Dustin Hoffman pertenece a la generación de otros dos nombres que llevan sonando años en el mundo del cine, Robert de Niro (65 años) y Al Pacino (68 años), y que al igual que Pacino, realizó sus estudios de dramatización en el famoso Actors Studio.
De los tres, es el que debutó con mayor edad en la pantalla grande, y lo hizo a los 30 años en “El graduado” (1967), de Mike Nichols, interpretando con credibilidad a un jovencito de apenas 18.
Lleva pues, con su profesión de actor más de cuarenta años, y, según sus últimas declaraciones, quiere continuar con ella, aunque piensa que no va a serle fácil encontrar papeles adecuados a su edad en el cine que se está realizando en Hollywood.
Leemos, e incluso nos hacemos eco de ello en algunas ocasiones, como, sobre todo en lo que concierne a las actrices, el paso del tiempo es un obstáculo (la mayoría de las veces, insalvable), para seguir adelante con sus carreras.
Cada vez más jóvenes (se habla de que a los 30 ya son mayores), se las va relegando de los papeles protagonistas.
Si repasamos la historia del cine, y vemos la trayectoria de sus estrellas, nos encontramos con que, sobre todo, los grandes nombres, tuvieron que pasar por ello. Quizás a una edad no tan temprana, pero metidas en la cuarentena, dejaron de ser interesantes. Eso en lo que respecta a las mujeres, pero también se encontraron con el mismo problema la mayoría de los actores que en su día fueron protagonistas de grandes títulos, al entrar en una cierta edad.
No sé si como yo, habéis reflexionado alguna vez sobre lo que hubiera ocurrido con Marilyn Monroe, que se convirtió en un mito después de su muerte (ocurrida a los 36 años), si hubiera vivido y superado la cuarentena. Marilyn estaba ya casi en la frontera de la edad en la que su físico iba a comenzar a resentirse, y con ello su carrera. Dos espléndidas actrices, muy valoradas por su belleza, y de la misma generación que ella, y a las que el destino concedió más tiempo, Ava Gardner, y Rita Hayworth, lo sufrieron en sus carnes, al igual que otras antes, valoradas no tan sólo por su físico. Y valga el ejemplo de Bette Davis, que después de demostrar su valía una y otra vez en la pantalla, fue dejada de lado, y en la cincuentena, con un par de narices, tuvo que publicar aquel famoso anuncio en el que se ofrecía como actriz, para tener la oportunidad de volver a trabajar en un papel protagonista.
El problema con el que prevé enfrentarse Hoffman no es nuevo, pero imagino duro para quien anda en la profesión desde hace tiempo, y con caché de estrella. Difícil, presumo, la adaptación a papeles secundarios, o en producciones más modestas, pero, desde fuera, parece que entendemos un poco mejor el problema. La carrera como estrella de un actor-actriz, tiene una duración limitada, y aunque es verdad, que por edad, a ninguno de nosotros, nos gustaría que de Director General de la empresa, nos rebajaran a la categoría de simple administrativo, es a lo que ellos se enfrentan y tienen que adaptarse a ese nuevo tiempo.
Los actores que lo han hecho, han seguido trabajando hasta edades muy avanzadas, o hasta que su muerte ha sido lo que lo que definitivamente les ha obligado a retirarse. Bien es verdad, que estos actores (al menos los que ahora me vienen a la mente), no fueron grandes estrellas. Pero recuerdo al patriarca de los Carradine, John, rodando a un año de su muerte, con ochenta y pico de años. Al británico Peter Cushing, que lo hizo hasta tres años antes de su fallecimiento, también con más o menos esa edad, o a su compatriota Donald Pleasence también de edad avanzada), que murió en 1995, y del que se siguieron estrenando títulos en los que había participado, mucho después de su muerte. En esa línea, tendríamos ahora a Christopher Lee, por poner un ejemplo.
Mujeres que siguieron o siguen trabajando también las ha habido y las hay. Pero adaptándose a los papeles que les ofertan. Como lo hizo en su día Shelley Winters, que exhibió durante un corto espacio de tiempo un espléndido físico, pero renunciando a mantenerlo, supo aprovechar los papeles que le iban ofreciendo aunque no fueran protagonistas, alcanzando así un estatus de actriz que le brindó la oportunidad de que su carrera fuera mucho más larga (lo que están haciendo actualmente actrices que rondan o superan los sesenta, como Meryl Streep o Susan Sarandon, que aún siguen obteniendo papeles protagonistas, pero a las que también solemos ver en papeles secundarios.
Hoffman es un señor del que podemos recordar notables interpretaciones en muchos de los films en los que ha participado. Se merece continuar en esto del cine, como el quiere. Pero, es difícil que (como comenta en el artículo del que os pondré el enlace abajo), Hollywood incluya en sus producciones historias que vayan dirigidas a un público maduro en edad, y que puedan protagonizar actores muy entrados en años.
Es lo que hay (o como hacen que sea los que mueven los hilos).
Suerte Dustin, con el futuro de tu carrera. Nos agradará verte en la pantalla durante mucho tiempo, aunque no sea en papeles principales. Siempre ha habido maravillosos secundarios, y una estrella, con mayor motivo, también puede serlo.
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Declaraciones de Dustin Hoffman vistas en El País.com