«Promesas del Este» – Promesas incumplidas

Promesas del este por ti.

En la pasada gala de los Oscar 2008, cinco nombres se disputaban el honor de conseguir el premio al mejor actor. Aunque finalmente quien se llevó el gato al agua fue el histriónico y sobreactuado Daniel Day Lewis (tan bueno que es cuando se controla…), una tenía el corazón dividido entre los otros tres (elimino de mi lista a George Clooney): el padre abrumado por la inexplicable muerte de su hijo, el sangriento barbero atormentado y henchido de venganza y aquel ruso con el cuerpo tatuado. Este último no era otro que Viggo Mortensen y la película era la excelente y ninguneada “Promesas del Este” (2007) de David Cronenberg.

Hacía ya tiempo que me apetecía hablar de este ecléctico director canadiense y qué mejor excusa que la adquisición de la citada película y su posterior revisionado.

En la filmografía de David Cronenberg destacaría tres temáticas diferenciadas pero con lazos comunes. La primera correspondería a todas aquellas películas que podríamos circunscribir en el cine fantástico y de terror entre las que cabría incluir “Vinieron de dentro de…” (1975), “Rabia” (1977), “Cromosoma-3 (1979), “Scanners” (1981), “La zona muerta” (1983) o el remake “La mosca” (1986). La mayoría de estas cintas se vertebran a través de las extrañas mutaciones-“enfermedades” que sufren sus protagonistas y del maléfico poder de la ciencia que las provoca.

Una segunda temática comprendería cintas como “Inseparables” (1988), “El almuerzo desnudo” (1991), “Crash” (1996) o “Spider” (2002) donde Cronenberg nos acerca a un variopinto muestrario de personajes para, a través de ellos, indagar en la retorcida mente humana.

La tercera temática se referiría a sus dos últimas producciones “Una historia de violencia” (2005) y la que nos ocupa “Promesas del Este” (2007) en donde la cruda violencia y la sordidez (e incluso los destinos fatales) son las verdaderas protagonistas.

Promesas del este (5) por ti.

Anna (Naomi Watts), una comadrona londinense de origen ruso, atiende a Tatiana: una adolescente embarazada y acribillada a pinchazos que muere durante el parto. Preocupada por la suerte de la pequeña huérfana y decidida a dar con la familia de la difunta, Anna guiada por el diario que Tatiana llevaba en su bolso, llegará hasta el restaurante ruso de Semyon (Armin Mueller-Stahl), que asegura desconocer la existencia de la joven muerta, pero que se ofrece para traducir su diario. Sin embargo nada es lo que parece y tras la supuesta amabilidad de Semyon se esconde un mafioso ruso sin escrúpulos. Junto a él su hijo Kirill (Vincent Cassel) y el misterioso chófer de la familia, Nikolai (Viggo Mortensen), introducirán a Anna en un mundo peligroso y cruel.

Como se puede deducir de esta breve sinopsis, “Promesas del Este” tiene como eje principal el retrato de cómo actua el crimen organizado de la Europa del Este en Londres, aunque lo que sucede y lo que se cuenta podría aplicarse a cualquiera de las grandes capitales europeas que se han visto azotadas por estas mafias: delincuentes que lucen su historial delictivo en forma de tatuajes.

Promesas del este (3) por ti.

La película de Cronenberg no ha podido sustraerse a una absurda comparación con aquella trilogía que nos relataba los avatares de la familia Corleone. Dicha comparación es del todo gratuita ya que, aunque comparten el tema del mundo mafioso y de la importancia de la familia, las formas de actuar de ambas, su tipo de negocio y sus códigos de honor difieren en la mayoría de aspectos. Además, para nosotros resultan mucho más cercanas (y, por lo tanto, más aterradoras) las acciones inhumanas de estos grupos criminales que campan a sus anchas por Europa. Y así mientras los Corleone podían llegar a despertar nuestras simpatías, la familia de Semyon sólo nos causa repugnancia y asco.

El calvario que nos describe Tatina en su diario (relatado por su voz en off) nos recuerda al sufrido por aquella adolescente de 16 años en “Lilja 4-ever” (2002) del sueco Lukas Moodysson. Deseosa de abandonar la lúgubre y empobrecida Estonia, Lilja aceptaba la propuesta de su novio Andrei que le ofrecía un futuro mejor en Suecia cuando, en realidad, sólo le esperaba el humillante submundo de la prostitución. ¿Cuántas veces no hemos oído, visto o escuchado la misma historia real en cualquiera de nuestras ciudades? Tatiana es otra de esas muchachas que buscaban cumplir sus sueños en Europa y se encontraron con una desgarradora pesadilla. Las promesas hechas en el Este no son más que engaños.

