Esta misma semana ha llegado a España la Nintendo 3DS, una nueva consola portátil que permite tener una experiencia tridimensional sin necesidad de gafas ni artilugios añadidos, y de inmediato ha vuelto a cobrar forma la eterna polémica: ¿Es útil el 3D? ¿Sirve para algo más que para encarecer el precio de un producto? ¿Por qué ahora, si las tres dimensiones llevan haciéndose mucho tiempo? Y no menos importante, ¿Es sano? Porque aunque no lo parezca, con las videoconsolas, salas de cine y televisiones anunciándonos que podemos recibir una patada en la boca al ver nuestra película favorita de Chuck Norris, hay organizaciones y usuarios que no ven con buenos ojos (atención al chiste fácil) esta nueva tecnología, el último paso en una escalada brutal y sin precedentes en la historia del mercado digital.
Pero el 3D, como ya he dicho antes, no es algo nuevo, aunque se lo ha tratado como un producto de ciencia ficción. El futuro nos mostraba siempre televisiones en 3D y anuncios que salían de la pantalla para devorarte, en la eterna búsqueda de una inmersión total en la película y proporcionar un espectáculo visual. La idea era hacer sentir al espectador que podía tocar a las estrellas, y en los dos últimos años la tridimensionalidad se ha convertido en el lema de algunos de los directores más punteros, como James Cameron, que alude a nuestra propia evolución como especie para resaltar sus ventajas.
Y es que nuestro cráneo está diseñado de una forma especial: dos ojos en la parte frontal, separados ligeramente para ofrecernos, a través de cada uno, una imagen distinta. Esto, al ser procesado por nuestro cerebro, compone una única imagen tridimensional que nos permite no sólo distinguir los objetos, sino también saber qué lugar en el espacio ocupa cada uno de ellos y a qué distancia se encuentran de nosotros. No todo está “arriba” o “abajo”, o “A la derecha” o “la izquierda”. Puede haber objetos situados detrás de otros, en diagonal, alargándose hacia el horizonte o curvándose sobre nosotros o tener volumen, de ahí que necesitemos verlos tal y como son. Sin embargo, cuando vemos una película, la imagen es completamente plana, y ni siquiera se mueve realmente. La escena que los operarios grabaron en su momento tuvo que ser dividida en una serie de imágenes fijas llamadas fotogramas que, al pasarse a una gran velocidad (24 por segundo), dan la sensación de movimiento, como podéis ver en el enlace anterior.
Cuando empezaron a proyectarse las primeras películas, no tenían ningún tipo de sonido, ni ángulos de cámara, ni nada. Todo se parecía demasiado a ese Gif animado del caballo trotando. La primera proyección de los hermanos Lumiere consistía en unos operarios saliendo de una fábrica, o en la célebre llegada a la estación de un tren, tan real para aquel entonces que la gente se apartaba de la pantalla por miedo a ser atropellados. (aunque la verdad, siempre me he preguntado si esto es real o una mera leyenda urbana). Pronto, el nuevo negocio dio pasos agigantados mientras los defensores de la fotografía seguramente alegaron que era imposible que el cine eclipsase a la fotografía, a la vez que otro sector proclamaba el fin de las imágenes estáticas.
Sin embargo, en el año 2011 las fotografías se usan más que nunca. En Facebook, galerías virtuales y en los blogs de las niñas de quince años que se llevan una cámara a todas partes: a la escuela, a la discoteca, incluso a tirar la basura y al cuarto de baño. Necesitan dejar registrada su vida entera para los años venideros, la salud de este formato es envidiable. Yo he sido un fan de la fotografía desde que con ocho años aprendí a revelar en blanco y negro, porque me atrae el poder que tiene una sola imagen. Sin música, sin efectos especiales, una fotografía tiene un poder visual impresionante porque captura un momento único y perfecto, y, al contrario que las fotografías de fiestas del sábado pasado, hay una gran calidad en los fotógrafos profesionales, sobre todo en la fotografía erótica o X (y donde hay una línea muy fina que diferencia entre lo que es arte y no lo es), que contiene una gran belleza plástica sobre todo en las imágenes en blanco y negro. Quizá porque, como ya he dejado caer, se trata de un instante capaz de transmitir algo al espectador.
