Se suele mencionar esta película como el primer intento por parte de una «major» (el león de la Metro-Goldwyn-Mayer, nada más y nada menos) por hacer un producto de serie «A» de ciencia ficción. No creo que sea cierto, pues de dos años antes tenemos «La Mujer y el Monstruo» («Creature from the Black Lagoon», 1954) cuyo éxito propició una secuela, y justo del año anterior es «Esta Isla La Tierra» («This Island Earth», 1955), ambas de otra «major», la Universal International Pictures y sus Universal Monsters.
Para la primera utilizó sus recursos de diseño para crear el traje de buzo más reconocible de la historia del cine y en la segunda exploró los efectos especiales de fotografía en Cinemascope y Technicolor. En mi opinión la MGM vio la oportunidad de negocio que le estaba quitando la UIP y los aficionados a la ciencia ficción tuvimos la suerte de tener una de las primeras películas en la que no se nos trata como meros consumidores de efectos especiales con acné.
Empecemos por la historia, que está firmada (aunque no acreditada) por el gran William Shakespeare. La historia no es otra que la de la obra de teatro «La Tempestad» (obra de teatro de 1611) trasladada a las profundidades del espacio sideral, lo que me reafirma en mi creencia de que la ciencia ficción es un medio y no un fin en si mismo, que nos permite hacer verosímil una historia de valores universales si cambiamos los poderes mágicos del original por una tecnología lo suficientemente avanzada. Pero no sólo a Clarke, sino que además los guionistas habían leído a Asimov y nos introducen las tres leyes de la robótica de una manera ejemplar.
En un intento por dotar de más verosimilitud a su historia, nos hacen un breve repaso de la historia de la astronáutica humana, aunque se curan en salud con las fechas pues los primeros cohetes (también debían de haber leído a Bradbury) llegan a la luna en las últimas décadas del siglo XXI. El descubrimiento de la hypervelocidad, la federación de Planetas Unidos, la matrícula C-57D de la nave, la organización militar de la misma, la tecnología de los monitores y visores, … ¡estamos viendo el episodio piloto de Star Trek diez años antes de su estreno! Aquí está todo: los científicos locos, los monstruos de energía, los extraterrestres súper inteligentes, asalto de planetas, civilizaciones olvidadas, los rayos electrónicos, los campos de fuerza, citas de Shakesperare, el ligón del capitán, …
Así pues tenemos una historia a la altura de los grandes, lo cual ya justifica el visionado de una película. Pero recordemos que estamos hablando de ciencia ficción, y ¿qué es de la ciencia ficción sin los efectos especiales?
Pues si la Universal tenía su monstruo de la Laguna Negra, la MGM se sacó de la manga a Robby el Robot, que por méritos propios se ha convertido en un icono del cine. El diseño de Robert A. Kinoshita (un diseñador industrial de ascendencia japonesa) es claramente reconocible, y no sólo tuvo posteriores papeles estelares, sino que sus cameos salpican el cine y los comics de ciencia ficción hasta nuestros días (a la mente me vienen «La Guerra de las Galaxias» y «Gummn / Battle Angel»).
Luego vienen los decorados, esos paisajes imposibles, construcciones mastodónticas, viajes por el espacio profundo. Normalmente resueltos con pinturas mate y miniaturas, y ¡por fin! la relación de escalas y los colores entre los decorados a escala natural y los efectos especiales no chirría. Vemos un maravilloso eclipse, un cielo con dos lunas, una ciudad subterránea de imposibles corredores…
Ahora estamos acostumbrados a los diseños de producción exactos hasta la extenuación, pero hay que recordar que «Plan 9» es de aquella época (1959, tres años posterior encima), y la que está considerada como el paradigma de la perfección en efectos especiales, «2001: Una Odisea del Espacio», no se estrenaría hasta 1968 (doce años más tarde).
