares, las cámaras lentas y un guión utilizado como excusa.
Cuando se estrenó, El príncipe de Bel-Air ya iba por su sexta temporada y había durado tanto gracias a la insistencia de los fans, que enviaron miles de cartas al estudio cuando la serie acabó oficialmente en la cuarta. Cuando se puso fin, Smith ya sabía qué clase de estrella quería ser, el protagonista de grandes películas que rompiesen las taquillas, y ese sería el esquema que repetiría durante años, llegando a convertirse en un chiste recurrente saber de qué nos salvaría Will Smith el próximo verano.
La base para esta forma de trabajar fue Independence Day, una cinta de Roland Emmerich que fue todo un fenómeno en 1997 gracias a una de las invasiones alienígenas más brutales y bien enfocadas de la historia del cine. Jugaba a su favor con una falta de imaginación total, porque nada se dejaba sin mostrar. No había sutilezas ni dobles sentidos, sólo una gran cinta de acción con gigantescas naves extraterrestres que comenzaban la moda de destruir exclusivamente los monumentos más importantes del mundo, especialmente los norteamericanos. También hacía un descarado uso del patriotismo yanqui mostrando incluso al presidente pilotando un caza de combate en una espectacular batalla final. Este es sin duda uno de sus mejores trabajos y un salto en esa “carrera” que estamos repasando, hasta el punto que siempre hemos deseado ver una secuela que nunca parecía llegar… hasta ahora. Su siguiente proyecto fue Men in Black, una adaptación de cómic en la que también luchaba con extraterrestres. La diferencia era que el componente cómico era muchísimo más importante, partiendo de un escenario en el que el gobierno ocultaba la existencia de alienígenas que vivían en la Tierra basado en la famosa leyenda urbana que afirma que la mayoría de los taxistas neoyorkinos son en realidad extraterrestres. Además aquí Will no sólo se despojó para siempre del hortera vestuario de principios de los noventa, sino que regresó a la música en solitario con uno de sus temas más conocidos. Parecía que podía triunfar en todo gracias a su simpatía e irreverencia porque el público le veía un tío cercano y amable, como si Bel-Air o la industria del espectáculo jamás le hubiesen cambiado.
Pero Wild Wild West, un western surgido de una de las mejores anécdotas de Kevin Smith, fue su primer gran fracaso, hasta el punto de que el videoclip que acompañaba a la película era mejor que ella. El golpe fue aún más duro al descubrir que Smith había rechazado protagonizar Matrix para dedicarse a esta cinta, e iniciaría la costumbre de que los proyectos rechazados o cancelados de este actor serían mucho más interesantes que las películas realizadas.
Enemigo público viene a ser otra variante de ese estilo, muy superior a Men in Black 2 donde Tommy Lee Jones no parecía tener demasiadas ganas de aparecer, algo que sería muchísimo más evidente en la tercera entrega, tardía y sin garra, ya sin ni siquiera una canción decente como tema central, algo que deja la franquicia coja. Como también lo fue su reencuentro con Michael Bay en Bad Boys II, en la que el estilo del director de Transformers se estiró hasta convertirse en un anuncio carísimo de trajes y coches, chistes malos y chicas con muy poca ropa.
Paralelamente a su estatus de superestrella, que seguía consiguiendo taquillazos allá donde iba, consiguió uno de los papeles más codiciados por cualquier actor negro: el del boxeador Muhammad Ali. Si bien a Will un personaje tan carismático, arrogante y creído le resultaba perfecto, muchos de sus compañeros de profesión como Jamie Foxx o Cuba Gooding Jr. declaraban en entrevistas que los papeles para personas de raza negra, ya de por sí escasos, iban directamente a la oficina de Smith y ellos tenían que contentarse con las sobras. Ali es posiblemente el mejor trabajo de este actor, que se metió tanto en la piel de un hombre pagado de sí mismo hasta lo inaguantable que dicen que gran parte de su carácter se le quedó pegado desde entonces. Aquí sería donde conseguiría su primera nominación al Óscar, pero lo perdería frente a Denzel Washington por Training Day.
