‘Un dios salvaje’ – Refinada obra menor de Polanski

El Polanski de la última década y su genio nos tienen extrañamente acostumbrados, muy a nuestro pesar, a una de cal y otra de arena: ‘La novena puerta’, ‘El pianista’, ‘Oliver Twist’, ‘El escritor’, etc. Pues bien, he aquí un chalecito en la playa.

‘Un dios salvaje’ cuenta la historia de dos parejas acomodadas que se reúnen en un apartamento para hablar sobre una pelea que tuvieron sus hijos pequeños; según avanza la película sus enfrentamientos les crean tales dilemas morales que los remueven por dentro hasta tal punto que hacen que salga su dios salvaje y rompen los cimientos de su posición social y los arrastran hasta el más profundo patetismo.

Como vemos, además de la que parece ser una premisa muy interesante, tiene estos otros ingredientes que desde un principio hacen prever lo mejor de ella: planteamiento atrevido (rodada en una sola habitación), un guión aplaudido por la crítica, unos actores sobresalientes y un director excelso. Sin embargo, nada más lejos de la realidad; la última película de Roman Polanski es una agradable tragi-comedia que, a pesar de funcionar muy bien como entretenimiento, resulta fallida en casi todas esas «virtudes» que podrían haberla aupado a la excelencia, salvada en último caso por unas actuaciones brillantes aunque descompensadas y un guión competente que se va derrumbando conforme llega el final (arrastrando consigo a las dos actrices).

No es, en absoluto, una mala película; al contrario. Diría, sin embargo, que la relevancia a la que aspira y la altura que pretende alcanzar se le quedan muy lejos, debido posiblemente a su propia punto de vista hipócrita y su artificioso techo artístico, o como bien explica Javier Ruiz de Arcaute, «[…] no deja de pecar de eso mismo que reprueba, la comodidad de señalar defectos desde un pedestal de superioridad moral. […]».

Sin entrar a valorar las «cuestionables» motivaciones por las que Polanski decidió adaptar la obra teatral de Yasmina Reza (era la única historia que podía rodar en su complicada situación judicial), se puede decir que este film sobrio, inteligente y frío está sustentado principalmente por un ejercicio de guión y de dirección de actores, y es por eso que cada punto fuerte (o débil) de su estructura están ligados directamente a la obra teatral original en la que se basa la película; en resumen, ‘Un dios salvaje’ es simplemente eso: una obra teatral llevada a la gran pantalla.

No esperéis mucho más, ni siquiera confiéis demasiado en su peso más pesado: la profundidad del guión (escrito a medias entre Polanski y Reza). La que se suponía era una historia que tambalearía los cimientos de la sociedad burguesa americana y hurgaría en la conciencia de las clases sociales se queda simplemente en una ligera comedia kitsch, rozando lo snob, con ciertos tonos dramáticos (poco aprovechados), cuyos momentos más hilarantes son el vómito de una de las protagonistas y la destrucción de un ramo de tulipanes (valgan estos ejemplos para apreciar la inofensiva fuerza que pueden llegar a tener los conflictos de los personajes). Es una película incapaz de entrar en cuestiones más profundas ni de entablar un diálogo más crítico con el espectador (aunque esto algunos lo ven como una virtud), sobretodo porque cuando la historia comienza a complicarse y los personajes entran en catarsis el director lo resuelve de la forma más fácil: dándole un giro cómico (algo que seguramente funcionaría magníficamente en manos de, por ejemplo, Woody Allen, y que a Polanski le sale simplemente bien).

La evolución de cada personaje a través de la obra es lo más gratificante de la película, perfectamente llevada en cada momento de la trama; el engranaje funciona a las mil maravillas, y los cuatro nos sorprenden a lo largo del film ocultándose en un principio y mostrando sus cartas a lo largo del metraje, y cuyas verdaderas personalidades salen a la luz cuanto más se enrevesa la trama y más tensas están las cosas; sin embargo, llegados al final, los arquetipos de personajes que pretendía criticar Reza se vislumbran en su propio trabajo (especial afectado es el personaje de Jodie Foster).

La parte final que acompaña al clímax peca de artificiosa y carece de verosimilitud (no tanto por la parte cómica sino por la dramática) tanto en cuanto los personajes, ya muy avanzados, llegan al extremo de sus personalidades por un detonante muy facilón: el whisky (sin duda lo peor de la película). Los cuatro comienzan a beber y, de forma extraña, los dos hombres se alían y las dos mujeres, tras beber sólo un par de tragos, se emborrachan y se unen para atacarlos (algo demasiado forzado). Las actrices exageran y resultan bastante patéticas (una pena para la hasta entonces maravillosa Kate Winslet) (por el contrario, Christopher Waltz y John C. Reilly bordan sus roles, quizás más dados a los registros cómicos).

