El espectador paciente y el espectador gilipollas

El espectador gilipollas es algo que a veces va con el mobiliario del cine.

La magia del cine está en esas salas oscuras, con butacas que no son tuyas y que ahora son más cómodas que antaño, con un refresco y un paquete de palomitas por los cuales has tenido que dar parte de algún órgano vital, un ticket que te indica que tienes que subir o bajar escaleras y ubicarte a veces al lado de alguien maloliente, el cual conoce la palabra desodorante sólo de oídas y como un eco lejano.

Me gusta ir al cine, lo digo en serio. No voy a negar que voy mucho menos que hace años. No todos los estrenos semanales me apetecen y pocas son las películas que acabo yendo a verlas. Hay que ser selectivo. Puedes tirarte de los pelos por el precio de ver una película, pero es asombroso las múltiples comparaciones que podemos hacer sobre cosas que compramos y que no nos duele el bolsillo a la hora de rascárnoslo. Igual pasa con esa bebida refrescante y de garrafón o unas palomitillas que venden a precio de oro, las cuales cuestan casi igual que el salario de un empleado de una e.t.t. Me da igual. Nadie me obliga ni a ir al cine ni a adquirir los productos que he mencionado. Sé a lo que voy.

Pero otra cosa es el espectador gilipollas. A ése no lo he comprado.

El espectador gilipollas es algo que a veces va con el mobiliario del cine. Hay cuadros, focos, moqueta, la pantalla, y el gilipollas. A veces si tienes mala suerte puedes encontrarte con dos gilipollas, uno en la fila que tienes delante tuyo y otro en la de atrás. Ahí es difícil salir airoso de la situación. Normalmente sueles ser paciente y esperas minutos, muchos minutos, a veces incluso más de la mitad de la película para decir algo. Notas ésa culebra ansiosa por soltar veneno salir de tu garganta cuando ya no puedes más, pero le has dado muchas, demasiadas, oportunidades. Toda paciencia tiene un límite.

Empiezan unos gritos, chistecitos o sonidos guturales que no vienen a cuento, ni con la escena ni con el tono de la película. Incluso algún que otro eructo digno de cualquier lechón (aunque creo que dichos animales tienen más educación).

Suele tener una edad media, si tú estás en ella no te sientas ofendido por favor, de entre catorce y veintitantos años. Esta estadística es fiable por los años que he ido catalogando a dicha subespecie gilipollesca. Claro que hay excepciones, pero hablamos de «estadística», la cual tiene sus pros y sus contras.

Utiliza una estrategia muy concreta. A veces se coloca en su butaca de una forma comedida y su aspecto no suele prevenirte de lo que puede venir más adelante. Es decir, son metamórficos. Adquieren una apariencia de no haber roto un plato en su vida pero más tarde te das cuenta de que tendrían que tener un arresto domiciliario y un collar que indicase su situación, en caso de que intentasen escapar, algo así a la película que protagonizó Shia Labeauf (Disturbia). Empiezan los trailers y normalmente es hasta normal que la gente, incluído él, hable y haga algún comentario jocoso sobre los trailers, yo mismo lo hago. Pero cuando empieza la película ya es harina de otro costal.

Voy a poner de ejemplo la película La Mujer de Negro (de la cual hizo una reseña Harry Powell). Hablamos de una película de suspense/ terror. No es Scary Movie, ni nada por el estilo. Creo que eso tendría que estar claro, pero me equivocaba. El espectador gilipollas no entiende de géneros ni nada por el estilo. Su educación, más bien falta de ella, hace que no entienda sobre esas cosas. Empiezan unos gritos, chistecitos o sonidos guturales que no vienen a cuento, ni con la escena ni con el tono de la película. Incluso algún que otro eructo digno de cualquier lechón (aunque creo que dichos animales tienen más educación). Es entonces cuando te empieza a tocar totalmente las narices. Hay gente que incluso le sigue el juego. Él borrico suelta una gracia, dicho eructo también cuenta, y alguien se río. Mala jugada. Porque entonces su neurona -única en su cerebro- empieza a pensar más soplapolleces para ofrecer. Tú notas que empiezas a tener calor, las mejillas coloradas cuan Heidi o Pikachu, sabiendo que no tiene nada que ver con el ambiente exterior, si no con lo que se está cocinando en tu interior. Con lo que empiezas a entender a Michael Douglas en la película «Un Día de Furia».