Alcanzando la madurez, ya no era el chico que llegó en un taxi. Sus entrevistas demostraban lo consciente que era tanto de su éxito como de su propia imagen, con algunas perlas sobre la gran capacidad que tenía para lograr sus objetivos. Dejó caer, junto con su mujer Jada Pinkett Smith, que estaba tocando techo en la industria del cine y planeaba ayudar a cambiar el mundo, tal vez incluso presentándose a Presidente de los EEUU, el culmen del sueño americano. Quizá por eso, siendo su propio productor empezó a convertirse en su mayor enemigo. El único intento de entrar en la creciente moda de los superhéroes fue Hancock, que se vendió como una cinta macarra protagonizada por un borracho caradura… que a partir del segundo acto cambiaba para convertirse en un salvador de la humanidad tan guay como sólo él podía serlo. Hancock vino de la mano de Soy Leyenda, la nueva versión del relato de Richard Matheson que casi rodó Ridley Scott con Arnold Schwarzenegger diez años antes, y sería la última gran película de Will Smith. Otra de esas que tenía pinta de convertirse en franquicia, pero que se quedaría en el limbo cuando el actor decidiera que había llegado la hora de centrarse en otros aspectos de su vida personal. Con En busca de la felicidad, Will no sólo consiguió su segunda nominación al Óscar, sino que presentó al público a su hijo Jaden, de sólo nueve años.
Muchos comentaron que gran parte de la perfecta actuación de Will en esta historia de superación se debía a que quien interpretaba a su hijo era en realidad su propio retoño. El problema era que a quien el público quería ver en realidad era al padre, no a sus hijos, a quien ya empezaba a meterles en todos sitios en uno de los más exagerados casos de nepotismo que Hollywood ha visto en los últimos años.
Ayudar a tus hijos a encontrar su lugar en la vida es algo muy noble, pero en la industria del espectáculo lo primordial es entretener para hacer caja. Will llevó a Jaden a todos los programas de televisión posibles ejerciendo de padre y mecenas de este nuevo rostro con permanente ceño fruncido, demostrando que el talento y el carisma no es algo genético. Will era tan profesional que podía ir a lugares absurdos como El Hormiguero en España y ser el único invitado extranjero que no salía de allí asqueado por el trato recibido, como también de ir al programa de Graham Norton y reventar Youtube no una sino dos veces con la famosa intro de El príncipe de Bel-Air y las apariciones estelares de Alfonso Ribeiro y Jazzy Jeff. Aquí podíamos ver también cómo indicaba a su hijo que tenía que levantarse cada vez que cantaba una canción, pero el chaval no daba una y rodeado de los profesionales que hicieron famoso a su padre, se notaba aún más su falta de talento.
El problema de Jaden y Willow Smith es que son todo lo opuesto a Will, y él parece no darse cuenta. No vimos una evolución ni cómo lucharon para llegar a lo más alto, sino que el éxito de sus padres les permitía iniciar una carrera en la música o en el cine con tan solo desearlo. Además de ser más sosos que la dieta de un diabético, su educación dejó ver algunas grietas en la fachada del hombre afable y juvenil que siempre fue el Príncipe. Para empezar muchos no entendían que no quisiera llevarlos a un colegio y afirmase en entrevistas que él podía ser mucho mejor profesor que todos los demás porque para eso “sólo había que leer un libro”, y es que Hollywood le había dado carta blanca para conseguir lo que quisiera y rara vez escuchaba un “no”, como a Tom Cruise, uno de sus mejores amigos y quien le acabaría llevando a un extraño culto que parece sentir predilección por los famosos.