Lo que Anna destapa para el espectador es todo un entramado de sangrientos ajustes de cuentas, muchachas abocadas a prostíbulos de tres al cuarto (entre ellas la misma Tatiana), traiciones y un Londres gris y frío que se prepara (paradójicamente) para las fiestas navideñas.

De carácter más londinense que ruso, Anna entrará en conflicto con su tío Stepan que dice haber trabajado para la KGB, que vive anclado en el pasado y que conoce el riesgo que supone enfrentarse a la hermandad de los Vory V Zakone a la que Semyon y Kirill pertenecen.

Promesas del este (4) por ti.

El críptico Nikolai aparecerá como contrapunto del neurótico y reprimido Kirill que salvaguarda su honor de macho ruso (cuando en realidad sigue escondido en su “armario”) a golpe de asesinato y que se debate entre los celos y el deseo que le despierta su chófer. Este último nos deparará un sorpresa casi al final de la cinta que nos permitirá entender el porqué de algunos de sus actos “humanitarios”.

Rodada utilizando una fotografía en la que los colores neutros y oscuros predominan (si exceptuamos el rojo de la sangre), “Promesas del Este” nos muestra amplificada la sordidez de ese reducto de criminales. El restaurante de Semyon de una asfixiante y barroca decoración, también incidirá en este aspecto e, incluso, transmitirá una idea de atmósfera claustrofóbica y cerrada como lo es la pertenencia a esas bandas de las que es casi imposible escapar como no sea con los pies por delante. En este sentido es sumamente reveladora la ceremonia en la que Nikolai pasa a formar parte de los Vory V Zakone y recibe esas estrellas tatuadas en sus rodillas que significan que nunca deberá arrodillarse ante nadie.

Para reforzar el salvaje modus vivendi mafioso, Cronenberg no escatima esfuerzos a la hora de presentarnos descarnadas escenas: los brutales asesinatos en la barbería y en el cementerio, cómo Nikolai de deshace de un cadáver del que borra cualquier pista sobre su identidad, el prostíbulo en el que Kirill incita a Nikolai para que se “tire” a una de las prostitutas o el sanguinario ataque que este último sufre en una sauna a manos de dos sicarios.

Promesas del este (2) por ti.

Cuatro son los intérpretes sobre los que recae todo el peso de la narración. Viggo Mortensen está espléndido como supuesto chófer-mercenario mientras que Armin Mueller-Stahl vuelve a demostrar que los papeles de abuelete agradable que esconde otra cara mucho más tenebrosa le van como anillo al dedo. Vincent Cassel resuelve de forma convincente su cometido y ese leve histrionismo que transmite a su personaje es el idóneo para encarnar al visceral Kirill. Naomi Watts es harina de otro costal y no llega a traspasar la pantalla a pesar de que Anna sea la única que demuestra su sensibilidad y humanidad entre tanto horror.

La magnífica BSO (nominada a un Globo de Oro) de Howard Shore (habitual compositor en buena parte de la filmografía de David Cronenberg y conocido, por ser el responsable, entre otras, de las bandas sonoras de “El silencio de los corderos”, “Philadelphia”, “Seven”, “Gangs of New York, la trilogía de “El señor de los anillos”, “El aviador” o “Infiltrados”) acompaña de manera perfecta el tremendo drama representado en imágenes a través de una melodía con reminiscencias rusas que huye de estridencias innecesarias.

Los dos únicos puntos débiles que podrían achacársele a la cinta de Cronenberg son, por un lado, ese final endulzado en el que triunfa el bien por encima del mal y que queda explicitado por esa escena en la que la primavera (y el vestido floreado de Anna) contrasta con el anterior frío del invierno londinense (por más que en el restaurante de Semyon sigue reinando la oscuridad reflejada en el negro traje de Nikolai) y, por otro, la errónea decisión de que los mafiosos hablen (entre ellos) más en inglés que en ruso cuando queda patente desde el principio el recalcitrante acento que todos ellos poseen.

Sin embargo, en el primer caso, Tatiana muere cuatro días antes de la Navidad y, según dicen, esas fechas son propicias para que los sueños que hagan realidad. Si tomamos “Promesas del Este” como un atípico cuento de Navidad ese final sería el más adecuado, un cuento de Navidad que reivindico desde aquí como una de las mejores películas del pasado 2007.

 

Para ver la ficha de la película, pincha aquí

 

Briony  

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  1. #1 por Mr. Lombreeze el 2 noviembre, 2008 - 21:32

    Cronenberg me parece un director sobrevaloradísimo. Sus películas anteriores a su «Historia de violencia» y «Promesas del Este» son detestables.
    Con estas dos últimas se ha redimido a mis ojos, pero sigue sin fascinarme.
    «Promesas del Este» es una peli correcta, aunque previsible. Viggo Mortensen es lo mejor de la cinta.

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