«The Fall. El sueño de Alexandria» – La magia de una historia bien contada

El sueño de Alexandria. por ti.

Soy de las convencidas de que la película original siempre es mejor que el remake, aunque alguna honrosa excepción (me sobran dedos de una mano para contarlas) a lo largo de mi vida de espectadora cinematográfica, me ha demostrado que una nueva versión puede igualar e incluso superar a la primera. “El sueño de Alexandria” ha sido una de ellas.

La película búlgara “Yo ho ho” (1981), de Zako Heskija, es el original en este caso, y no puedo recordar exactamente si la vi a través de un alquiler de video o en algún pase de televisión, pero lo que si he recordado ahora, es la escasa huella que me dejó, muy al contrario que su remake.

Tarsem Singh, el director de “El sueño de Alexandria”, un hindú desconocido para la gran pantalla hasta el año 2000, pero muy reconocido y galardonado en los campos del videoclip (‘Loosing my religion’, de R.E.M. es un ejemplo) y el spot publicitario, dirigió entonces su primera película, “La celda”, un thriller psicológico, que, argumentalmente no aportó mucho a lo ya visto en otras películas que incluyen “asesino en serie”, pero que ofrecía unas secuencias espléndidas, en las que la cuidada estética de sus imágenes nos trasladaban a la extraña mente del criminal. Aunque no la película, sí esas secuencias, hicieron que nos quedáramos con su nombre.

“El sueño de Alexandria” la presentó seis años más tarde, tras cuatro invertidos en su rodaje y montaje. Fue exhibida aquí, en España, en la edición del Festival Internacional de Sitges del pasado año 2007, y, aunque resultó galardonada con el premio a la mejor película, hasta hace menos de un mes, no hemos podido verla en nuestras pantallas.

Aviso: La reseña contiene spoilers

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El argumento se desarrolla en 1920, y gira alrededor de un joven, Roy (Lee Pace), que en los comienzos del cine, ejerce de especialista cinematográfico, y que, después de un supuesto accidente realizando su trabajo, es ingresado en un hospital, en donde pasará un tiempo inmovilizado en una cama. Conoce allí a una niña, inmigrante rumana, de cinco años (en la película búlgara, se trataba de un niño de 10 años), Alexandria (Catinca Untaru), que también sufrió un accidente y lleva un brazo en cabestrillo. Para entretenerla, (pero también para que la confianza que se establezca entre ellos, le sirva luego para utilizarla para sus fines ocultos), el joven decide contarle una historia fabulosa, que permitirá a la niña hacer volar a su imaginación, poniéndoles rostro a los personajes (el del propio Roy, y el de las personas que de una u otra manera están relacionadas con ella, del hospital, o de su propia familia), paisajes y colorido.

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Inmersos los espectadores, como Alexandria, en ese cuento (claro homenaje al cine mudo del tiempo en el que se desarrolla la película), conoceremos a sus cinco protagonistas (un anarquista especializado en explosivos, un príncipe indio, un antiguo esclavo africano, un original Charles Darwin, y un guerrero que oculta su rostro tras un antifaz), conjurados, junto con un chamán que se une a ellos, en la empresa de acabar con un siniestro español, el emperador Odio, artífice de sus particulares desgracias. Con ellos recorreremos el mundo en una serie de secuencias (está rodada en 28 países diferentes), que desde una perspectiva visual, impactante y sugestiva, como si de obras pictóricas en constante movimiento se tratase, nos trasladan a una dimensión onírica, en la que no importa si la historia está mejor o peor contada, porque al fin y al cabo es un cuento para una niña, y lo que prevalece en el, es su fantasía.

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Si Tarsem pretendía plasmar con veracidad lo onírico, poniendo ante nuestros ojos la maravillosa exuberancia del mundo que nos rodea (un intenso paseo por desiertos, playas vírgenes, ciudades y fortalezas realizadas por la mano del hombre, pero cargadas de magia), lo ha conseguido plenamente. Su puesta en escena en esos fastuosos decorados reales, son una agresiva invitación a soñar y dejarte llevar por el sueño. Un sueño que no desliga de la realidad, y que, contado por entregas, sufre los altibajos emocionales del narrador.

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Las dos historias van corriendo paralelas, y si en la ficticia, Alexandria sólo es activa en principio, con su imaginación, en la real, enganchada totalmente al relato, día tras día visita a Roy, ansiosa por conocer la continuación y desenlace del mágico cuento, y con su entrega inocente, se va convirtiendo en el medio ideal para el fin que el joven se ha propuesto. Ninguna está destinada a tener un final feliz, porque Roy no desliga su relato de las torturas a las que el desamor tiene sometida a su mente, y el cuento, finalmente, y con premura, deriva hacia la tragedia.

Es ahí cuando la niña se involucra totalmente en las dos historias, entablando batalla directa con el narrador, para cambiar un final ficticio, que también puede cambiar, (aún sin ser consciente de ello) el de la vida real.

El sueño de Alexandria.. por ti.

Los dos planos narrativos en los que se nos ha presentado la película, y su perfecta conjunción, nos muestra la solidez del guión en el que se basa (ahí sí que una parte del mérito se debe al film original), potenciado por las interpretaciones de los dos protagonistas de la cinta, excelentes ambos, en sus respectivos papeles, dotándolos de una ternura, humor, y dramatismo entrañables. Lee Pace sabe transmitirnos en todo momento el estado anímico de su personaje, y la pequeña Catinca Untaru, en un despliegue de espontaneidad, loable en una niña de tan corta edad, nos invita constantemente a olvidarnos de que está actuando delante de una cámara.

