Cuando hace cuatro años me mudé a mi actual casa, hice tres promesas: La primera era que intentaría que fuese un lugar lo más silencioso posible. La segunda, que jamás apestaría a tabaco y la tercera que nunca, bajo ningún concepto, sonaría reguetón entre estas cuatro paredes. Teniendo en cuenta que mis vecinos se encargan en joder las dos primeras todos los días, sólo me quedaba faltar por completo a mi palabra al poner una pequeña comedia que creo que ha pasado bastante desapercibida titulada ‘Cuban Fury’.
A Nick Frost le hemos visto sobre todo en la llamada Trilogía del Cornetto junto a Simon Pegg y Edgar Wright, pero parece que es el que menos se ha prodigado fuera de ella. Aunque en El Fin del Mundo sorprendió por su agilidad y movimientos rápidos y fluidos en las escenas de acción, así que sólo por curiosidad tenía ganas de ver qué tal le iba en esta Cuban Fury, en la que interpreta a un antiguo bailarín de salsa que reniega de su pasado hasta que ve en él la forma de conquistar a una mujer de su trabajo. Ya os digo que no soporto los ritmos latinos y esta película se basa por completo en ellos, pero es que junto a Frost se encuentra en gran Chris O’Dowd, el Roy de The IT Crowd, que aquí interpreta al gran rival amoroso de Frost y con quien tendrá que vérselas en la pista de baile de salsa para ligarse a Rashida Jones, una actriz sobre todo televisiva y a quien ya conocía por The Office o Park & Recreation. Para completar el elenco está Ian McShane, el maestro de baile, en un pequeño papel.
Lo que en realidad me sorprende es que esta cinta podría haber sido una de las típicas comedias de chistes obscenos o humor algo absurdo, y resulta que está bastante bien y tiene una calidad inesperada. No pasará a la historia, pero como digo mucho últimamente, a veces sólo se necesita una película entretenida y sin pretensiones para hacernos pasar el rato. Lo más interesante de este tipo de productos es darte cuenta cómo a muchos de los actores ya los conocemos de otros sitios, así que da la sensación de que se trata de algo hecho entre amigos (hasta hay un brevísimo cameo de Simon Pegg) y que cumple con su cometido. Nick Frost tiene algunas coreografías trabajadas y unos chistes interesantes, y tampoco se le puede sacar más. Es lo que promete, y a mí me entretuvo lo bastante como para ignorar el reguetón.