Si la semana pasada, el post dedicado a “los cachas de los 50s”, estaba centrado en la figura del actor Lex Barker, uno de los representantes del cine heroico y de acción de aquellos años, este va a estarlo en otro de ellos: Steve Reeves.
Reeves, culturista ampliamente galardonado en los años cuarenta (como treinta años más tarde lo sería el actual gobernador de California, Arnold Schwarzenegger), aprovechando su espléndido físico, probó también suerte en el cine, y durante casi dos décadas, su rostro y su magnífico cuerpo se pasearon por las pantallas.
Nació en Glasgow, una ciudad del estado de Montana, en Estados Unidos, en 1926, y falleció en Escondido, California, el año 2000 a los 74 años.
Huérfano de padre a los diez años, se trasladó junto con su madre, a vivir California.
Su interés temprano por el culturismo, nació cuando realizaba sus estudios en el instituto. Se matriculó en el gimnasio Ed Yarick, en Oakland, y, a los diecisiete años, ya podía presumir de una desarrollada musculatura.
La II Guerra Mundial lo obligó a alistarse en la armada después de graduarse, y combatió en el Pacífico.
Acabada la contienda, continuó cultivando su cuerpo, y entre 1946 y 1950, junto a otros muchos triunfos, consiguió los títulos de Mr. América, Mister Mundo y Mr. Universo, y de paso, la admiración y envidia de los hombres, y ser el objeto de deseo de las mujeres de los finales de los 40. Su cuerpo y su rostro eran prácticamente perfectos.
Conseguidos ya, los mayores galardones a los que un culturista puede aspirar, a los 24 años abandonó las competiciones y volvió su mirada al mundo del cine.
Entre 1951 y 1954, consiguió aparecer en algún capítulo de series televisivas, y sus primeros contactos con la pantalla grande, estuvieron a punto de llevarle a debutar interpretando a Sansón, en la ahora mítica película de Cecil B. DeMille “Sansón y Dalila”. Pero fue desplazado por Victor Mature, que con una carrera cinematográfica comenzada en 1939, a sus treinta y siete años, lucía un maduro y modelado cuerpo que le sirvió para dar vida al héroe bíblico.
Al menos hay que sonreír, al pensar en quien le dio su primera oportunidad en el cine a Reeves. Edward D. Wood Jr. (Ed Wood), considerado el peor director de la historia del cine, lo contrató para un papel secundario en su película de 1954, “Jail Baits”, en la que el realizador acomete la empresa de contar una historia de cine negro, en la que un gangster se somete a cirugía estética para huir de la persecución policial.
No parecía ese un buen comienzo para la incipiente carrera del culturista, pero ese mismo 1954 consiguió un papel en una comedia musical, “Athena”, dirigida por Richard Thorpe, y protagoniza por Jane Powell y Debbie Reynolds, en la que se interpretaba a sí mismo como Mister Universo 1950.
Hasta 1958 no se le volvió a ver en la gran pantalla, y fue el director italiano Pietro Francisci, quien al ver el musculoso cuerpo de Reeves en la película de Thorpe, decidió contactar con el para ofrecerle el protagonismo de su siguiente película, “Hércules”, que fue todo un éxito, y marcó la pauta para el desarrollo de un género en Italia, al que se le denominó “Peplum”, y en el que se movió casi la totalidad de la carrera cinematográfica de Steve Reeves.
Al año siguiente de este primer éxito, rodó a las órdenes del mismo director, la secuela de “Hércules”, titulada “Hércules y la reina de Lidia”, obteniendo también un buen resultado de taquilla. Esto hizo que Reeves continuara trabajando en Italia, en donde a esos éxitos siguieron otros como: “Los últimos días de Pompeya” (1959) o “La batalla de Maratón”, del mismo año, una coproducción italo-francesa, dirigida en principio por el siempre impecable director francés Jacques Tourneur, y acabada por Bruno Vailati, por enfermedad de Tourneur.
El envidiable despegue en el cine de Steve Reeves, llevó a otros “cachas” a plantearse sus carreras, y viajar a Italia a probar suerte. Gordon Scott, Reg Park, Ed Fury y Mark Forrest fueron algunos de ellos, y aunque ninguno llegó a igualarle, Gordon Scott (el próximo y último post de “Los cachas de los 50s” irá dedicado a el), que acabada su etapa en Hollywood interpretando el personaje de Tarzán (en cinco ocasiones), también conoció la popularidad con sus trabajos en el peplum italiano. De hecho, en 1961, el director Sergio Corbucci enfrentó a Reeves con Scott en “Rómulo y Remo”, en donde interpretaban a los hermanos gemelos amamantados por una loba y fundadores de Roma.
En 1962, dirigido nuevamente por Corbucci, rodó “El hijo de Espartaco”, una especie de secuela de la magistral película realizada por Stanley Kubrick en 1960, “Espartaco”.
Películas de piratas en las que dio vida a Morgan en “Morgan, el pirata” y a Sandokan, en «El tigre de Momparcem», y en “Los piratas de la Malasia”, de fantasía, como una nueva versión de “El ladrón de Bagdad”, o interpretando al héroe griego Eneas en “La guerra de Troya” y “La leyenda de Eneas”, fueron otros de sus éxitos.
Rechazó en 1962, la oferta para encarnar a James Bond en “Agente 007 contra Dr. No”, la primera película del famoso agente secreto y ahora mítica saga. Nunca sabremos los resultados que hubiera obtenido la película, interpretada por un Reeves musculoso pero poco expresivo, y sí sabemos, los que obtuvo interpretado el personaje por Sean Connery.
También rechazó en 1964, el papel que finalmente aceptaría Clint Eastwood en “Por un puñado de dólares”.
Con la aparición del “Spaghetti Western”, y su auge a finales de los 60s, los géneros con los que había alcanzado su popularidad Reeves, fueron desplazados, hasta casi su total desaparición.
Su último trabajo, y cuando tan sólo tenía 42 años, lo realizó precisamente en una película de ese nuevo género: “Vivo per la tua morte” (1968).
Nunca volvió a actuar ni en cine, ni en televisión.
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Para ver su filmografía completa, pinchad aquí
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#1 por ipanonima el 21 junio, 2009 - 18:47
Muy curioso el detalle de James Bond. ¿os habéis dado cuenta de que muchos de estos iconos del cine, o arquetipos de una época, desaparecen con la llegada de un nuevo género o forma de trabajar?
Y la verdad, empezar a currar en el cine de la mano de Ed Wood… no sé, yo no me hubiera fiado demasiado jejeje.