Pero, ¿Por qué estoy hablando de fotografía erótica si he dicho que iba a hablar sobre el 3D? Pues muy sencillo: porque el nuevo formato es el siguiente paso en la evolución del cine, y para valorarlo hay que mirar atrás y ver de dónde venimos. Sólo así podemos comprender por qué tenemos que pagar para ponernos gafitas de plástico. Y empecemos siguiendo a los primeros cineastas que descubrieron que la música hacía el cine un poco más entretenido, de modo que decidieron contar con músicos (o un tipo con trompeta, lo que tuviesen a mano) que acompañase la historia. Además, el público se estaba cansando de ver a la gente salir de la fábrica, por lo que empezaron a buscarse historias ficticias que recrear frente a una pantalla, algo así como espectáculos teatrales. Poco después aparecieron los rótulos, que querían mostrar lo que un personaje en particular estaba diciendo en ese momento, algo que podemos ver en películas como las de Charlie Chaplin.
Entonces llegó el cine sonoro, al que yo denomino el abuelo del cine en 3D. Aunque ya se había experimentado en el año 1900, la primera película con sonido fue “El cantante de Jazz”, estrenada en 1027 y que adaptaba una famosa obra de teatro. Como podéis imaginar, el punto fuerte de esta película fue el sonido. Tanto, que es conocida por eso y no por haber contado una historia. “El cantante de Jazz” fue creada para satisfacer un mercado en auge, un producto, de la misma forma que lo sería décadas más tarde “Furia de Titanes”. Me gusta imaginarme a los “críticos” de aquel tiempo diciendo lo horrible y vacía que era una película basada sólo en un adorno. Y entonces grandes directores del cine mudo se levantaron diciendo que el sonido podría acabar con el cine, a la vez que otros decían que el cine mudo estaba condenado a desaparecer (creo que he escrito algo parecido en párrafos anteriores).
Por supuesto, hubo muchos directores y actores del cine mudo que han quedado en el olvido. Quizá Buster Keaton y Charlie Chaplin fueron de los pocos que lograron seguir trabajando, y más el segundo que el primero. Chaplin no quería que su conocido personaje, Charlot, hablase, pero al final acabó sucumbiendo y rodó la que a día de hoy es considerada una obra maestra sin paliativos: El Gran Dictador. Recuerdo cuando la vi de niño y lo raro que se me hizo pasar de sus muecas a aquel célebre discurso.
¿Y fue el final del cine la introducción del sonido? Gracias a Dios que no. De hecho nos dio a Groucho Marx. Él es quizá el que mejor ha sobrevivido al tiempo y mi favorito sin duda alguna. En aquella época las películas eran muy teatrales y quien salía en ella, como en el caso de los hermanos Marx, provenían del espectáculo de variedades. Pero al contrario que Keaton, Groucho era verdaderamente bestial. Desde que irrumpía en la pantalla no se callaba, escupía palabras a tal velocidad que dejaba atrás a sus hermanos y a cualquiera de sus contemporáneos. Hoy día el sonido y el diálogo son parte indispensable de una película, porque qué sería de “Blade Runner” sin la portentosa banda sonora de Vangelis, ¿Verdad? Y sin el color. Ése fue otro adelanto significativo que, aunque no lo creáis, acabó por acercarnos al 3D.