La Iglesia de la Cienciología es una secta fundada por el escritor de ciencia ficción L. Ron Hubbard, y ha sido duramente criticada por el trato que se dispensa a los fieles. Hubbard desarrolló un sistema de creencias cerradas e ininteligibles donde aprendes a liberarte de las cicatrices psíquicas provocadas por nuestras vidas pasadas, responsables de todas las enfermedades y limitaciones mentales. Los detalles son protegidos celosamente por las leyes de derechos de autor y sólo se revelan a aquellos que han alcanzado un alto nivel dentro de la organización. Para ello hay que pagar muchísimo dinero, y esa es la razón por la que se la considerada como religión en los EEUU, para evadir impuestos. La Cienciología encontró en Hollywood una gran fuente de ingresos y promoción gracias a la captación de los actores del momento. John Travolta fue el escaparate de esta organización sacándola de la oscuridad, pero la estrella decadente del protagonista de Grease hizo que se buscase alguien para una generación más joven. Ese fue Tom Cruise, atraído por su novia Mimi Rogers y que se ha convertido en uno de los miembros más activos y avanzados en su extraño sistema de clases. Cruise ya nos tiene acostumbrados a una relación de amor-odio debido a su gran talento, su éxito profesional y errática vida privada. Sus entrevistas grandilocuentes, donde criticó a Brooke Shields por tomar antidepresivos tras el parto de su hija son un panfleto de la secta muy mal disimulado y su arrogancia no tiene límites. Además el trato que Cruise da a su hija Suri ha preocupado a muchísima gente ya que según la Cienciología, no debe ser tratada como niña sino como adulta. Las exigencias de la secta llegaron a tal punto que Katie Holmes escapó en plena noche de la mansión del actor con la niña en sus brazos.
Will Smith ha defendido a Cruise en muchas ocasiones ante la prensa. Sí es cierto que cuando nació Suri él fue uno de los que más dudó de que la hija del protagonista de Misión Imposible existiera realmente, pero la relación que han mantenido ha sido siempre cordial, hasta el punto de que parece que llegó a arrastrarle a algunas reuniones del culto. Will asegura que “muchos de los principios de la Cienciología son idénticos a los del cristianismo, y no hay mucha diferencia entre llamar thetan o espíritu a nuestra fuerza interior”. Pero siempre se ha mostrado categórico al negar su vinculación a la Iglesia asegurando que simplemente es “un estudioso de las religiones del mundo”. Por supuesto esto queda en entredicho cuando se le ve junto a su mujer saliendo de reuniones de la Cienciología, donando sumas importantes de dinero e incluso fundando un colegio. El New Village Academy enseña a los niños la doctrina de L. Ron Hubbard acerca de un malvado emperador galáctico llamado Lord Xenu que llenó la Tierra de las almas de seres alienígenas arrojándolos a los volcanes y luego destruyéndolos con bombas de hidrógeno.
La razón por la que Will niega pertenecer a la secta es puro marketing. Sabemos que tanto Travolta como Cruise provocan un gran rechazo por su actitud fanática y desquiciada cuando se toca la legalidad de su culto, y un nuevo documental titulado Going Clear incluso acusa a la organización, actualmente liderada por David Miscavidge, de forzar la ruptura de Cruise con Nicole Kidman porque ella intentó alejarle del grupo. También cuenta cómo una joven actriz fue designada para ser su nueva novia y acabó castigada y recluida en un centro de detención. También es bastante comentado que si Travolta aún profesa su culto a esta religión es porque en algunas de sus “confesiones”, la Cienciología habría descubierto muchos trapos sucios de la estrella, como su evidente homosexualidad.
La Cienciología graba a los miembros mientras confiesan sus pecados y debilidades y luego utiliza sus confesiones contra ellos. Han salido a la luz muchos ex miembros importantes, incluyendo la supervisora personal de Travolta o el antiguo portavoz de la organización confirmando todos estos datos, pero en la reciente promoción de Misión Imposible: Nación Secreta los periodistas tuvieron prohibido preguntar tanto por la Cienciología como por el reciente documental llevado a cabo por Paul Haggis, ganador de un Óscar por Crash, y antiguo miembro. A pesar de todo, la vinculación de Will resultó aún más evidente en 2014 cuando se embarcó en una cinta de ciencia ficción que pretendía lanzar aún más a su hijo titulada After Earth, y que contaba con muchas de las ideas de la extraña religión. Así, Will parece convertirse en el nuevo y reticente rostro de la secta que compra propiedades en Hollywood y amenaza a periodistas, a la vez que emplea a niños en trabajos forzados y les obliga a firmar contratos de trabajo y servidumbre por un millón de años. Lo hace siendo el segundo que intenta cumplir el sueño del fundador Hubbard adaptando sus obras al cine, pero ni Campo de Batalla la Tierra ni esta After Earth lograron el éxito en taquilla. De hecho, fueron tales batacazos que las carreras de ambos actores parecen haber tomado un desvío tras su estreno, incluyendo a Jaden, el protagonista absoluto de la cinta y que terminó de demostrar que no sólo es el actor menos rentable de la industria, sino que ni siquiera es capaz de quitar ese ceño fruncido permanente. Desde entonces no se le ha vuelto a ver y esa secuela de The Karate Kid lleva cinco años en el limbo, muy cerca de un posible reinicio.
