Los momentos que mejor recuerdas siempre suceden en un lugar común el día menos pensado. Cuando menos te lo esperas conectas con alguien y habitualmente no es el momento adecuado ni estás preparado para ello. El problema surge cuando entre esa persona y tú sumáis cuatro. La mayoría de las grandes historias de amor del cine son infidelidades.
El grandilocuente David Lean, antes de descubrir el Technicolor y las historias más grandes que la vida misma, nos legó esta adaptación de la breve obra de teatro de Noel Coward «Still Life». La obra original duraba una escasa media hora y transcurría en un único acto, pues en realidad era un episodio dentro de una representación más larga. Todo sucedía en un único escenario, la cafetería de una estación de trenes de cercanías en la Inglaterra de los años 30. Lean le añade más escenarios y momentos memorables, la expande a más del doble de duración, y la traslada a la deprimida Inglaterra posterior a los blitz de la Segunda Guerra Mundial. Nos deja para siempre la imagen romántica de las estaciones de noche entre el vapor de los trenes.
Cuando me enfrenté a la historia por primera vez fue con la expectativa de presenciar una historia bien contada pero plagada de tópicos y lastrada por el puritanismo de la época. Un producto muy dirigido a un público objetivo muy concreto, como «Mensaje en una Botella» u otras películas por el estilo. No esperaba que llegase a la verosimilitud y sinceridad de sentimientos de, por ejemplo, «Los Puentes de Madison». Sin embargo me encontré con una historia que podría haber sucedido ayer mismo en el tren que cojo para ir a trabajar todos los días. Los diálogos y las miradas, esa voz en off que hilvana los pensamientos, las dudas, ciertos momentos que sorprenden (sobre todo a la protagonista), todo perfectamente reconocible si alguna vez te has enamorado (¿acaso no eres humano?), tal vez únicamente lastrados por el lenguaje de la época y por la traducción al español en la versión doblada.
Celia Johnson nos conduce por algunos de los momentos más preciosos en la vida de su personaje componiendo una Laura creíble y realista, tremendamente humana. De igual manera Trevor Howard puede empezar pareciéndonos el típico galán con un punto de presunción, pero según su personaje se va implicando va descendiendo al nivel del resto de los mortales. Gran parte del mérito es del guión, por supuesto, pero también lo es de su aspecto de gente corriente. Un punto a tener en cuenta es que la historia sólo se nos muestre desde uno de los lados, de una manera totalmente subjetiva y omnisciente, lo que hace que termines identificándote y comprendiendo cada vez más y mejor a Laura. Otro de sus aciertos narrativos es su comienzo, que en realidad es el final de la historia y que nos será desgranado de manera circular para que podamos entender el comportamiento de sus personajes en ese momento.
El lenguaje visual empleado es rico de matices a pesar de ser en blanco y negro. Sabe conjugar bien el día y la noche para los distintos estados de ánimo. Los mismos tres decorados se repiten una y otra vez, pero la historia nos hace verlos distintos en cada ocasión, como la vida misma. Que muchas de las escenas importantes sucedan a plena luz del día o en lugares muy transitados nos transmite esa inocencia o ternura de la historia, mientras que los pasajes más polémicos y espinosos suceden de noche, incluyendo el monólogo mental de Laura con su marido. Además en la historia principal nos van mezclando la otoñal historia de la dueña de la cafetería y la inocencia de la de la camarera, sumando tres maneras de entender las relaciones.
El Concierto para Piano Número Dos de Sergei Rachmaninoff es la romántica nota musical que nos acompaña. Este gran compositor y pianista huido de su Rusia natal, sin haber compuesto nunca música para la banda sonora de película alguna, nos ha enamorado en cantidad de ellas sobre todo con este gran Concierto Número Dos (que hasta ha admitido versiones contemporáneas cantadas por Celine Dion o Luis Miguel), pero más veces con la más reconocible Rapsodia Sobre un Tema de Paganini. Seguro que la Rapsodia la has escuchado alguna que otra vez, tal vez «En Algún Lugar del Tiempo» (1980). Gracias a películas como ésta han quedado como temas románticos por excelencia de la Historia del Cine.
Una muy cercana historia de personas más que de amor, que a buen seguro inspiró los hilos argumentales de las más modernas «Antes del Amanecer/Atardecer» (el «Breve Encuentro» de la generación X), «Once» o los anteriormente mencionados «Puentes«. Muy recomendable, si es que queremos evitar la palabra imprescindible.
Te hará preguntarte más de una vez que habrías hecho tú en una situación similar.
#1 por Snake el 26 agosto, 2008 - 20:11
Pues me has abierto el «apetito» de ver esta película. Me ha gustado sobre todo las primeras frases que abren tu post.
#2 por Swanson el 27 agosto, 2008 - 02:34
«Íncale el diente Snake». Te garantizo que no te arrepentirás de haberla visto.