Por otro lado, la puesta en escena de la película crea un exagerado hermetismo y la dirección de Polanski es excesivamente teatral. Pese a que las secuencias tienen cohesión unas con otras y no falta ritmo entre ellas (la sutileza y precisión al colocar los tiros de cámara dejan entrever la elegancia que tiene Polanski filmando en lugares cerrados, como pudimos apreciar en su genial ‘El escritor’). Pero aun así parece como si se limitase sencillamente a filmar sin interés la obra de teatro; su dirección nos aporta muy poco y no tenemos presente prácticamente ningún lenguaje narrativo: muy pocos planos nos transmiten un mensaje, como tampoco ningún movimiento de cámara, y los artilugios cinematográficos que propone son simples y arcaicos. El director no dialoga con la obra, simplemente está ahí, en un segundo plano. Algunos apuntan a que esto se debe a un esfuerzo por desaparecer con la intención de que el público olvide la cámara y se centre en los personajes; otros, como por ejemplo Jaime Pena en su crítica (Cahiers du Cinéma. España, Nº 50), opinan que la película parece estar dirigida por el ayudante de dirección de Polanski y argumenta que «[…] la labor de puesta en escena [de Polanski] resulta funcional y, pese a lo que se diga, impersonal. […]».

En resumen, esta es una película audaz pero fallida en algunos aspectos y que nos deja un sabor agridulce (debido también a un final precipitado y que no alcanza a la tensión dramática que hubiésemos deseado). La corta duración de la película, aunque gratificante, da la sensación de que es una «solución rápida» para que el espectador no se termine por aburrir, un truco de Polanski para resolver algo que él no consiguió con su dirección (imposible salvar esta película con 45 minutos más de metraje, algo que sí consiguen obras como ‘La soga’ o ‘Cube’, por mencionar dos ejemplos dispares).

Una muy buena película que de no haber estado firmada por Roman Polanski no hubiera tenido la relevancia que tiene, pero tampoco se le habría exigido tanto como se le exige (recordemos que Polanski es uno de los mayores genios de la historia del cine moderno).

Pese a lo que pueda haberse desprendido de lo escrito en esta líneas, personalmente me ha resultado una obra muy entretenida y gratificante.

Escrito por:

ZachTriunff

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  1. #1 por Moutache el 25 noviembre, 2011 - 17:07

    Totalmente de acuerdo, es una película correcta que parece que el talante de los actores la vaya a convertir en algo que no es. Principalmente no por ellos sino por el guión, que nunca llega a explotar del todo, se queda todo en agua de borrajas. Si, vemos a los personajes perdiendo los papeles, pero no vemos ninguna verdadera «catarsis» ni cúlmino de nada, casi podriamos decir que acaba tal cual empieza. No consigue ahondar ningún tema, se pierde en artificios de guión solo para mantener la atención del espectador (y para mantener a los actores en el mismo escenario, en ocasiones bastante forzado). Me venia a la cabeza todo el rato la película de «la cena de los idiotas» (la versión francesa), una película deliberadamente más «payasa» pero muchisimo más critica e incisiva, que conseguia «encerrar» a los personajes de una forma mucho más relajada y natural.

    En definitiva, por momentos parece que esta película sea más esclava por su forma que por su contenido, y por eso este último se resiente tanto. A favor, la naturalidad que ha demostrado siempre Polanski para despertar la incomodidad y la claustrofobia en espacios aparentemente mundanos, y aquí no defrauda.

    • #2 por ZachTriunff el 25 noviembre, 2011 - 17:36

      Totalmente de acuerdo también 😉

    • #3 por Snake el 25 noviembre, 2011 - 19:51

      «A favor, la naturalidad que ha demostrado siempre Polanski para despertar la incomodidad y la claustrofobia en espacios aparentemente mundanos»

      Sólo hay que ver la Semillas del Diablo como claro ejemplo de lo que comentas.

      Todavía no he visto la película que se comenta aquí, pero me ha hecho gracia el término «catarsis» que pones en tu comentario Moutache. Parece que está muy de moda y que define el máximo sentimiento del espectador hacia algo. Espero que a la larga no se queme tanto como el de «obra maestra», que está muy devaluado a mi parecer en los últimos años.

  2. #4 por Eliduard Jiménez (@eliduard) el 1 diciembre, 2011 - 05:39

    polanski nunca me ha dejado un mal sabor de boca con sus obras , toca ver esta que ademas cuenta con semejantes actores, luego dare mi critica

    saludos!!!

    • #5 por ZachTriunff el 1 diciembre, 2011 - 15:41

      Disfrútala y dinos qué te opinas sobre ella. Saludos!

  1. ‘Un dios salvaje’ « Tierra de CINÉfagos

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