Ya he dicho en muchas ocasiones que no me gustan los superhéroes, y sin embargo ejercen sobre mí una gran atracción. Tampoco soy un lector de cómics y muchos de los personajes, conceptos o grandes sagas se me escapan, pero al no ser un fan puedo ser más objetivo con lo veo y sentirme más interesado por sus orígenes, batallas legales o gran mercadotecnia. En Abril escribí un artículo para Nosolofreak donde hacía un rápido repaso a las adaptaciones al cine de estos héroes modernos, y comentaba qué había aprendido el género de cada una de ellas además de cómo pinta el panorama actual. Pero ahora creo que voy a ir un paso más allá comentando cada una de las grandes películas de superhéroes que se han estrenado, desde el Superman de Richard Donner hasta Los Vengadores, pasando por los Spiderman de Sam Raimi, las fallidas Hulk o Los Cuatro Fantásticos, y hasta Blade o los Batman de Tim Burton. De algunas de ellas quería hacer reseñas de todas formas y sobre otras ya se ha escrito en este blog, así que la estructura que mejor he encontrado para llenar los huecos que faltaban era esta, un largo especial de reseñas en las que veremos de dónde ha nacido el género y recordaremos por qué Christopher Nolan se ganó una veneración que a muchos les parece excesiva.
En realidad podríamos empezar por los cómics, los seriales radiofónicos o la famosa serie que Adam West protagonizó sobre Batman en la década de los sesenta, todo un objeto de culto hoy día. O incluso más atrás, con el malogrado George Reeves interpretando a un Hombre de Acero que moriría en extrañas circunstancias y que Ben Affleck encarnó en ‘Hollywoodland’. Pero voy a limitarme a ir a la primera gran película de superhéroes de la historia del cine: Superman.
Superman fue el primer superhéroe, y eso se nota en su concepto: un visitante del futuro con poderes sobrehumanos entre los que se incluían poder saltar grandes distancias o levantar coches sobre su cabeza. Con el paso de las viñetas y el auge de la ciencia ficción, el chico de Kansas pasó a ser el último superviviente de un planeta moribundo enviado a la Tierra por sus padres, una figura protectora que se ha mostrado muchas veces como una especie de Jesucristo espacial. La idea adolescente de Shuster y Siegel era que las chicas con las que ellos estaban obsesionados sólo se fijarían en ellos si fuesen capaces de realizar cosas extraordinarias, hazañas físicas como las que Clark Kent sería capaz. Décadas y juicios después se preparaba una película bajo el mando de Richard Donner, que no lo tuvo nada fácil para arrancar. Es conocida su dura búsqueda de financiación o las exigencias de Marlon Brando, quien ya por aquel entonces podía convertir tu rodaje en un infierno. Pero lo más interesante es la enorme confianza que tenían los responsables en esto, porque se planificaron a la vez dos películas que iban a ser rodadas de forma simultánea en base a un guión de Mario Puzo, un escritor a quien siempre asociamos con El Padrino. La idea era que ambas películas podrían ser vistas del tirón y tendrían mucha coherencia, pero como veremos en siguientes artículos, esto no fue así del todo porque en la producción surgieron desavenencias entre el director y los productores que acabaron con el despido del primero cuando le faltaban sólo unas pocas semanas de rodaje.
Superman tenía que presentar un escenario creíble para la historia del Kryptoniano. Tenía que hacer no sólo que los efectos especiales fuesen convincentes, sino también que la idea en sí, la historia, funcionase. Los primeros minutos nos introducen en un Krypton helado y onírico que recuerda mucho al de los dioses del Olimpo que hemos visto en películas como Jason y los Argonautas, lo que ayuda a difuminar los límites entre la ciencia ficción y la magia, o entre la mitología y los alienígenas. Jor-El, el mayor científico del planeta, advierte que su mundo está tocando a su fin, pero aún tiene tiempo para condenar a tres peligrosos criminales comandados por el general Zod. Es curioso que al comienzo de la cinta aparezcan los villanos de la segunda, a quienes no volveremos a ver de momento. Jor-El decide salvar a su hijo de la destrucción de Krypton enviándole a un planeta joven conocido como Tierra donde allí, y tras unos larguísimos títulos de crédito con la banda sonora de John Williams, es recogido por unos granjeros de Kansas que se encargan de darle la más normal de las educaciones.
Mi interés por Superman radica en que cuando se cría entre seres humanos normales, no está repitiendo más que el esquema argumental del Nuevo Testamento. Jesucristo es un personaje muy interesante porque se encuentra, como tantos otros héroes clásicos, en la frontera entre lo divino y lo terrenal, y por tanto, representa lo que podríamos llegar a ser, pero posee también muchos de nuestros fallos y defectos. Su búsqueda personal sirve para conectar con el espectador, porque al fin y al cabo no es tan diferente a nosotros. Es grande, fuerte, pero a la vez descubre la fragilidad de la vida y su propia impotencia ante los problemas. Por eso no hay nada más prosaico que Jonathan Kent fallezca de un ataque al corazón, porque es un golpe de realidad en medio de una historia de fantasía. También son interesantes sus problemas con los chicos del instituto o sus ganas de sobresalir, que sin embargo le hacen adoptar la identidad secreta de un joven torpe y débil.