Así que la moraleja o más bien el meollo de todo este asunto es el siguiente. No os dejéis avasallar por la educación gilipollesca del espectador gilipollas. Vuestro dinero es oro y el tiempo que paséis haciendo mala baba sin prestar atención a la pantalla no lo recuperaréis nunca. Con lo que un buen grito a tiempo y una mirada de mala hostia (aunque estés en una sala a oscuras) puede ser la mejor solución. Os lo puedo asegurar. Aunque a veces tengan que ser dos gritos, todo depende del lechón. Y que me perdonen los lechones, no quiero ofenderlos.

Fdo: Snake   

  1. #1 por Art0rius el 14 enero, 2013 - 11:50

    Yo hace años que no voy al cine en sala salvo en el festival de Sitges para a) no amargarme con el ejemplar descrito y b)no amargar mi economía. Sobre el primer termino, aún guardo en mi memoria el recuerdo de una discusión breve con una horda de siete chavales que entraron a ver Full Monty y empezaron a lechonear como manda el manual de buen gilipollas.

    La cosa acabó conmigo cubierto de palomitas en primer termino, y en segundo termino con un chaval con fractura del tabique nasal y conmoción cerebral, fruto de un corto contacto con mi craneo y su faz. Acabé de ver la película, el grupito no, y yo me sentí mal durante mucho tiempo por haber perdido los estribos de tal manera.

    18 años después, y siendo padre de familia, y después de haber ido a esos templos de mala educación que son las salas de cine durante muchas veces a partir de entonces, he de decir que no.

    Ahora mismo, no me sabe nada, pero nada mal. Debe de ser las canas oiga.

  2. #2 por JMG el 14 enero, 2013 - 13:02

    Yo como voy todas las casi semanas me suelo encontrar de todo. Como el plasta que no deja de wasapear o twittear toda la sesión, dandole igual si molesta con la luz, que siempre distrae, pero hace año y medio, en periodo de un mes coincidí con los mas guarros de la zona, dos veces, aunque no eran los mismos. Pero aparte de salirse antes y dejar todo por el suelo, no pararon de hablar toda la película como si estarían ellos solos en la sala.
    Lo peor son las cuadrillas que se turnan para ir al baño. No han tenido todo el día ir, y parece que les entra el ansia irrefrenable en la película, pero suelen ir de de dos en dos, por lo que toda la película es un desfile.
    Después el caso de publico que no tiene ni idea de que película se van ha ver, hay de dos tipos los que aguantan sin decir ni mu, y los que se empeñan en que porque ellos no disfrutan es injusto que el resto disfrute y se empeñan en amargar la proyección al resto.
    Pero lo que menos aguanto de todo es el pelma de la butaca de atrás, que tiene que dar una patada a la butaca cada 2 minutos. Parece que le molesta mucho que te sientes delante y el no pueda poner sus patas en la butaca. Y tiene que hacer mobing para que cambies.

  3. #3 por Frank Jones el 14 enero, 2013 - 21:57

    Suelo sentarme en las primeras filas, y normalmente las encuentro vacías, por lo que la comodidad es máxima. Eso sí, en Los Miserables se sentó una mujer a mi lado… y qué perfume dios, qué perfume… ¡¡¡aun estoy con el olor dulzón incrustado en la pituitaria…!!! me dió la noche.

  4. #4 por narf01 el 14 enero, 2013 - 22:32

    Las forma de molestar en el cine tambien evoluciona con los tiempos, como de de los ruidos me adstraigo la nueva forma de tocar las narices son esas luces que se encienden por to la sala de las pantallas de los moviles, ya que no pueden vivir sin wasap o twiter o lo que sea ni siquiera el rato de la peli, yo no se que tiene que hablar tanto la peña, yo no necesito comunicarme tanto.
    Y por supuesto los metodos clasicos siempre de moda.
    Al final todos dejaremos de ir al cine, no merece la pena gastar tanta pasta pa salir encabronao.