Maravillosa película, que retratas magníficamente en esta reseña, Phibes, y cuyo argumento puede estar sucediendo ahora mismo en cualquier lugar del mundo.
Perfecta Celia Johnson.
#3 por redrumum el 27 agosto, 2008 - 13:36
Maravilloso film. Desde que lo ví, las estaciones me parecen otra cosa. Y encima una BSO de altura.
Y poco casual que los grandes momentos en la vida son trenes que sólo pasan una vez.
¡1 saludo!
#4 por Phibes el 27 agosto, 2008 - 14:38
@Snake
Es que es esas primeras frases son las que a mi me transmiten la película. El monólogo silencioso que mantiene Laura en su pensamiento con su marido demuestra lo inesperado e incontrolable de la situación para ella, a pesar de lo que le quiere tanto a él como a sus hijos.
Y así, de repente, no se me ocurre ninguna película de las que llamamos románticas en la que los protagonistas sean novios de toda la vida, que se casan, tienen hijos y viven felices juntos hasta el fin de sus días. Es cine y el cine está para poder dar salida a nuestras fantasías…
¿No?
#5 por redrumum el 27 agosto, 2008 - 14:59
hmmm… Supongo que como se supone que el amor es renuncia, sacrificio, etc. te plantean una vida anterior que debes dejar atrás para irte con el galán/churri de turno.
En todo caso, así que recuerde, Cuando un hombre ama a una mujer sí era (alcoholismo aparte) de una pareja que no se separa.
De hecho, la mayoría de éstos films coincide en que por un lado, si se van con el galán renunciando a todo, nunca se nos muestra si eso acaba bien hasta el fin de los días. Y por otro lado, se tiende a optar por la renuncia, con el «pudo ser y no será», que para algo son dramas.
Igualmente encantado de ver que ciertas joyas siguen vivas en una blogosfera de memoria reciente. Y como comentas, el gran valor de situar el film en escenarios reales, donde el romanticismo lo da la historia, no la pirotecnia.
¡1 saludo!
#6 por ROSA VICTORIA VÉRTIZ DE CHIURLIZA el 21 septiembre, 2008 - 10:24
«breve encuentro» aún no la ví pero debe ser un deleite al amor puro y tierno, he visto infinidad de films extraordinarios que dejan entrever la exquisites de todo lo perfecto, segura estoy que si dejaran de dar las películas actuales el mundo no sería tan perverso cómo es ahora.
antiguamente todo era pura himaginación en el amor de una pareja, ahora y por lo general son pornográficas y vacias.
Antes eran bellas, las de acción igual, puesto que había amor sin pornografía y reitero, mientras sigan filmando aberraciones, la niñez perderá la inocencia, puesto que con la TV. y el internet ya no hay nada oculto para ellos.
un film actual «ghos» fué muy bonita y tierna, me gusto mucho, tenía de todo, pero sin inmoralidades.
ahora todo es muy diferente, hasta las novelas no son lo de antes, felicito el hecho de poder ver films de esa calidez humana, mañana mismo voy a tratar de buscar ese film «breve encuentro» ya qué me la han recomendado.
gracias ah este medió se puede encntrar grandes cosas para
vivirlas de una manera felíz y razonable.
gracias.
#7 por Phibes el 21 septiembre, 2008 - 20:35
¿»Ghos», la del «fanasma»? 🙂
Tienes razón, Rosa, en que resulta difícil encontrar buenas historias entre todo lo que la actualidad nos ofrece, pero siempre ha sido así. Piensa que de los miles y miles de títulos que debe de haber en la historia del cine, al final siempre hablamos de unas pocas decenas de ellos.
«Breve encuentro», tal y como la describes, a pesar de tratar sobre una infidelidad es la historia de un amor puro y tierno. Y, lo más importante, resulta creíble y veraz.
#8 por Snake el 21 septiembre, 2008 - 20:59
*Phibes. «Ghost» tiene momentos memorables. Uno de ellos es poder ver a Patrick Swayze con la misma cara durante toda la película. Es dificilísimo hacer eso (sobre todo cuando tienes que demostrar algún tipo de emoción).
#9 por Phibes el 21 septiembre, 2008 - 21:19
@Snake: XD
Ten en cuenta que aunque en la película le venos darse el lote con Demmi, es con Whoopy con quien se lo da. Y él ya lo sabía de antemano pues ya se había leído el guión…
#10 por Snake el 21 septiembre, 2008 - 21:51
Es que hay películas Phibes…
Yo siempre que veo «Pretty Woman» me entra la risa. Alguien se llegó a creer a Julia Roberts como prostituta. Pero como prostituta de la calle. Parecía cualquier otra cosa menos eso. Pero en fin, una película de Hollywood suele tener esas cosas en algunas ocasiones.