En 1968, y sin cumplir los treinta, Stephen Frears debutó en la dirección con “The Burning”, que se distribuyó en su Inglaterra natal y poco más.
Trabajos para la televisión en los años que abarcan desde esos finales de los sesenta, a los 80, salpicados de algunos títulos para la pantalla grande, como “Detective sin licencia” (1971), protagonizada por Albert Finney, o “”Bloody Kids” (1979), ocuparon su tiempo y lo fueron curtiendo en las lides de la dirección, hasta ofrecer en esa década, títulos de digno respeto como “Mi hermosa lavandería” (1985), “Ábrete de orejas” (1987), y la joya innegable que fue y sigue siendo, “Las amistades peligrosas” (1988).
“Las amistades peligrosas”, por la que fue reconocido como uno de entre los grandes directores, tuvo la contrapartida de colocar ante el, un listón tan alto, que le ha sido posteriormente muy difícil igualar, y más todavía de superar. De hecho, nunca lo ha conseguido, pero la mayoría de su cine sigue siendo interesante.
Esto ocurre con “Mrs. Henderson presenta”, una comedia con claroscuros dirigida por Frears en 2005, y que basada en personajes y circunstancias reales, nos cuenta como Mrs. Laura Henderson (Judi Dench), una entrada en años y rica viuda, de fuerte carácter, para entretener su tiempo, compra en 1932 un viejo teatro londinense, el Windmill, para montar sus propios espectáculos, contratando, para llevar adelante su proyecto, a un experimentado manager del mundillo del espectáculo, Mr. Vivian Van Damm (Bob Hoskins).
La señora Henderson, excéntrica, provocativa y maleducada, altera con sus maneras la relación con Van Damme, el cual tiene que llegar a prohibirle la asistencia a los ensayos, para evitar sus reiteradas interferencias.
Precisamente, esa relación amor-odio que se establece entre los dos, da como fruto una renovación histórica para el Teatro británico.
Van Damme y su idea de ofrecer durante todo el día espectáculos en el Windmill, hace que el teatro esté siempre abarrotado. Al copiar la idea el resto de los teatros, y fallar la taquilla, es la señora Henderson la que propiciará un nuevo periodo de éxito, con su en principio peregrina idea, de poner por primera vez en un teatro de Inglaterra, chicas desnudas sobre el escenario.
Valiéndose de sus contactos en las altas esferas, y de su poder de persuasión, consigue que Lord Chambers, un antiguo pretendiente, y actual censor de espectáculos, le otorgue la licencia para exhibir mujeres desnudas, aunque esta, condicionada a que permanezcan estáticas, como en un cuadro.
El Windmill vuelve a saborear las mieles del éxito, pero los primeros bombardeos sobre Londres de la aviación alemana, hacen que el gobierno amenace con cerrar el teatro. La luchadora señora Henderson será la que se opondrá al cierre, y conseguirá continuar adelante a pesar de la guerra, desvelando al final, el secreto que la indujo a comprar el teatro.
La historia que nos plantea Frears, se asienta en la relación establecida entre la señora Henderson y su manager Van Damme, y es el duelo interpretativo de dos excelentes actores, protagonizando secuencias con diálogos brillantes, el atractivo que engancha en un principio a una película, que por otro lado, nos cuenta las interioridades del mundillo de las variedades.
Unos títulos de crédito dignos de mención, ya prometían el desenfado con el que se nos contarán los avatares del teatro Windmill, prometiendo también ese toque elegante y aristocrático que contienen muchas de las producciones británicas. Y lo que prometen, lo va dando la película a lo largo de sus ciento tres minutos de duración.
“Mrs. Henderson presenta”, es un notable ejercicio que reproduce con fidelidad una época en la que el vodevil entretenía por igual a la alta sociedad, a la burguesía, y a la clase trabajadora. Su cuidadosa puesta en escena, sus mimados detalles ambientales y un vestuario fiel a la época que representa, se unen para introducir al espectador en una trama que dentro del desenfado, nos muestra el lado agridulce en el que viven los que participan en ella, más cuando la guerra es una amenaza para su trabajo y su integridad física.
Pero lo que realmente Stephen Frears nos transmite con esta película, es el poder moral que el espectáculo de entretenimiento tuvo en aquel momento para muchos londinenses, aportando un toque de vitalidad y optimismo a sus inestables vidas, así como, que gracias a Mrs. Henderson, se desmitificó el desnudo femenino como símbolo de pecado, en una sociedad tan rígida como la británica.
Ese canto a la resistencia moral ante la catástrofe que se vive, está salpicada de unos dignos números musicales, que contienen canciones de la época en la que se sitúa la historia. También la música de George Fenton es la adecuada para enmarcar tanto los momentos mas desenfadados, como los de contenido dramático.
Unos secundarios bien elegidos, con personajes que aunque no tengan demasiado protagonismo, sí tienen un guión bien elaborado, son otro de los puntos fuertes de una película, que aunque contenga también, momentos irregulares, se compensan con otros de gran brillantez.
(El secreto de la señora Henderson no lo desvelo por si veis la película)
El film estuvo nominado a 2 Oscar, 3 Globos de oro y 4 BAFTA en sus ediciones respectivas del año en el que se realizó, aunque no consiguió ninguno de los premios.
Podéis acceder a información sobre el teatro Windmill pinchando aquí (en inglés)
Trailer de la película
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Para ver la ficha de la película, pincha aquí
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