El Technicolor surgió en la década de los cuarenta como una forma de “colorear” cada fotograma, un proceso muy largo, lento y tedioso, por no hablar de caro. Un poco antes se habían emitido algunas películas pero que sólo contaban con dos colores: azul y verde, verde y rojo… ¿Ocurrieron los mismos problemas que al pasar al sonido? Seguramente, al fin y al cabo, era considerado como un nuevo “invento” que quería hacerle competencia a la televisión que, en la década de los cincuenta, comenzó a hacerse presente en los hogares norteamericanos. Y gracias al color podemos admirar películas como la ya mencionada Blade Runner, Alien, Watchmen, Star Wars, El club de la lucha, Pulp Fiction, E.T. (Con ese arcoiris final), o Kill Bill.
En esto que llegamos por fin al tan ansiado 3D. Pero no estamos en el año de “Avatar” sino en la década de los ochenta, una época colorida y tan característica como tremendamente hortera, según se mire. Ahora la gente comenzaba a conocer lo que eran los reproductores de vídeo, lo que ponía a su disposición la posibilidad de poseer las películas, manipularlas y verlas cuantas veces quisieran, de modo que los dueños de los estudios pensaron que ver las películas en las salas de cine estaba condenado a desaparecer, por lo que en los parques de atracciones y las salas Imax, propias de los noventa, contaron con el cine en 3D. Que yo recuerde, sí daba impresión de profundidad, pero también ayudaba el hecho de que la pantalla era enorme, mucho más de lo que hoy día puede ser una sala de cine. Por supuesto, las películas estaban orientadas a lanzar cosas contra la cara del espectador y bombardearle con efectos, de modo que la historia era lo de menos y la gente que acudía al IMAX era para ver algo en ese formato, luego ya decidían el qué.
Y en 1995 llegó la videoconsola en 3D, dieciséis años antes de la Nintendo 3DS, llamada “Virtual Boy” de Nintendo, un aparato con aspecto siniestro al que podéis echarle un vistazo en su página de la wikipedia. Esas enormes gafas trataban de jugar con lo que, por entonces, se le conocía como “Realidad virtual” y que ahora, para hacerlo más atractivo comercialmente, se le conoce como “realidad aumentada”. La videoconsola fue un sonado fracaso porque provocaba fatiga y mareos a los usuarios, que además sólo aconsejaban usarlo durante quince minutos.
Desde entonces, las tres dimensiones fueron algo esporádico y enfocado principalmente al público infantil, como la película Spy Kids 3D. Más tarde hubo un Boom que no tuvo nada que ver con las salas de cine, pero que influyeron muchísimo en éstas y que dieron el empujón definitivo al 3D: Internet, la piedra de los riñones de todo político hoy día, y la posibilidad de compartir archivos y obtener copias de películas y canciones, todo ello gratis o, en el mejor de los casos, por un bajo precio. El mercado aumentó de forma exponencial y amplió los horizones fílmicos de muchos seguidores del séptimo arte. Pero además, y he aquí lo importante, permitió que un chico con una videocámara pudiera colarse en una sala de cine, grabar la película y subirla a Internet dos horas después de su estreno, lo que pone en peligro no sólo las abultadas recaudaciones de las películas y estrellas, sino que atentaba contra los derechos de autor y demás cosas que hemos estado escuchando en los últimos años que significan una sola cosa: les estamos robando a las multinacionales, y tienen que encontrar algo antes de que Internet acabe con el cine, tanto el sonoro, como el blanco y negro, incluso con el mudo y quién sabe si hasta con la fotografía.
Y apareció James Cameron, el tipo que reventó las taquillas con su último trabajo y que logró, más o menos en un año, unos 1900 millones de dólares, convirtiéndose así en la película más taquillera de todos los tiempos. Cameron estaba preparando una nueva película de ciencia ficción, género para el que ya mostró estar sobradamente dotado con Aliens y Terminator 2, y además prometía recuperar el 3D y hacerlo algo normal en el negocio del cine. De modo que con el estreno de “Avatar” el mundo parecía haberse vuelto loco, y en sólo quince días logró destrozar el récord de «Titanic». A nadie le pasó por alto que las entradas eran más caras y que tenías que aguantar durante casi tres horas unas puñeteras gafas de plástico, que eran las que hacían posible la “magia” de las tres dimensiones. Todos estaban absortos con la novedad y de pronto muchos más empresarios se subieron al carro, algunos de ellos “apañando” como pudieron algunos rodajes para ser presentados en 3D, como le ocurrió a “Furia de Titanes”, de la cual podéis saber más pulsando sobre ella.
