La Jungla de Cristal se ha convertido con el paso de los años no sólo en una de las mejores películas de acción de todos los tiempos, sino también en un clásico a reivindicar todos los años, generalmente en Navidad. La película de Bruce Willis es un gran ejemplo de cómo una premisa puede dar mucho de sí, con un hombre normal y corriente con el que es fácil empatizar librándose de terroristas y ladrones armados sin excesos ni efectos especiales, y además contando con el añadido de que el escenario en el que se desarrolla la acción se convierte en un personaje más.
Y este es uno de esos ejemplos de películas que se hacen una y otra vez, porque su fórmula funciona y sólo requiere cambiar los nombres de los personajes para volver a venderla, y uno de los mejores ejemplos del reciclaje de ideas es esta Air Force One.
Ya sabéis que Harrison Ford es uno de mis actores favoritos y un fetiche casi homoerótico para mí, así que puedo decir que me he visto casi todo lo que ha hecho. Una de sus películas más famosas al margen de sus sagas míticas es esta en la que interpreta al presidente de los Estados Unidos. Como podéis imaginar, fue un gran éxito de taquilla y convirtió a Ford en uno de los presidentes mejor valorados de todos los tiempos, contando con el añadido de que sólo era un personaje de ficción. Ford, que suele interpretar a hombres comunes, era perfecto para una historia de este tipo, que cabalga a medias entre lo que nos gusta y lo que no, porque fuera de sus fronteras, el patriotismo americano es cada vez más insoportable. El Air Force One, el avión presidencial, es un escenario cerrado igual que el Nakatomi Plaza, donde un grupo de villanos también de origen europeo se las hace pasar canutas a nuestros protagonistas.
La Casa Blanca también ha sido protagonista de algunas películas recientes del mismo género, pero en el caso de Air Force One, es el propio presidente quien se va librando de los malos. Y lo cierto es que la película no está nada mal, aunque repita escena por escena con todos los tópicos posibles. Oldman es un buen actor, su sucedáneo de Hans Gruber no está mal y Ford da la talla como hombre duro, pero todo lo demás ya lo tenemos muy visto. El primer terrorista enfrentándose mano a mano con nuestro héroe, los rehenes que caen ejecutados a modo de ultimátum, la llamada de teléfono para avisar a las autoridades que no es tomada en serio… hasta el villano que cae por un precipicio, un décimo piso o un avión en marcha son cosas que funcionan y el público disfruta con ellas. El problema de nuevo es que hay un par de planos vergonzosos de los ayudantes del presidente aplaudiendo con música de fondo, demasiadas barras y estrellas y le falta la mala leche que le sobraba a La Jungla de Cristal, convirtiendo esta cinta en una de sus discípulas, pero que se queda bastante por debajo de la original.
#1 por vini el 25 agosto, 2014 - 16:42
Todo el mundo se ha quedado con el concepto de que los villanos de la jungla de cristal son unos terroristas, pero lo cierto es que se trata simplemente de ladronzuelos. Si es cierto que se presentan como terroristas internacionales y creo recordar que era la primera
#2 por vini el 25 agosto, 2014 - 16:46
Todo el mundo se ha quedado con el concepto de que los villanos de la jungla de cristal son unos terroristas, pero lo cierto es que se trata simplemente de ladronzuelos. Si es cierto que se presentan como terroristas internacionales y creo recordar que era la primera vez que se presentaban a unos villanos en una pelicula con ese calificativo, pero el unico motivo que mueve a estos personajes es el lucro propio y no luchan por ninguna causa politica. Un saludo.
#3 por Carlos Martín el 25 agosto, 2014 - 20:49
«¿Terroristas? ¿Quién ha dicho que seamos terroristas?»
#4 por vini el 25 agosto, 2014 - 22:20
Mil disculpas. He vuelto a leer el post y ya he visto que dejas claro que bruce willis se deshace de terroristas y ladrones. Otro saludo.
#5 por Carlos Martín el 26 agosto, 2014 - 01:19
Naaaah, tranquilo. Pero sí es cierto, lo de terroristas es una tapadera. 🙂