‘Powder – Pura energía’ – Ser diferente

Un extraño chico de piel pálida, sin pelo y con extraños poderes agita a la población de una pequeña localidad poco dada a ese tipo de fenómenos extraños. Esta nueva versión de Eduardo Manostijeras el punto de partida de la cinta más extraña y conocida de Victor Salva, director de Jeepeers Creepers y que tiene algunas cosas interesantes que recordamos, sobre todo, los insomnes que la vimos por televisión hace ya algunos años.

Powder vive en una granja con su abuelo hasta que éste fallece y es obligado por los servicios sociales a ir a un instituto e integrarse en la sociedad. Como Jessie, la mujer encargada de vigilarle, descubre, Powder es un chico especial de gran inteligencia y con un gran mundo interior, pero desconocedor de los aspectos más básicos, lo que es un gran problema no tanto para él sino como para los que le rodean. Como sólo a ellos se les ocurre llevarle a un instituto público, el chico tiene que hacer frente a los matones de turno y a las miradas de los que le consideran un bicho raro. Básicamente repite el esquema de la película de Burton cambiando el origen del personaje para incidir en el mismo esquema: lo maravillosos que podemos ser y el daño que nos hace la sociedad al convertirnos en tipos planos y agresivos. No se puede decir mucho más de una película con aspecto de telefilm y actores de sobra conocidos por todos (Jeff Goldblum en su eterno papel de “tío guay”, Lance Henriksen), que cuenta con un par de escenas curiosas, como en la que hace uso de su especialidad para conseguir que un cazador bastante gilipollas sienta el sufrimiento innecesario que causa al animal que acaba de aniquilar, o la demostración de que no conoce la ironía ni el sarcasmo, y en los problemas que puede llegar a meterle. Partiendo de un esquema muy machacado, la cinta es curiosa y sólo le lastra que ya lo hayamos visto todo antes o un innecesario flashbacks que tira por tierra mucha de la “magia” del personaje. Al margen de eso, es una de esas cintas curiosas que no se ven mucho y a la que hay quien no le pone título, pero se queda con la imagen del chico albino y su conexión con la electricidad, y siempre hay un hueco para revisar estas pequeñas películas.