Este nuevo batacazo vino también de la mano de otro posible taquillazo. Django Unchained es una de las cintas más salvajes de Tarantino y Will la rechazó simplemente porque “no era el protagonista”. Para entonces todas las noticias que tenían que ver con sus nuevos proyectos sonaban muy bien y quedaban en nada. A la ya mencionada precuela de Soy Leyenda que jamás llegó nos sumamos a una versión steampunk de 20.000 leguas de viaje submarino dirigida por David Fincher, La redención de Caín, donde hubiese interpretado al hijo de Adán y Eva, cuyo castigo por parte de Dios le convirtió en el padre de todos los vampiros, o incluso una versión espacial de La Odisea que también se quedó en nada y ahora arranca de nuevo buscando un enfoque más fiel a la obra de Homero. Ni siquiera Bad Boys 3 arrancó, con Michael Bay enlazando distintas entregas de Transformers, como tampoco lo hicieron Hancock 2 o la largamente esperada Independence Day 2.
El propio Will reconoce que el fracaso de After Earth le dejó muy tocado, concretamente durante veinte minutos. Luego le llamaron por teléfono para informarle de que su padre tenía cáncer y eso puso las cosas en perspectiva. Ahora asegura que ya no le importa ser el número uno en taquilla sino disfrutar de la vida y su familia, pero volver a encarrilar su carrera no va a ser tan fácil ya que ha dejado durante demasiado tiempo su propio trabajo para cimentar el de sus hijos, que no han sido buenas inversiones. Este punto de inflexión llegó justo en el momento en el que Hollywood está siguiendo adelante con un Will de cuarenta y seis años que ahora no se encuentra del lado del público joven, el que actualmente rompe las taquillas. Desde los superhéroes de Marvel a la adaptación de novelas para adolescentes como Crepúsculo, Los juegos del Hambre o Divergente, las estrellas son ahora Jennifer Lawrence o Liam Hemsworth. Will ha dejado de ser un reclamo, y cuando se acerca a los cincuenta es cuando ha decidido que no vale la pena ni siquiera perseguir esa vena dramática que es la que le podría dar una nueva oportunidad. Tras Siete Almas decidió abandonar la actuación “de método” por considerar que le consumía demasiada energía, y la verdad es que ya le quedan pocos años para seguir siendo una estrella de acción y muchísimos menos para ser el protagonista de un blockbuster actual.
Sus hijos no son la única faceta de su vida personal que ha influido en su carrera. Desde hace meses se viene rumoreando que Will y Jada Pinkett han estado separados y podrían divorciarse, debido sobre todo a que el actor habría mantenido una relación extramatrimonial con Margot Robbie, con quien coincidió en Focus, una cinta muy extraña para su filmografía y que tampoco hizo gran cosa por resucitarle sino que confirmó que algo pasaba cuando su nombre ya no era capaz de arrastrar masas. Y por eso sorprende que Will participe ahora en Suicide Squad, donde Robbie es la estrella indiscutible interpretando a la novia del Joker. Hace una semana, Will dijo públicamente que no tenía pensado divorciarse, pero son conocidas las fotos tomadas en el set de Focus que dieron pie a los rumores.
