Hace poco hablé aquí de Yo, Robot, la película de 2004 protagonizada por Will Smith y que adaptaba una famosa novela de ciencia ficción de los años cincuenta, escrita por Isaac Asimov. En la reseña decía que tenía muy poco que ver con el material original ya que éste se basaba en unos pocos relatos entrelazados, y hace unos días me volví a leer el libro, así que creo que estaría bien pasar por una vez de comentar las películas y centrarnos en el origen de todo.
La robótica bien podría haber sido un tema candente hace unas décadas, pero el tiempo ha demostrado que los conflictos morales que pudieran surgir con los robots han tenido más protagonismo en el papel que en la realidad. Existen muy pocos robots en el planeta y no se ha desarrollado aún ningún cerebro positrónico como los que, según Asimov, les proporcionarían inteligencia. Pero durante su carrera como escritor, planeó una serie de mecanismos de defensa y control que la humanidad desarrollaría para controlar a seres en teoría más inteligentes y perfectos que nosotros, las llamadas Leyes de la Robótica, y son tres.
1º Un robot no puede dañar o, por omisión de acción, permitir que un humano sea dañado.
2º Un robot tiene la obligación de obedecer todas las órdenes dadas por un humano, excepto si entran en contradicción con la primera ley.
3º Un robot debe proteger su propia existencia, excepto si entra en conflicto con la primera o segunda ley.
Este sistema, en apariencia perfecto, es el origen de Yo, Robot, un conglomerado de relatos en los que Susan Calvin, una mujer experta en robopsicología, muestra al mundo cómo los robots son mucho más complejos de los que idearon en un principio, y hace un repaso a la historia de estos androides desde los primeros modelos hasta los últimos y más avanzados.
Para empezar, relatos como Robbie nos cuentan cómo las máquina podían ser utilizadas como niñeras, y cómo aún, en sus fases más primigenias, algunos seres humanos se mostraban reacios a convivir con ellos. Pero son en los siguientes donde vemos que las Leyes tienen grandes fallos, y que la simple lógica puede volver locos a estos robots con resultados impredecibles. Uno de los más famosos es “Razón”, donde dos protagonistas regulares de los relatos de Asimov trabajan probando nuevos tipos de robots. En esta ocasión, se enfrentan a un nuevo modelo desarrollado para trabajar en una estación espacial, pero que, sin más información que lo que puede ver con sus ojos, decide que toda la cadena de mando está mal y los humanos no son en absoluto superiores a él. Para el robot, se parte de la base lógica de que nadie puede crear nada más perfecto que sí mismo, por lo que es imposible que unos humanos débiles y falibles puedan desarrollar algo tan duro y eficiente como él. Al final, el robot considera que la piedra angular de las vidas del universo conocido es el sistema de control de la estación espacial, a quien acaba llamando Dios, y construyendo una religión en torno a él sin incumplir en ningún momento las leyes de la robótica.
Otro relato interesante es “Embustero”, donde por alguna razón surge un robot capaz de leer las mentes, y pronto todos los humanos empiezan a enloquecer cuando el androide les engañe contándole cosas que quieren huir. La propia Susan Calvin será quien lo fría cuando le enfrente a un problema imposible de resolver, y descubrirán que, al conocer los pensamientos y deseos de los humanos, el pobre robot les decía que tenían pensado ascenderles o que alguien estaba interesado románticamente en ellos sólo para no herir sus sentimientos. Más adelante, Asimov exploraría cómo los humanos alterarían las leyes al dar a entender a los robots que utilizasen una por encima de otras, como cuando le piden a uno de ellas “que se pierda” y eso es lo que hace, provocando una situación de alarma, ya que empieza a mentir y hasta a atacar a otros seres humanos, o el más interesante, cuando un aspirante a político levante las sospechas entre sus rivales de que podría ser un robot, y haya que probar si en realidad lo es, algo más difícil de lo que parece.
A veces con humor, otras con un sentido de la narración que se centra mucho en los diálogos para lograr la exposición de ideas y conflictos, Asimov creó una de las obras más interesantes de la ciencia ficción, aglutinando relatos sueltos y creando un hilo conductor para dar a entender cómo las máquinas podrían llegar no sólo a igualarse a los humanos, sino a ejercer el control de la humanidad de una forma correcta… pero tal vez equivocada. Los conflictos entre carne y metal, o aspectos tan personales como los puntos de vista o las variables en un conflicto, son tratados aquí de una forma sencilla e interesante que no estaría mal revisar, sobre todo para explorar una rama de la ciencia que jamás llegó a despegar.
#1 por Miguel Pacheco Rodriguez el 13 mayo, 2014 - 01:59
Interesante reseña, tengo ganas de encontrar el libro
#2 por OVER el 13 mayo, 2014 - 06:45
Y en cual de los relatos se basa la pelicula?
#3 por Carlos Martín el 13 mayo, 2014 - 07:08
En ninguno. El guión es obra de otra persona, le añadieron los nombres de Susan Calvin y el título, y a correr.