En Tierra de Cinéfagos hemos hablado algunas veces de libros, de videojuegos, incluso de Crepúsculo, pero hoy voy a hablar de música y más concretamente, del reducido concierto que el día seis de Noviembre Bon Jovi celebrará en Madrid como antesala al galardón que los European Music Awards le entregarán como reconocimiento a toda su carrera. Y es que verlos en Madrid el mes que viene era una oportunidad excepcional, en un lugar como el Teatro Circo Price, donde tan sólo podían ofrecer dos mil localidades, al precio de entre cincuenta y ochenta euros cada una, dependiendo de si era con asientos o en pista. En otras palabras, Bon Jovi bajaba a la tierra en una Harley. Y se nota que a la gente le gusta, porque absolutamente todas las entradas se agotaron en veinte minutos, tal y como han señalado las notas de prensa, lo que da una buena muestra de cuánto mueve un grupo que, además, no hace tanto que viene a España (concretamente su última actuación fue en el Rock in Río en Madrid), Sin embargo no estoy muy seguro de cómo todas esas entradas ha sido vendidas.
Pero todo esto no podían ser más que imaginaciones mías, ya que me quedé sin entradas a la misma velocidad con la que El Halcón Milenario atravesaba media galaxia, y no estoy lanzando ninguna acusación, sino simplemente expreso una opinión. ¿Cómo es posible que dos mil entradas puestas a la venta a las diez de la mañana del día veintisiete se agotasen a un ritmo de cien por minuto? ¿Y cómo fue el proceso de venta? No conozco los entresijos de la página web de Ticketmaster, así que a lo mejor uno de los primeros comentarios es un “¡Zas! En toda la boca” para mí. Pero pasemos al proceso que yo viví este miércoles por la mañana.
El concierto ponía a nuestra disposición cuatro tipos de entradas: Pista, tribuna baja, tribuna alta y asientos con mala visibilidad. Por supuesto la mayoría del público tuvo que elegir las de pista, ya que eran las que están más cerca del escenario y aunque eran más caras, tampoco lo resultaban tanto. Así que mucho antes de las diez de la mañana, hora en la que se pusieron las entradas a la venta, ya estábamos delante del ordenador, con todos los datos bancarios, nuestra cuenta hecha en Ticketmaster y con el teléfono al lado “por si acaso”. Repito que al igual que yo podrían haber muchas más personas que estuvieran en la misma situación. Pero llegan las diez de la mañana… y pasan. Entonces, yo llevo ya una hora actualizando la página (y llamando por teléfono, a ver si cuela), pero el servicio telefónico de Ticketmaster, después de cobrarnos, nos dice amablemente que no pueden atendernos. Bueno, es normal, no estarán en la oficina.
Y llega el momento, a las diez y diez minutos exactos, en el que la página por fin nos deja acceder a la interfaz donde podemos comprar las entradas. Y automáticamente nos metemos en una “cola virtual” donde se nos pide que esperemos 1 minuto nada más.
Cinco minutos más tarde nos echan de la página. Y hay que volver a entrar y repetir la espera. Encontramos las entradas de Pista disponibles y elegimos dos. Y el servicio de la página web te otorga un intervalo para introducir tus datos de dos minutos. Pues bien, durante esos dos minutos (aunque creo que puede depender de la demanda que haya) esas entradas están reservadas y, por lo tanto, te pertenecen. Quizá es una forma un poco brusca de decirlo, pero son tuyas y no te las pueden quitar a menos que tardes demasiado en decidirte. Por supuesto los datos fueron introducidos a tiempo y pasamos a la opción de “validar”, entonces nos avisan de que nos cobrarán quince euros de gastos de envío por enviarnos las entradas.
Y sí, son sólo los quince puñeteros gastos de envío porque las entradas se han agotado mientras esperábamos en otra interminable “cola virtual” una vez hemos confirmado todos los datos. De alguna forma misteriosa, las entradas que he elegido se las ha llevado a otra persona. Entendería que eso fuera perfectamente normal, así que fui rápidamente a comprar otras, las que fueran, con idéntico resultado.
Y he aquí lo curioso, que a las diez y media de la mañana ya no existen entradas disponibles, y os podéis imaginar el cabreo que supone ver que cinco minutos después aparecen por arte de magia más entradas. Ahora quedan entradas para la pista, ahora de “visibilidad limitada”, ahora de… así alternándose hasta que la página nos informa que ya no quedan.
