Si no hubiera sido por “Mi nombre es Harvey Milk” (2008) de Gus Van Sant, probablemente me hubiera muerto sin conocer que existió un hombre que fue el primer gay elegido para un alto cargo en Estados Unidos y que dedicó parte de su vida a defender los derechos de los homosexuales.
Este biopic se inicia a modo de flashback situándonos en el Nueva York de 1970. Milk (Sean Penn) es un gris vendedor de seguros que todavía “no ha salido del armario” y que conoce a Scott (James Franco) de forma fortuita en el metro. Cansado de su anodina vida, Milk propone a su nuevo amante dejarlo todo y huir lo que les llevará hasta el barrio El Castro en San Francisco. Será allí, ante el rechazo que despierta su orientación sexual, cuando Milk iniciará una lucha política pro-derechos de los gays que concluirá con su elección como Concejal de Distrito en 1978.
La película narra, por tanto, el difícil periplo político de Milk que tuvo que enfrentarse al recelo (y a las amenazas) de gran parte de la sociedad norteamericana representada, entre otros, por la cantante-fanática religiosa Anita Bryant o el fundamentalista senador John Briggs. Sin embargo comprobaremos que el verdadero enemigo (encarnado en la figura del Concejal de Distrito Dan White –Josh Brolin-) se hallaba mucho más cerca de lo que Milk podría suponer.
Paralelamente a su carrera política, la película también nos muestra una parte de la vida privada del personaje (su relación con Scott o Jack –Diego Luna-) y su crecimiento como persona que, más que aceptar su homosexualidad, decide dejar de esconderse además de reivindicar que (ni él ni los demás) son seres enfermos, depravados o pederastas. Convencido de sus ideas, animará a otros gays reprimidos por la sociedad a que confiesen su opción sexualidad a sus familias, amigos o compañeros de trabajo.
Tal vez los 128 minutos que dura la cinta “asustarán” a más de un espectador/espectadora, pero lo cierto es que no aburre en ningún momento y la combinación de imágenes reales (que la acercan al tono documental) con las propias de la película es uno de los mayores aciertos junto con su excelente ambientación. También cabe destacar el buen hacer de Van Sant, aunque es bien sabido que en su cine más “accesible” suele mostrarse excesivamente cauto y “Mi nombre es Harvey Milk” no es una excepción.
Sin embargo, creo que quien consigue que esta película se convierta en una notable película no es otro que Sean Penn que lleva a cabo una soberbia interpretación. A ello también contribuyen un James Franco y un Josh Brolin en estado de gracia y unos convincentes personajes secundarios entre los que cabe destacar (a modo de anécdota) a Lucas Grabeel, actor procedente del incalificable fenómeno adolescente “High School Musical”. Arena de otro costal es ese horrendo Diego Luna (encarnando a Jack Lira) que llega a provocar vergüenza ajena. Y es que no hay manera, sigo echando de menos Tenoch…
Otra apuesta segura es la participación de Danny Elfman (que ya colaboró con van Sant en “El indomable Will Hunting”, 1997) como responsable de una BSO (distinta al clásico “estilo Elfman”) que en ningún momento pretende erigirse en la verdadera protagonista de la película, sino que acompaña a las imágenes de forma tan discreta que, incluso, puede pasar desapercibida.
Ocho son las nominaciones que “atesora” “Mi nombre es Harvey Milk”. Habrá que ver el resto de candidatas para comenzar a elaborar quinielas.
Trailer en español
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#1 por MrLombreeze el 6 febrero, 2009 - 11:13
Odio a Sean Penn, no puedo evitarlo, me parece un histriónico casi siempre, pero en esta pelicula está sencillamente ESPECTACULAR. Se merece el Oscar. Como bien dices, él es la peli.
Una película muy necesaria. Nos recuerda que solamente hace 30 años en el país más avanzado del mundo, no seguíamos tan lejanos de la Edad Media como nos pensamos.
#2 por acaiaantioxidant el 6 febrero, 2009 - 15:22
muy buena frase