‘Pulp Fiction’- El bombazo de Quentin Tarantino

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Escribir es gratis. En Internet nadie te pone restricciones por palabras, y en los últimos cinco años he escrito sobre todo y forzado, a veces a propósito, la longitud máxima que debería alcanzar un artículo online (Diez folios, ni uno más). En este tiempo he escrito sobre todo, tanto películas que me gustan como las que no lo hacen, y creo haber demostrado de sobra que soy capaz de ser objetivo en lo que hago y mantener una coherencia en lo que digo. Siempre y cuando no hable de Quentin Tarantino.

Todas las veces que he hablado del director de Kill Bill, he recibido insultos. No ya críticas sobre si tengo o no razón, sino insultos. Da igual que haya sido aquí en el blog, en otras páginas o incluso a la cara, donde ha habido gente que me ha dejado de hablar sólo porque no me gustó Malditos Bastardos. 
Así que con esto en mente, he hecho lo único que es lógico:

Escribir sobre Pulp Fiction.

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Hace ya veinte años que Pulp Fiction se estrenó en el festival de Cannes, y también que consiguiera la Palma de Oro y hasta el Óscar a mejor guión original, y desde entonces, su popularidad ha sido muy alta. También, ayudó a dar el salto definitivo a su director, Quentin Tarantino, convirtiéndole en una celebridad excéntrica con un estilo muy particular. Esta película es quizá su buque insignia, donde metió prácticamente todo lo que conocía y donde se encuentran presentes todas sus virtudes y algunos de sus defectos.

Tarantino ha dicho en ocasiones que lo que más le gusta de Pulp Fiction es que pudo contar varias historias en una sola, como si se tratase de varias películas independientes. Y esa es, en realidad, una de las mejores cosas de esta película, porque nos encontramos ante una cinta tan extraña y descolocada como interesante y desagradable, que empieza por la mitad, avanza hacia el final, y acaba en el mismo sitio donde comenzó, mientras nos mete en un mundo de boxeadores, matones y sodomitas a golpe de frase lapidaria.

La primera de las historias tiene que ver con Jules y Vincent Vega, dos matones que van a recoger un extraño maletín de cuyo interior no se sabe nada. Allí, Jules tiene una revelación divina y decide retirarse del negocio, no sin antes enfrentarse al día más extraño de su vida. También está la historia individual de Vincent, haciéndole compañía a la mujer de su jefe, Mia Wallace, o incluso, los problemas del propio Wallace con el boxeador Butch. Todas estas ideas podían dar de por sí para una película, pero lo bueno de Pulp Fiction es que las une de una forma extraña, sin importar demasiado si quedan colgadas o no, puesto que esa es la gracia del relato. Como lo es también que, en ocasiones, algunas películas y libros resultan interesantes no por lo que cuentan, sino por cómo lo hacen. Pulp Fiction es una ensalada de referencias, guiños y elementos estilísticos que se han convertido en iconos de los noventa, del cine más gamberro, y también en merchandising. La gracia de la película consiste en el pestazo a sudor y laca que lo domina todo, a que es desagradable y sucia. Los gángsters no son educados como en El Padrino, sino que tienen un pelo grasiento y comen hamburguesas, y hasta recitan diálogos un poco aburridos sobre ellas. Si bien actores como Samuel L. Jackson son capaces de darle credibilidad a lo que sea, el problema de Tarantino es que a veces, no sabe cuándo sobran un par de líneas. Algunos de sus diálogos son brillantes, sí, pero otros, no tanto. Hay escenas, como la del reloj de Butch, que directamente sobran, y que si buscan hacer gracia por la irreverencia del monólogo, la verdad es que no creo que lo consiga.

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La historia de Mia Wallace nos aporta a un John Travolta que regresó de los infiernos de la actuación (antes de caer de nuevo en ellos) desfasado y colocado, con un peluquín que tira para atrás y un comportamiento errático, donde al director no le importa ser desagradable, sino que le encanta regodearse en ello, en la saliva, la sangre o el sudor. Mientras estamos centrados en la sobredosis de Mia, no nos damos cuenta de que también, Tarantino empezaba a destacar como realizador haciendo algunos planos secuencia rápidos, frenéticos y perfectos, cosa que haría en varias de sus cintas. En medio de esta mezcla extravagante, sin duda la historia más floja es la del propio Butch, con una novia dulzona e insoportable, compensada al menos por la escena de la tienda y el extrañísimo encuentro sexual, sazonado, cómo no, por una banda sonora tan ecléctica como su creador y perfecta.

La gracia de Pulp Fiction, y sobre todo de su director, es que aparte de sus méritos propios, cae en gracia a la gente. Haciendo productos extremos, es muy difícil pasarle por alto, y eso hace que surjan también las opiniones más radicales. Hay gente que lo detesta, pero otros que piensan que es poco menos que el Dios del Cine, y su estilo ha creado escuela, casi siempre para mal, porque una cosa es querer imitar un estilo y otra muy diferente, ser el autor del mismo. Lo bueno de Tarantino es que se arriesga y es capaz de crear cosas alucinantes, imágenes míticas y su amor por lo que hace sólo es superado por su extraño comportamiento personal y a que es un hombre que, según muchos de los que le conocen, es incapaz de hablar de otra cosa que no sea cine. Malhablado, sucio, desagradable y con un humor negrísimo, su principal público es gente joven a quien le encanta sus personajes extremos y rompedores, políticamente incorrectos y deslenguados. El problema viene cuando muchos no creen que exista otra forma de pensar, y tal vez esté de moda defender a muerte a un realizador inusual como lo es él. Tal vez, incluso, muchos no crean que puede cometer errores, o que si los demás los vemos o no nos gustan sus películas, es que tenemos un gusto atrofiado. Por eso, Quentin Tarantino es quien es, porque va más allá, porque consigue que muchos entren en un juego a veces absurdo de veneración absoluta, cosa que ocurre no con los más grandes, sino con los que juegan a serlo. Se han creado incluso historias absurdas donde afirman que el contenido del maletín es en realidad el alma de Marcellus Wallace, que salió de su cuerpo a través de la herida en la nuca, donde lleva una tirita, un lugar común en el chamanismo y el vudú para extraer el espíritu o fuerza vital de una persona. Gilipolleces. Al margen de eso, Pulp Fiction es su película más famosa, entretenida y peculiar como él mismo, y una forma de hacer cine más grotesca y directa de lo que muchos estaban acostumbrados por aquel entonces.

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Para leer la ficha pulsa aquí.

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  1. #1 por peckinpah el 13 junio, 2014 - 23:40

    Tarantino es un vendemotos de primera.

    Vende lo que ya ha sido vendido, inventa lo que ya ha sido inventado y ni siquiera tiene la decencia de cambiar el nombre ni la forma.

    Aparte de eso es un director y guionista excelente aunque para gustos los colores.

    Si quereis ver la kill bill original echadle un vistazo a «la novia vestia de negro» de Truffaut

  2. #2 por vini el 14 junio, 2014 - 22:06

    Pues vaya gente esa que no es capaz de asimilar que una persona piense de igual modo que ellos piensan, y encima no son capaces de valorar la opinion de alguien, yo valoro todo tipo de opiniones y luego ya juzgo si a mi me gusta o no, pero nunca falto al respeto. Un saludo

  1. ‘Pulp Fiction’ | Tierra de Cinéfagos

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