El 29 de julio de 1983 moría en México el genial director Luis Buñuel. 25 años después de su muerte, Javier Espada (director del Centro Buñuel Calanda –CBC-) y Gaizka Urresti decidieron llevar a cabo el rodaje de un documental que repasara la trayectoria vital y profesional de uno de los realizadores más grandes que ha dado la historia del cine.
Puede parecer, a simple vista, que “El último guión. Buñuel en la memoria” (2008) es un documental más sobre la figura del inimitable cineasta pero la realidad es bien distinta. En esta ocasión los conductores de lujo de esta producción son (nada más y nada menos) Juan Luis Buñuel, primogénito del director aragonés, y Jean-Claude Carrière, amigo y guionista del mismo.
Tanto uno como otro conocieron de primera mano al Buñuel hombre y al Buñuel cineasta y es una verdadera gozada pasear junto a ellos por todos los lugares emblemáticos que significaron algo en la vida y en la obra del de Calanda. Pero no sólo ellos nos dan su inestimable testimonio, sino que les acompañan personajes como Ian Gibson, Rafael Buñuel, Silvia Pinal o Ángela Molina.
“El último guión” (cuyo título nos evoca aquel “Mi último suspiro” escrito por Carrière) inicia su particular periplo en Calanda para continuar en Zaragoza y pasar luego a Madrid, Toledo, París, Nueva York, Los Ángeles y México. Deambulando por sus calles Juan Luis y Jean-Claude recuerdan anécdotas, vivencias y, como ellos señalan en varias ocasiones, fantasmas del pasado y todo ello acompañado de abundante material gráfico inédito.
El romper la hora que el director “celebraba” religiosamente, tambor en ristre, cada Semana Santa en México; el Paseo de la Independencia donde la familia Buñuel vivía durante el invierno; la Residencia de Estudiantes que recibió a un “bruto aragonés” y que le permitió conocer a Lorca o a Dalí; amar Toledo con todo el corazón y pasar una noche totalmente borracho por sus calles; el Surrealismo y la primera proyección de “Un perro andaluz” (1929) en el Studio des Ursulines con un Buñuel hecho un manojo de nervios y bien provisto de piedras por si el estreno era un completo desastre; el estallido de la Guerra Civil; la llegada a Nueva York o el largo exilio en México. Miles de recuerdos ante los que es difícil no sentir un escalofrío cuando observamos a un hijo y a un amigo quedarse sin palabras sentados en el porche de la casa familiar de México.
Este documental va dirigido a todos los que sientan cierta curiosidad por el director español y, evidentemente, a todos los entusiastas de uno de los más grandes genios que ha dado este país. Si os sentís identificados con alguno de estos dos grupos no os perdáis esta oportunidad.
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