Esta primera película se centra en el descubrimiento de quién es, la construcción de su fortaleza de la soledad y los recuerdos en forma de fantasma u hologramas de Jor-El, un Espíritu Santo de otra galaxia. Eso es lo que hace a Superman diferente a todos los demás superhéroes, porque no es fruto de un accidente químico o radiactivo ni sufre una mutación. Él es así, el último superviviente de un pueblo mucho más avanzado del nuestro. Pero la película no opta por un mensaje dramático, sino que está salpicada de humor sobre todo en la figura de Lex Luthor, el villano interpretado por Gene Hackman y que bordea lo risible con lo maquiavélico. Parece que el guión tuvo muchas versiones distintas y problemas para encontrar el tono adecuado, porque a veces parece que estamos viendo una comedia y otras una película diferente, más seria y trascendental. El Superman bonachón que salva a Lois Lane de un accidente de helicóptero para asegurarle que es un medio de transporte muy seguro, los gatos que rescata de los árboles y sus aires de tipo agradable nos ganan de inmediato, pero el Luthor con ayudantes de pacotilla es lo opuesto. Encajan perfectamente en la película, pero no vemos a Luthor como una amenaza real o, como él mismo adora definirse: la mayor mente criminal de nuestro mundo. Su plan de destruir parte de los Estados Unidos para que sus propiedades compradas a bajo coste en el desierto de Arizona de pronto se conviertan en la primera línea de playa puede resultar algo absurdo, pero tal y como está dibujado el personaje, es creíble. Lo que no nos queda tan claro es el papel de la Kryptonita en todo esto o cómo Luthor llega a la conclusión de que es perjudicial para Superman.
Pero lo que más se discute en la película no tiene que ver con sus extrañísimos efectos especiales, de los que se debaten si eran mejores o peores que los de Star Wars, estrenada un año antes, o el topicazo de por qué nadie reconoce a Clark Kent si sólo lleva un par de enormes gafas de pasta. En cuanto a lo primero, es cierto que los efectos de George Lucas han envejecido mejor, mientras que aquí se nota mucho la retroproyección. También es cierto que Lucas no sólo ha modificado sus películas varias veces, sino que también ha sacado del mercado las versiones antiguas que, espero, Disney comercialice dentro de un año, por lo que sin un VHS a mano cuesta mucho comprobarlo. También, las naves espaciales fueron grabadas en un fondo negro y manteniéndolas estáticas mientras era la cámara la que se movía alrededor de ellas, mientras que aquí había que juntar planos más abiertos con el fondo de Metrópolis con otras escenas donde Christopher Reeve y Margot Kidder estaban sujetos con cuerdas. Lo demás son maquetas y fondos pintados que tienen parte de su encanto y que lucen como tienen que lucir para una película de su época.
Sobre la identidad no tan secreta de Clark Kent, supongo que debemos interpretarlo más por su perfecta actuación de patán que porque las gafas y el sombrero realmente sirvan de algo. Es parte de la magia de la historia, supongo.
Lo que sí levanta ampollas hasta el día de hoy es la forma en la que Lois, que muere al encontrarse en el peor momento y lugar posibles, regresa a la vida. Superman vuelve a sentirse dolido al no ser capaz de salva a una persona que le importa, y es aquí donde se produce el encontronazo entre lo que Jor-El le pide, no interferir en la historia de los hombres, y lo que él desea. Es una muestra de su humanidad. Pero… ¿Girar la Tierra en sentido contrario para atrasar el tiempo? En realidad, eso no afectaría a los acontecimientos, salvo que tal vez, por efecto de la inercia, podría destruir el planeta entero, pero creo que la mejor explicación con respecto a eso es que Superman en realidad no hace girar la Tierra, sino que va muy muy rápido, tan rápido, que como bien mencionan, lo que hace es jugar con la ley de la relatividad que Jor-El le menciona cuando es un niño y viaja en la nave espacial. Por eso lo que consigue es volar más rápido que la velocidad de la luz y viajar en el tiempo, de ahí que la Tierra se muestre como si girara en sentido contrario, porque está rebobinando. El problema viene cuando termina de retroceder, que da un par de vueltas más en sentido normal como si volviese a poner en marcha el planeta entero. Ese es el lugar donde esta teoría podría venirse abajo, un fallo del departamento de efectos especiales o simplemente un detalle más de una historia que ya de por sí se basa en la fantasía. Lo que sí es cierto es que la teoría del viaje en el tiempo coincide con los poderes ilimitados que Superman descubre que tiene estableciendo un paralelismo con los que desarrolló tras la muerte de su padre terrenal, pero ya sabemos que las películas no son perfectas y que la historia de Superman se sostiene si entras en su juego de que un hombre puede volar.
El film de Richard Donner recaudó más de ciento treinta millones en Estados Unidos, y le dio un rostro a Superman que ha resistido el paso de los años. Con una secuela en macha y la idea de una larga franquicia ya en mente, esta sería la mejor de todas y el papel que consagraría para siempre a Christopher Reeve mucho antes de su célebre accidente y a Kidder antes de sus problemas mentales. Y desde entonces, los acordes de John Williams se han convertido en una de las melodías más famosas de la historia del cine, junto con el logo del pecho del superhéroe o su pose con los brazos en jarras. También, significaría el pistoletazo de salida para este género sentando las líneas básicas de la típica historia del origen del personaje mientras marcaba por completo a toda una generación.
#1 por Reunificacion de deudas el 9 abril, 2015 - 14:15
Lo de girar la Tierra, tienes razón, pero no creo que los guionistas lo hiciesen por los motivos lógicos (los que comentas). Ellos seguramente se lo sacaron de la manga.
Aún así fué una película que a los de mi quinta les hizo soñar durante años.