Como vemos, la carrera de Will Smith puede dividirse en cuatro partes. La primera abarcaría sus modestos inicios en el hip hop y el salto a la fama con El príncipe de Bel-Air, la segunda contaría cómo tras finalizar la serie alcanzó un hueco en el cine con películas de gran éxito. La tercera empezaría con el estreno de Ali, donde dejó de ser el chico joven para convertirse en un adulto algo cargado de arrogancia que empezaba a perder frescura aplastado por su ego, y la cuarta, desde el rodaje de Men in Black 3, cuando aquello empezó a ir cuesta abajo. Ante la pregunta, ¿qué ha pasado con la carrera de Will Smith? La respuesta es que no ha tenido ninguna. Su forma de trabajar, salvo honrosas excepciones, es similar a la de los cameos de las estrellas del deporte en películas veraniegas. Durante años ha estado interpretándose a sí mismo utilizando su rostro y carisma en distintos escenarios, y cuando se ha puesto dramático, parece haber sido demasiado para él. No hay trabajos reseñables o rompedores, y no parece que los vaya a haber en un futuro cercano. Ser el chico de póster o la cara bonita de películas divertidas e intrascendentes está quedando atrás, sustituido por talentos casi adolescentes. La única forma de arañar algo de ese mercado era recurrir a las inevitables secuelas, pero como hemos visto la mayoría no cuajaron (no está confirmado que aparezca en Bad Boys 3, ni tampoco que vaya a rodarse) y él mismo se encargó de rechazar el resto, como Independence Day 2, que también ha terminado de rodarse esta semana… con Liam Hemsworth.
Enfrentado a esta situación, Will tiene dos posibilidades: o adapta sus elecciones a papeles más duros, serios, comprometidos y amplios, o desaparecerá en productos de cada vez menos calado comercial. Es lo que le ha tocado a George Clooney, Brad Pitt, Tom Hanks o incluso Johnny Depp, que compagina sus Piratas del Caribe con las colaboraciones con Tim Burton o películas muy peculiares. En ese caso, Django era la oportunidad perfecta para demostrar que podía actuar (o más bien, de recordárselo a todo el mundo) y alcanzar un nuevo mercado. Pero en el que decide permanecer, con la música abandonada desde Lost & Found en 2005 y sin un público que quiera oírle cantar sobre la clase media, es muy inestable. De hecho, ahora mismo Margot Robbie es la “candente” de su relación, y él ha quedado relegado a ser un personaje secundario.
Will Smith no parece haber envejecido un solo día desde que le conocimos, pero ya no es el chico de Filadelfia. Los petos vaqueros de principios de los noventa hace mucho que quedaron atrás y las grandes películas palomiteras que protagonizó hace diez años ya no son sinónimo de éxito, sino carne de reboot. Como el crossover que Sony planea para Men in Black con los personajes de 21 Jump Street. De hecho, Sony no parece tampoco guardar muy buenas relaciones con él por lo que se vio en los mails filtrados en el ataque informático que sufrieron hace meses, y donde las extrañas entrevistas de Jaden y Willow, cargadas de frases incoherentes donde filosofan y comentan cómo pueden hacer detener el tiempo, vinieron acompañadas de un “NO DEJES QUE ESTA FAMILIA SALGA EN TUS PELÍCULAS”. Algo ha cambiado en Will haciendo que sus chistes ya no sean graciosos ni sus muecas divertidas, y convirtiéndole en el señor Smith, que bloquea el tráfico de Manhattan aparcando su tráiler-camerino de dos pisos de altura en el centro de la ciudad. Hace tiempo que dejó de caernos bien, y viendo todo lo que ha hecho hasta ahora, esa era precisamente la única baza que tenía.
#1 por Vini el 30 agosto, 2015 - 11:15
Genial. Estos artículos en los que das un montón de información son de lo mejor que se puede encontrar por la red. Gracias por tenernos informados. Un saludo.
#2 por OVER el 30 agosto, 2015 - 18:12
Excelente articulo, solo que no metería en el mismo saco a George Clooney, siempre se ha visto que los blockbuster no son lo suyo sino que va mas por el thriller y la direccion, su película mas taquillera creo que fue La Tormenta Perfecta