    • #5 por Vinny el 19 enero, 2013 - 13:23

      Precisamente encontré a dos personas usando el móvil en un cine, pero no a la vez, sino cada una en una ocasión diferente.

      Una de esas personas era un tío de unos 40 años de edad. A él le encontré mientras vi «The Dark Knight rises», cosa que no me extrañó, porque la película fue asquerosamente aburrida, tanto lo fue que el mismo tío se marchó del cine mucho antes de acabar la obra.

      La otra persona que pillé usando móvil en una sala era una mujer con unos 35 años, calculando más o menos. Esta vez me molestó mucho más, porqué era utilizar móvil y ver película, usar móvil y seguir viendo el film, y así sucesivamente. Y me parece mal, porque a parte de distraerme y molestarme, no está mostrando cierto respeto a la obra que está visionando, ni a la gente que trabajó e intervino en ella.

  5. #6 por Harry Powell el 15 enero, 2013 - 00:06

    Yo voy al cine muy a menudo, y casi siempre voy con mi hermano mayor, que es el tío con más mala leche que he conocido en mi vida. Pues bien, el «cabroncete» de mi hermano es un «Troll-hunter» de esos que no dejan pasar ni una y que además disfrutan acojonando y poniendo en su sitio a los «espectadores gilipollas». Es una gozada ir con él al cine porque no deja títere con cabeza, no deja pasar ni una(ni en los trailers), al mínimo susurro,ruido,erupto o tontería se levanta y le suelta cuatro palabritas al «gilipollas» de turno y le dice que a la próxima «gilipollez» ya no será tan amable ….jajajajajjajajajja, no veas lo tranquilo que se va al cine con él. Los niñatos(porque la mayoría son éso) no se atreven ni a toser.

    Aunque admito que es un poco tiquismiquis, y que muchas veces exagera, no soporta ni el sonido de la gente cuando comen palomitas………pero bueno, no me parece mal, a mí me gusta ver la peli tranquilo y a él por lo visto le gusta más cazar trolls que ver la peli; así que cada uno a lo suyo y todos tan felices.

    Saludos.

  6. #7 por Dani313 el 17 enero, 2013 - 07:31

    Hay gente que simplemente no comprende lo que esta viendo; el otro dia fuimos a ver »El Hobbit», y en la sala habia un monton de »gilipollas», pero uno en especial se robaba la pelicula, un idiota que se reia por todo, y no una risa suave que puede pasar desapercibida, una carcajada. el imbecil incluso se reia durante la escena del encuentro entre Bilbo y Gollum. aunque, con el tiempo, y aunque suene triste y no deberia de ser asi, te vas acostumbrando.

    • #8 por Vinny el 19 enero, 2013 - 13:27

      Eso mismo me ocurrió viendo «Las dos torres». La gente se reía a lo bestia con la conversación entre los dos Gollums.

  7. #9 por Karelia el 19 enero, 2013 - 00:32

    Yo soy de las que no paso ni una, ya me da igual, como dices, mi dinero es oro y lo pago para ver una peli, no para ir a un patio de recreo.

    Las últimas, una madre que no sabía que hacer con sus hijos y los llevo a pasar la tarde al cine, ya me oyó, que yo no tengo que aguantar al niño allí jugando y menos a la maleducada de su madre que no mueve el cuajo dela butaca, hasta me aplaudieron!!!

    Lo del móvil, siempre que me joven con alguno, me acerco por detrás (ya que los que molestan siempre son los que están sentados delante de ti) y les susurró dulcemente,mal próxima vez que saques el móvil hago que te echen, pruebame si no te fías, mano de santo oiga, pero bueno, al principio te lo hacen, después del toque son más comedidos.

    Eso si, siempre recordare a la mama con un crió de 3 años y otro de 5 viendo TDK, todo el rato llorando, cuando se acabo (porque estaba más bien lejos), me acerque a ella y ya la dije unas cosillas, creo que el futuro Joker será ese niño (jo jo jo).

    En fin……

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