Y en un año, en menos de eso, este formato está implantado entre nosotros y un enorme cargamento de 3DS está llegando a nuestro país. ¿Por qué ahora y no con proyectos como el Virtual Boy? Quizá porque ahora han sabido venderlo y han encontrado un buen seguro frente a la piratería. Las copias en 3D no pueden ser grabadas directamente desde la pantalla del cine porque se ven borrosas. Es a través de las gafas cuando la imagen se define y cobra sentido, lo que la hacen unos perfectos sistemas antipiratería al módico precio de un Euro. Eso que te pones a ambos lados de las orejas es la única razón por la que el 3D tiene tanta importancia y se lo promociona tanto, una forma de conseguir que sólo puedas ver una película pasando por caja. El hecho de que la gente con afecciones visuales no pueda disfrutar del 3D es algo que preocupó en un principio a directores como Michael Bay, pero luego, tras ver lo que podía ganar con ese formato, decidió llamar estúpidos a todos los que lo criticasen, todo lo contrario de Christopher Nolan, quien se niega a trabajar con él.
Lo importante de “Avatar” es que había vendido una tecnología, James Cameron había creado el mejor y más caro anuncio de la historia, acompañado de una historia simplona pensada para que todo el mundo pudiera verla. Pero el público no puede adaptarse fácilmente a las gafas, de modo que ya se han creado televisiones en 3D y la propia Nintendo 3DS, que no necesita ningún tipo de aparato pegado al cráneo del espectador, un paso más. Pero, al igual que el Virtual Boy, la Nintendo 3DS no puede ser usada durante un largo periodo, y de pronto, los aspectos médicos han pasado de recomendar jugar una hora, a media. Además, el mismo día que llegaba a España, salía una actualización para la videoconsola para solucionar el problema de “la pantalla negra de la muerte” , algo que te obliga a reiniciar la consola a mitad de la partida. Lo que hace que me pregunte, entre otras cosas, hasta qué punto está desarrollada esta tecnología antes de llegar a nuestras manos, y también me preocupa el énfasis que hacen en no permitir su uso en niños menores de ocho años, cuyos ojos no están del todo desarrollados, y la prisa que se han dado todos en subirse al carro de esta nueva tecnología, quizá incluso a costa de presentar un producto completamente terminado y revisado. Sigue sin saberse del todo si el 3D puede provocar algo más que dolores de cabeza, pero gracias a Dios, se han desechado sistemas como el que vais a ver en el siguiente vídeo, unos electrodos conectados a las sienes que harían parpadear alternativamente a tus ojos buscando crear el efecto.
Desde hace unos años estamos viviendo un despunte brutal en la tecnología, y es probable que llegue el momento en que el mercado no pueda asimilar tanta oferta electrónica y se estanque. De modo que, al igual que pienso que tarde o temprano Steve Jobs tendrá que comerse con patatas todas sus existencias del IPAD 5, creo que existen dos posibles caminos para las tres dimensiones: o bien regresa a su lugar en el ostracismo, o continuará entre nosotros, lo que es probable viendo lo que se han gastado las salas de cine en equipararlas con proyectores adecuados. El 3D se reservará sobre todo a los blockbusters y películas con una gran carga visual, como las adaptaciones de cómics y videojuegos, pero no creo que un drama de Woody Allen tenga mucho que ganar lanzándonos cosas a la cara. Las consolas sí se aprovecharán de este formato, unido a las cámaras de vídeo y los juegos de “Realidad aumentada”. Pero nunca se convertirá en algo indispensable para el cine, no lo será porque su única finalidad, aparte del experimento visual, es buscar un nuevo aliciente para mover al público a las salas, exactamente igual que lo fueron todos los anteriores avances. Novedades, juguetes y dulces muy caros que nos ponen delante. Podríamos eliminarlo y no afectaría en nada a la película, ya que lo importante es que transmita algo, que nos cuente una historia, y hoy día podría seguirse haciendo sin música o diálogos, incluso sin movimiento ni color. Podemos reducir una película a su unidad más primordial y seguir teniendo algo. Si algún día el 3D consigue establecerse entre nosotros será cuando deje de ser un artificio para convertirse en un instrumento más de la película, si no, siempre podrá ir a hacer compañía a otro de los formatos fallidos, el cine con olor.
