`Imago Mortis´ -soporiferus mortis-

Es lo que tienen las coproducciones. La mayoría de las veces salen unos pedruscos que no los levantaría ni el bueno de Obélix. Pocas veces conseguimos ver algo decente y de una calidad aceptable. Y es que «Imago Mortis» no es ni de lejos una película buena. Ni siquiera aguantable. Es más, hacía tiempo que no miraba el reloj constantemente. Y pensaba, «O se ha estropeado y el tiempo no avanza. O simplemente la película es mala de narices y se me esta haciendo eterna». Sí, el reloj funcionaba perfectamente.

Hay veces donde un actor o actriz pueden salvar la papeleta de una historia sin emoción y aburrida. De nuevo, no es el caso. Sobre todo por el actor principal, Alberto Amarilla. El cual se casca (hablando coloquialmente) todo el rato con cara de pánfilo (con mis respetos a su persona). Lo cual no es precisamente lo que se podría esperar. La historia en sí podría tener su interés, mínimo, pero va perdiendo fuelle pasados unos pocos minutos. Si a eso sumamos lo que he mencionado antes, apaga y vámonos.

No hay ningún tipo de coherencia con lo que nos van mostrando. Por momentos incluso provoca carcajadas -sin ser una comedia ni de lejos- en el espectador. Típicos sustos de fantasmas o espíritus que van minando la psique de Amarilla ya no asustan a casi nadie. Sobre todo porque se ha visto mil y una veces (sigo quedándome con los movimientos hiperrápidos de los espíritus de «House on Haunted Hill» o lo que mostró Jaume Balagueró en «Los Sin Nombre»). Alex Angulo hace lo que puede. Geraldine Chaplin debía de estar aburrida en casa y aceptó el papel.

Stefano Bessoni (quedaos con el nombre por si las moscas) es el autor de dicha tontería. Porque no se puede catalogar de otra manera. Un refritillo mal condimentado donde cualquier aspecto que toca se queda a años luz de cualquier obra digna del género. El tanatoscopio tiene la culpa de todo. Un aparatejo de hace unos siglos que había inventado alguien que pensaba que se podía saber lo que veía una persona en el momento de su muerte. De ahí parte la historia. En el presente encuentran dicho aparato y hay un grupo que quiere poseerlo y ponerlo en práctica, con las consiguientes muertes de por medio. Es casi más interesante leerlo que verlo. Bessoni peca de pretencioso en no pocas escenas, lo cual ya es de juzgado de guardia. Quizás creyendo que estaba haciendo una obra maestra (tan devaluado ese término en estos tiempos). Cuando realmente no hace si no envolver algo que no funciona por ninguna parte. Ni el suspense se encuentra, ni la historia llega a ser medianamente aceptable. Incluso la música llega a ser molesta en no pocos momentos, preguntandote si no han sabido ponerla donde es debido y lo han hecho de forma aleatoria.

Bueno, ¿se salva el final?. No. Hasta eso llega a ser lamentable y digno de enmarcar para que nadie siga esos pasos. Una mala manera de perder un rato de tu vida. Ni para alquilarla merece la pena. Te ves el trailer y listo.

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Fdo: Snake