Recomendaciones CINÉfagas: «El ángel exterminador» y «Persona»

 

Esta semana las recomendaciones de las que nos hacemos eco en esta sección son dos de las obras más celebradas de Luis Buñuel y de Ingmar Bergman. El director español y sueco, respectivamente, han sentado cátedra en la historia del cine y no está de más recordarlos como lo que fueron: dos enormes maestros de la realización.

Evidentemente, no son historias adecuadas para estos calores en los que nos apetece dencansar la mente y pasar el rato con propuestas mucho más refrescantes, así que os recomendamos que las dejéis para alguna fría noche de invierno y a ver qué tal os va la experiencia.  

Briony recomienda:

EL ÁNGEL EXTERMINADOR

Sinopsis: Al finalizar una cena en la mansión de los Nóbile, un grupo de burgueses descubre que una razón inexplicable les impide salir del lugar. Al transcurrir los días, la cortesía inicial de los invitados se transforma en el más primitivo instinto por la supervivencia. Una parábola sobre la descomposición de una clase social encerrada en sí misma.

Lo mejor: Una de las mejores películas de Luis Buñuel en la que nuevamente vuelca sus críticas a la burguesía y tapiza sus imágenes con algún que otro toque surrealista. Perteneciente a su etapa mexicana, la cinta fue galardonada con el Premio Fipresci de la Crítica Internacional y el Premio de la Sociedad de Escritores del Cine en el Festival de Cannes de 1962.

Lo peor: El final puede defraudar a más de uno, pero es que en esta historia lo que menos importa es el porqué…

PERSONA

Sinopsis: Elisabeth, es una conocida actriz teatral que durante una representación de Electra se queda sin habla. Ingresada en un hospital, aunque no sufre ningún tipo de enfermedad continúa sin pronunciar sonido alguno. Para sacarla de su mutismo, se traslada junto con Alma, su enfermera a una idílica casita de verano.

Lo mejor: En opinión de esta modesta cinéfaga, “Persona” es la obra cumbre (y maestra) de Ingmar Bergman. Densa, caótica, visionaria y onírica (Bergman la escribió durante su estancia en un hospital), impactará a todo aquel espectador que se enfrente a ella con la mente abierta. Magníficas las interpretaciones de Liv Ullmann y Bibi Andresson. Una verdadera gozada.

Lo peor: Que te incluyan (erróneamente) en el club de los gafapastas.

 

Fdo.

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  1. #1 por Molloy el 4 agosto, 2010 - 10:55

    Ambas películas son excelentes, y realmente distintas. El Ángel Exterminador es uno de los mejores ejemplos del cine naturalista de Buñuel que, junto a Losey y Stroheim, constituyen la gran tríada del cine naturalista, si bien hay otros directores como King Vidor, en Duelo al Sol, y Nicholas Ray, en Muerte en los Pantanos, que realizan una contribución importante pero esporádica a este tipo de cine. En El Ángel, se encuentra el mundo originario de las pulsiones violentas en el salón de la casa donde el dueño, invitados y criados quedan encerrados. Encierro que volverá a repetirse en la iglesia cuando acuden a un Te Deum, mientras afuera se escuchan los clamores de la revolución. Buñuel concibe la degradación de los medios atravesados por las pulsiones como una repetición, como eterno retorno: es un tiempo cíclico y circular, si bien puede abrirse una línea de escapatoria con la «buena repetición», la salida de los límites infranqueables del salón, pero esta vez Buñuel vuelve a cerrar el ciclo con la seguna mala repetición en la iglesia, ofreciendo un futuro sin salida, quizás con la esperanza de ese afuera que parece querer transformar el mundo, la revolución. De esta forma Buñuel introduce la repetición, algo más que la entropía de Stroheim, en la imagen cinematográfica.
    En cuanto a Persona, encontramos al Bergman de la rostreidad como divisa de su cine. Es el nexo del primer plano y el rostro, fundamental en el cine del sueco. Pero los rostros de Bergman tienden a borrarse, como tienden al borramiento los planos de Antonioni. En Persona hay una pregunta- trampa en la que el espectador no cesa de indagar acerca de si se trata de dos personas que se parecían desde antes o bien se trata de una sola persona que se desdobla. Es inútil, Bergman no va por ahí, El primer plano hace del rostro la desaparación misma de la individuación como tal, es la despersonalización por excelencia. El parecido no es lo que las confunde, sino que se confunden porque han perdido la individuación. Esta pérdida conduce a un estado donde desaparecen las sensibilidades, es la depotenciación del sentir, porque con la desindividuación se produce tanbién la ausencia de la socialización y de la comunicación. Bergman destruye así la imagen-representación, el icono prefabricado, ya dado desde antes, y rebasa el código del rostro, para llevar al límite la imagen- afección, allí se extingue el rostro, vampirizado por el miedo sordo como única experiencia sensible. De tal forma, el rostro único y desfigurado ensambla una parte de uno con otra parte del otro, dos seres que son absorbidos por el vacio. El único afecto que permanece es el miedo mientras se quema el fotograma, absorbido en el vacio. El nihilismo del rostro, como en Gritos y Susurros, el miedo a la muerte, alcanza el éxtasis en Persona a través del nexo borramiento del rostro- miedo- vacio- nada… porque en el límite ya no hay ni miedo, es la nada.
    Dos películas indispensables de dos grandes directores, su reposición es una magnífica noticia.

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