«Déjame entrar», la novela – Despejando incógnitas

  

Tanto ha dado que hablar la película “Déjame entrar” y tantas dudas planeaban sobre algunos aspectos de la misma, que decidí enfrascarme en la lectura de la obra de John Ajvide Lindqvist en la que se basa la citada cinta y después revisionarla.

Para no descentrarme y perderme en divagaciones, tomaré como punto de partida los comentarios que algunos de vosotros y vosotras habéis dejado en la ficha y reseña del film de Tomas Alfredson.

Antes de empezar (y para no herir sensibilidades) AVISO de que en este post se van a desvelar muchos “misterios”, así que sólo lo recomiendo a los que ya han visto la peli y no piensan leer el libro cuyo título inglés reproduce una de las frases de la canción de Morrisey “Let the Right One Slip In”.

¿Es una buena adaptación?

No, no voy a utilizar esa frase tan manida que reza “el libro es mejor que la película” porque es innecesaria: la estupenda novela de Ajvide Lindqvist (pena que la traductora incluya algún que otro laísmo) está a la misma altura que la estupenda adaptación de Alfredson. Alguien comentó que una y otra no tenían nada que ver… ¿No se habrá equivocado de novela?

Ah, no quiero olvidarme de quien solicitaba una segunda parte. ¡No por Dios! Dejemos esta moda de las trilogías para otros. Prefiero imaginar la historia futura de los protagonistas antes de que alguien me la dé bien masticadita.

¿Quién es en realidad Håkan?

Håkan no fue “reclutado” siendo niño, sino que conoció a Eli en uno de los peores momentos de su vida adulta: ha perdido su empleo como profesor de sueco y su casa ha sido incendiada y todo porque su entorno se ha enterado de sus tendencias pedófilas. Completamente alcoholizado y después de pasar por la cárcel por intentar meter mano a unos jóvenes, Håkan se encuentra por primera vez con Eli en un parque. Él lleva una botella de vino y está completamente borracho. La niña se sienta junto a él y Håkan coloca su mano en los muslos de la pequeña. En ese momento, Eli retira la mano, tira la botella y le dice: “Escucha: vas a dejar de beber ya. Vas a estar conmigo. Me vas a ayudar. Te necesito. Y yo te voy a ayudar a ti”.

Håkan deja la bebida (por eso bebe leche en la película) y Eli le da dinero para comprarse ropa y alquilar otro piso. En ningún momento él se plantea la bondad o la maldad de esa “niña”, sólo le importa el hecho de que es guapa, le ha devuelto la dignidad y que, de vez en cuando, le da ternura.

En el momento en el que le conocemos, Håkan tiene sólo 45 años (no es ningún viejo como algunos comentarios apuntaban) y su torpeza a la hora de matar no tiene otra explicación que su falta de “experiencia” o su enfado porque Eli no claudica ante sus proposiciones sexuales.

Si Håkan no fue “captado” por Eli cuando era un niño, la teoría de que Oskar seguirá sus pasos deja de tener validez. Además, ¿realmente tiene sentido que una vampira medio muerta de hambre tenga la paciencia de urdir un plan tan retorcido para escoger a un niño de 12 años como ayudante? ¿De qué iba a servirle alguien tan joven como ella?

De hecho, cuando Eli teme ser descubierta por la policía (en la novela, ésta sí investiga los crímenes, pero no existen testigos de éstos) y tras asesinar a Lacke, ella toma un taxi y se va de Blackeberg (es un barrio de Estocolmo y no un pueblo). O sea, que tenemos a una niña vampira que está esforzándose en bailarle el agua a un niño para reclutarle y, de repente, lo abandona. ¿Tiene sentido? Yo creo que no. Además, estoy segurísima de que el chaval la hubiera acompañado si ella se lo hubiera pedido con o sin escena de la piscina.

¿Cómo muere realmente Håkan?

Eli le visita en el hospital comportándose de forma tierna con Håkan. Es él el que, no soportando la idea de acabar en la cárcel por sus asesinatos, le indica a la niña que le muerda. Ella se niega, pero finalmente cumple los deseos de su compañero ante la insistencia del mismo. En ese momento irrumpe en la habitación el vigilante que custodia al asesino y Eli huye. Håkan sigue vivo y junto a la ventana, hasta que se tira al vacío cuando entra una enfermera ante el aviso del citado vigilante. A mí esto me suena a suicidio y no a la extrema crueldad de Eli como alguien comentaba.

Aunque todos creen que ha muerto, el falso padre de Eli se ha “contagiado” y, después de “resucitar”, mata al camillero que lo había trasladado a la morgue, y desaparece.

Casi al final de la novela, Håkan da con la niña a la que intenta sodomizar violentamente en el sótano de Tommy (un personaje que sólo aparece en la novela), aunque ella consigue escapar.

Tommy es un chaval de 15 años, vecino de Oskar y huérfano de padre. Su madre Yvonne sale con Staffan, un policía que presume de muy religioso, pero que no puede ocultar su agresividad. El muchacho no soporta a este último, se droga en sus ratos libres y atesora en el sótano del edificio muchos objetos robados que revende después.

¿El padre de Oskar es homosexual?

La causa por la que los padres de Oskar se separaron fue el alcoholismo que padecía su padre. Cuando éste recibe la visita de ese amigo (compañero de francachelas), Oskar pone mala cara porque sabe que ambos acabarán emborrachándose, tal y como se describe en el libro.

¿Cómo es Oskar?