Si a eso unimos que los efectos de animación vienen de la mano de Walt Disney (el cual ya tenía experiencia en los efectos especiales con «20000 Leguas de Viaje Submarino»), que cedió con cortesía a varios de sus animadores para su creación, ya estamos empezando a tener el producto perfecto. Estuvo nominada ese año pero no ganó el Oscar a los efectos especiales porque le tocó competir con «Los Diez Mandamientos», y la separación de las aguas se lo merecía en la conservadora y religiosa Norteamérica. Pero, una vez más, que la representación visual del monstruo, las huellas que deja en la arena y el molde de yeso de las mismas, sean consecuentes los unos con los otros ya nos dan una idea del esfuerzo de producción y de la colaboración entre los miembros del equipo que dio lugar a una cinta mimada y cuidada. Cuidado y mimo que por parte de la productora no se debió de tener tan en cuenta, pues existen rumores de que en los pases previos el público quedó tan entusiasmado que se decidió a estrenar una versión preliminar de la cinta en al que ciertos diálogos quedaban recortados.
Una delicia para los sentidos (porque alguien habrá que aprecie los sonidos electrónicos de su banda sonora, digo yo) que harán que si no lo has hecho antes te enamores de la ciencia ficción clásica.
Y, ándate con ojo, que posiblemente acabes convertido en un trekkie…
#1 por Swanson el 10 agosto, 2008 - 02:02
Mítico film el que has elegido para tu incorporación en Tierra, Phibes.
Y excelente tu reseña sobre está película, que como tu bien dices, ejerció una influencia decisiva en el cine de ciencia ficción posterior.
Bienvenido.
#2 por Karelia el 10 agosto, 2008 - 02:03
Un post interesantísimo Phibes, es más me la apunto para verla, porque esta si que no la he visto y suena bastante bien.
#3 por Snake el 10 agosto, 2008 - 02:09
Un clásico entre clásicos. Seguro que hacen un remake (o igual ha salido la noticia y yo ni me he enterado) en un futuro.
Muy bueno tu análisis Phibes. Espero que nos ofrezcas más reseñas de películas clásicas. No sólo de novedades vive el cinéfilo.
#4 por Phibes el 10 agosto, 2008 - 02:22
Swanson: Muchas gracias por la bienvenida. Espero que las demás reseñas sean también de vuestro agrado.
Karelia: Es cine palomitero, pero de 1951. Creo que te va a gustar.
Snake: Cuando una película todavía no se ha visto, siempre será una novedad para el cinéfilo.
#5 por Snake el 10 agosto, 2008 - 02:27
Cierto Phibes, muy cierto. Tenía que haber dicho «blockbusters insustanciales y olvidables en un período máximo de dos días»
#6 por carlos el 10 agosto, 2008 - 08:50
Creo que injustamente has obviado un elemento que para cualquier «friqui» de la ciencia ficción es importante. Aquí tenemos una de las primeras «chicas cifi» notable. Porque la mezcla de ingenuidad y erotismo de Anne Francis interpretando a la hija de Morbius es notable. No será lo mejor interpretativamente hablando, pero sí notable.
#7 por Marco C. el 10 agosto, 2008 - 09:28
Este blog es genial…
Llegué de casualidad, pero a partir de hoy se convertirá en uno de mis blogs de cabecera.
#8 por Phibes el 10 agosto, 2008 - 12:20
@Carlos
Altaira: [swiming in a pool] Come on in.
Commander John J. Adams: I didn’t bring a bathing suit.
Altaira: What’s a bathing suit?
Commander John J. Adams: [quickly turning his back] Oh, murder!
🙂
#9 por Swanson el 10 agosto, 2008 - 17:55
Carlos: Gracias por tu visita, y por las futuras que nos hagas. Esperamos que siempre las disfrutes.
#10 por aguilar el 11 agosto, 2008 - 11:12
Vi esta película hace muchísimos años, durante mi etapa de adolescente ávido de nuevas experiencias cinematográficas… ¡y me encantó!
Es una película añeja, pero conserva ese encanto que tantas películas clásicas no pierden pese al peso de las décadas.
Entretenida, sorprendente y ante todo, muy digna.
Intentaré volver a visionarla en breve: merece la pena.