(La última fotografía es conocida como «Madre Migrante», tomada en 1936, durante la Gran Depresión, se considera una de las imágenes míticas del Siglo XX al mostrar, con tan sólo una mirada, la desesperación y el miedo ante el futuro que les espera).
#1 por Snake el 30 marzo, 2011 - 13:21
Un excelente post – especial el que te has currado.
De lo que dices no puedo estar en desacuerdo contigo.
El 3D en los cines, en las películas, se está «vendiendo» de una forma totalmente estúpida. Pocas, muy pocas (y mira que se han hecho hasta el momento) lo aprovechan como Dios manda. Lo cual te lleva a pensar si el formato en sí mismo no está hecho para paliar el efecto de la piratería (por lo difícil o imposible que es «copiar» una peli en 3D y colgarla en la red).
La película en sí misma ni es mejor ni peor por culpa del 3D. Es decir, para mí Avatar sigue siendo un truñaco de historia con o sin ese efecto. Pero no es menos cierto que dicho efecto consiguió que mucha, muchísima gente fuese arrastrada al cine.
Creo que el efecto que todos -o muchos esperamos- es el de un entorno virtual «verdadero». Pero eso todavía es ciencia-ficción. Todavía no estamos cerca de Nivel 13, The Matrix o Existenz.
Lo de Virtual Boy me ha hecho gracia. Sobre todo por el fiasco que se llevaron los de Nintendo.
La foto de Scarlet Johansson (no es santo de mi devoción, pero tiene algunas imágenes preciosas) refleja bastante bien lo que querías explicar en el párrafo de rigor :DDD
Y la última imagen -la de Madre Migrante- creo que es espectacular por la miríada de sensaciones que produce.
Bueno, lo dicho al principio IP. Un espectacular especial que creo que no dejará indiferente a nadie.
#2 por angel el 30 marzo, 2011 - 13:39
Excelente post sobre uno de esos temas que ahora están tan de moda…
Yo intento ver en 3D solo aquellas películas que de verdad se rueden en ese formato ya que me sentí muy timado con «Airbender».
En muchos casos me parece un intento de subir los precios de manera brutal…una sesión en 3D esta sobre los 11 euros + 1 sino llevas las gafas, siempre que en esa sala permitan «reciclarlas»…
Yo de todas maneras creo que las pelis en 3D no se ven bien al 100% y son mucho más oscuras
#3 por Snake el 30 marzo, 2011 - 13:49
A mí me comentaron que eso se debe al cine en cuestión. Es decir, la mayoría de los cines se han equipado, pero creo que sólo los IMAX y unos pocos más ofrecen una buena calidad de imagen, por lo menos si nos referimos a colorido y luz.
Yo siempre que he visto una peli en 3D (creo que han sido tres veces -Up, Avatar y Alicia en el País de las Maravillas-) las he visto muy oscuras y descoloridas. Una pena la verdad, sobre todo por el precio que tiene la entrada.
#4 por s24 el 2 abril, 2011 - 13:50
Yo solo pido una buena historia con un buen guión, no me sirve de nada que pueda parecer que sale un tio de la pantalla, esto al final será una excusa para hacer peliculas malas pero en 3D, como está pasando, Piraña 3D, Step Up 3D y mas mierdas 3D.