Acepto mi mala suerte, pero no puedo dejar de mosquearme por el mal trato que se me dio, y me aventuro a pensar que no fui el único. Porque quizá yo soy estúpido y sólo intenté comprar unas entradas para Rammstein en el año 2004, pero visto lo que sucedía, me incorporé a la larga tarea de llamar por teléfono mientras hacía las compras online de forma simultánea. La Fnac se desentendió asegurando que ellos no tenían nada que ver con la versión Online (poco antes habían anunciado que se podía hacer a través de la Fnac), con Carrefour pasó lo mismo (poco después de decir que sí podían venderlas) ¿Y que pasó con Ticketmaster? Pues que siete euros en llamadas más tarde logré que me pusieran en espera en seis ocasiones. No puedo contar cuántas llamadas hice exactamente, pero fue a más de una por minuto. Cuando conseguía que me dijeran algo más que “En estos momentos no podemos atenderle”, me dijeron que esperase y que en “breves momentos me atenderían”. Y luego encima me cuelgan directamente. Me cuelgan.
Y días antes al ir a buscar información por teléfono un operador me cuelga también. ¿es un problema de mi teléfono móvil, o de los tres teléfonos distintos que usé para llamar? ¿Había tanta demanda para comprar las entradas de Bon Jovi?
¿O el hecho de que incluso antes de que la página web de Ticketmaster me diera la opción de comprarlas por su precio original, pudiera encontrar esas mismas entradas en Ticketbis.com en reventa al precio de 450 euros cada una? Me gustaría de veras que alguien me dijera que estoy equivocado y que sólo tengo mala suerte, pero no entiendo cómo además, mientras la página no te dejaba acceder, ya había incluso justificantes de compra. ¿Es posible que alguien haya ido a la tienda de Ticketmaster y en cinco minutos haya llegado a casa, puesto en contacto con Ticketbis.com, haya ofrecido las entradas e incluso les haya enviado un justificante de compra?
Así que, mientras las entradas se iban agotando y reapareciendo poco después, en ticketbis.com me decían que, el plan original de adquirir mis dos entradas por un total de 160 euros se habían transformado en lo siguiente:
Precio de cada entrada: 450 euros. (x2)
Comisión de Ticketbis: 135 euros
IVA: 24.30 euros
Gastos de Envío: 10 Euros
Total: 1.069,30 Euros.
Siempre tengo la opción de esperar a los dos próximos conciertos de Bon Jovi programados para Julio de 2011…
#1 por Err el 29 octubre, 2010 - 16:56
LA explicación a las entradas es que el día anterior a a puesta en venta al público en general, los miembreos del club de fans oficial pudieron comprarlas durante 2 horas.
#2 por ipanonima el 29 octubre, 2010 - 17:01
Por lo visto las entradas estaban en reventa tres días antes. La verdad es que es una lástima, pero bueno, supongo que iré a verlos en Barcelona el año que viene 🙂 Gracias por el apunte.
#3 por Karelia el 29 octubre, 2010 - 19:44
Ip, lo tuyo ha sido de película propia…………
#4 por and-Y el 29 octubre, 2010 - 21:45
Qmal
#5 por Harry Powell el 30 octubre, 2010 - 00:09
¿Bon jovi? la verdad es que cuando tenía 12 años me gustaban……..Living on a Prayer jejejejejejje.
Saludos.
#6 por iBanhoe el 30 octubre, 2010 - 14:26
Por mucho Bon Jovi que sea, me parece una auténtica barbaridad pagar 50 euros mínimo por ver un concierto y más con los tiempos que corren. Jamás lo entenderé -igual que sucede con el fútbol, los toros, etc.- Pero bueno cada uno tiene sus prioridades y las respeto aunque no las entienda.
#7 por ipanonima el 30 octubre, 2010 - 16:09
pues da gracias a que son 50 euros… que Shakira cuesta 225…
#8 por pumuki el 6 noviembre, 2010 - 17:50
pues a mi me paso lo mismo q a ti y sin entradas estoy. lo que no me explico es como la reventa si tiene la suerte de poder comprarlas tan rapido