Ajvide Lindqvist concibe a Oskar como un muchacho con algo de sobrepeso (por eso le llaman “cerdo”) que siente pasión por las gominotas, que suele robar pequeños objetos y con una “bola de pis” en los calzoncillos para controlar su incontinencia. Esta última está fabricada con espuma de un colchón a la que le ha dado forma de mandarina y en la que hecho un agujero para introducir el pene. El chaval dejará de usarla desde el momento en que se enfrenta a sus acosadores.

Oskar no sólo le destroza la oreja a Jonny, sino que llega incluso a prenderle fuego a su pupitre (también al de Micke). Sus compañeros se vengan intentando tirarle a las vías del metro.

Por cierto, los que atacan a Oskar en la piscina no son cuatro, sino seis (dos de ellos son amigos de Jimmy, el hermano de Jonny). Al maestro Ávila no lo distraen con un incendio provocado, sino que le golpean en la cabeza produciéndole una conmoción cerebral. Mientras en la película mueren tres muchachos, en el libro son dos (Jonny y Jimmy). Los testigos (hay más de uno) aseguran que un ángel vino a buscar a Oskar Eriksson.

¿Quién es Eli?

Eli es en realidad Elías, un niño nacido 200 años antes del momento en el que se desarrolla la historia. Cuando la niña besa a Oskar en varias ocasiones, éste revive cómo y por qué ella se convirtió en lo que es realmente.

Hijo menor de unos humildes campesinos, siervos de la gleba, Elías es vampirizado por el señor feudal después de que uno de sus sirvientes le haya seccionado el pene.

¿Cómo sobrevive Eli?

La pregunta puede parecer algo estúpida porque todos y todas sabéis cómo lo hace, pero vale la pena añadir dos momentos “alimenticios” que no aparecen en la película.

Tras la detención de Håkan, Eli no sólo se alimenta de Jocke y Virginia (los fragmentos que describen su tormento tras ser mordida son realmente espeluznantes: llega a cortarse innumerables veces para beber de su propia sangre), sino que también da buena cuenta de una anciana y de Tommy. En este último caso, y a cambio de 5.000 coronas que la niña le ofrece, el muchacho le permite que le practique un corte en un brazo y engulla sólo un litro de su sangre sin contagiarle.

Eli y Oskar

Mucho se ha discutido sobre la relación de estos dos personajes. Observando las expresiones de Eli en la película y sus diálogos en la novela, sigo dudando de la inhumana maldad con la que se ha calificado a la protagonista. Curiosamente la primera vez que se encuentran, la niña está a punto de morder a Oskar pero cuando él le acaricia la mejilla, Eli se detiene. Será porque es la primera vez en muchos años, que alguien le demuestra cariño sin pedirle nada a cambio y Eli sabrá agradecerlo.

La niña afirma no estar muerta, tener siempre 12 años y reivindica ser una persona normal, pero con una extraña enfermedad. Y es que más que de vampirismo, en la novela se suele hablar de “contagio” o de “enfermedad”.

Cuando Oskar le recrimina sus asesinatos, Eli se defiende haciéndole ver que si él pudiera también mataría a sus acosadores. Cuando él se excusa diciendo que ellos le maltratan, Eli le contesta: “Tú quieres vivir. Exactamente igual que yo”. Y es que ambos viven inmersos en la violencia, están solos y son diferentes al resto.

La pequeña también deja muy claro que no es una “niña” (cosa que no supone ningún problema para Oskar, ¿homosexualidad latente?), de hecho a partir de que conocemos la verdadera historia de Elías, se habla del personaje como “él” y no ella (hasta Oskar utiliza el masculino para referirse a Eli y “ella” también lo hace).

Además, la actitud del muchacho frente a Eli no es la característica de un esclavo, sino que es capaz de enfrentarse (verbal y físicamente) a su amiga sin ningún tipo de reparo.

Escenas desgradables, innecesarias, brutales y crueles

Algunos espectadores han calificado algunos momentos de la película con los adjetivos que aparecen en el título de este apartado. Puedo asegurar, que Alfredson nos ofrece una versión “light” si la comparamos con la crudeza y la sordidez de la que hace gala Ajvide Lindqvist en gran parte de su novela. El retrato del Blackeberg de los años 80 es desolador y los personajes que lo transitan son seres degradados muy alejados de esa visión idílica de Suecia. El grupo que forman Jocke, Morgan y Larry, por ejemplo, son verdaderos parásitos que viven a golpe de botella.

Tampoco entiendo el comentario que sugiere que el final es muy triste cuando es todo lo contrario: Oskar y Eli se liberan mutuamente cuando abandonan Blackeberg. Y ese compartimento luminoso del tren (en comparación con la oscuridad anterior) es el inicio de una nueva vida para ambos.

Para terminar este larguísimo post (perdón por haberme extendido tanto), Alfredson afirmaba en una entrevista que dos de los temas más importantes de la película eran el acoso escolar (parece ser que el director lo sufrió en su infancia) y el descubrimiento del amor de Oskar y Eli. Añadía, también, que “la clave está en mi deseo de presentar una situación y dejar al espectador sacar sus conclusiones, por eso no hay nada sobreexplicado y la historia tiene valor metafórico. […] Me gusta dar libertad al espectador para que juzgue, y en esta película he llevado al límite mi deseo de invitarle a interpretar la película como quiera.”

Puede que ahí radique uno de los puntos fuertes de “Déjame entrar”: no da nada masticado, sino que nos deja libertad total para que imaginemos.

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Briony