La película de Tarsen, con su esteticista lenguaje visual, y su tratamiento del fondo de la historia, logra calar en el espectador con la magia primigenia del cine (al menos en mi lo hizo), muchas veces relegada al olvido por los cineastas actuales. El homenaje a esos primeros pasos de la cinematografía, desplegados al comienzo y al final del film, con imágenes en un rotundo blanco y negro, que en el inicio nos muestran en una solemne cámara lenta, escenas del rodaje de un western, y en la última secuencia, un collage que presenta escenas arriesgadas de reconocibles películas del cine mudo (homenaje en este caso a los especialistas que exponen sus vidas en pro de esa magia), acompañadas por una soberbia partitura de Beethoven, nos transmiten la esencia de lo que es el cine, que juega constantemente a través de sus imágenes, con la realidad y la ensoñación para trasladarnos a otros mundos y vivir otras vidas.

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La hermosa y mimada fotografía de Colin Watkinson, cuya explosión de colores saturados ha ido inundando nuestras retinas buena parte del metraje, podía haber opacado el resto de la historia, si esta no hubiera tenido la suficiente fuerza. Pero su contenido humano, su exposición de la desesperanza a la que cualquiera podemos vernos sometidos, y la redención que puede llegar por una vía con la que no contamos, que nos demuestra que la vida es lo más precioso que poseemos, y que para otros seres es muy valiosa, hacen de ella una fábula con moraleja, que brilla con independencia del resto de sus ingredientes.

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Ingredientes a los que hay que añadir un magnífico y meticuloso diseño de vestuario para la historia de ficción, cuyo artífice, Eiko Ishioka, ya nos impactó con sus creaciones para el “Drácula” de Francis Ford Coppola. Y también la música, que con la firma de Krhisna Levi, se adecua perfectamente a las imágenes.

Muchas lecturas más, aparte de las que he expuesto, se pueden entresacar de esta magnífica película, que si no se ve con los ojos y la mente preparados para sumir la parte fantástica de su argumento, puede parecer en un principio pretenciosa. Lejos de ello, su contenido general, y su calidad innegable, hacen de ella algo que la hace perdurable para el recuerdo. Gustará a quien disfrute con las historias de fantasía, a los que lo hagan con las buenas historias intimistas, y a los que, en resumen, sepan apreciar una obra realizada con meticulosidad y sutileza.

Muy, muy recomendable.

Trailer

 

Para ver la ficha de la película, pincha aquí

Swanson 

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  1. #1 por Karelia el 10 diciembre, 2008 - 21:21

    Me la apunto, vi el trailer en el cine hace ya un tiempo y me pareció bastante interesante. Y con la reseña, me has dejado con ganas de mas.

  2. #2 por Swanson el 10 diciembre, 2008 - 21:34

    Sé que te gustará, Karelia, y que te enamorarás de sus imágenes, de su argumento, y, sobre todo, de su pequeña protagonista 🙂

  3. #3 por Stan el 10 diciembre, 2008 - 23:24

    La vi ayer y me gustó muchísimo. El papelón de la niña es de los que se queda en la retina. Nada, babeando ante el nuevo proyecto de Tarsem.
    Pd: Sí, tengo la celda en dvd, qué pasa XD!!

  4. #4 por Swanson el 10 diciembre, 2008 - 23:49

    Es la nota que se me ha olvidado incluir al final de la reseña, Stan («babeando ante el nuevo proyecto de Tarsem», hubiera sido más o menos):)

    PD: No pasa n´a. Aunque tan sólo fuera por el paseo por la mente del asesino, no es una película que se pueda poner directamente en la picota. Lo peor para mi es la J. López. No me mola como actriz, y encima no lo compenso viendo sus curvas 🙂

  5. #5 por Briony el 11 diciembre, 2008 - 18:09

    La tengo pendiente desde… ya ni me acuerdo.

    Tu reseña me ha animado a verla en cuanto pueda.

  6. #6 por Snake el 11 diciembre, 2008 - 21:27

    «La Celda» la ví cuando se estaban celebrando las Fiestas del Pilar, aquí en Zaragoza -hace ya unos cuantos años-.
    Me aburrí como una ostra la verdad. Pero al tiempo, la volví a ver y visualmente me gustó.

    Quizás el hecho de lo del asesino psicópata me mermó bastante (muy visto). Aunque tenía sentido en la película (meterte en la mente de un especimen como ese debe mostrar cosas monstruosas).

  7. #7 por Stan el 12 diciembre, 2008 - 18:03

    Hombre, es que salvando el lado estético, La Celda se queda en poco, hay que reconocerlo. Y sí, tampoco trago a JLo… por muchas curvas que tuviera por aquel entonces…

    Pd: Tendría que escribir algo como: Terapia de grupo: lo admito, tengo el dvd de «X» en mi colección jejejejeje. Yo por ejemplo tengo Van Helsing… aún me pregunto cómo llegó alli…

  8. #8 por Snake el 12 diciembre, 2008 - 21:16

    jejejeje. Stan, lo que tenemos que hacer es un post sobre «películas que tengo pero que no se como acabaron ahí».

    Yo tengo tambien unas cuantas de las repudiadas socialmente y que me lo suelo pasar bomba de vez en cuando.

    ¿Un ejemplo? Pues «Mortal Kombat». ¿Hace falta decir más?

  9. #9 por Rub3n el 13 diciembre, 2008 - 22:28

    Buena pelicula, y aunque quizas le sobren unos 20 minutos no se llega a hacer pesada.

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