El pico de las viudas – Ágil y atractiva comedia

El cine inglés que nos llega, tiene casi siempre la cualidad de dejarnos un buen sabor de boca, e igual da que la película que hayamos visto sea de época, o ambientada en nuestros días.

“El pico de las viudas” («Widow´Peak»), se puede asociar al primer grupo, y es una comedia que combina un excelente guión, con una buena dirección y unas interpretaciones de gran altura.

Rodada en 1993, y dirigida por John Irvin (“La colina de la hamburguesa”, 1987, “Con su propia ley”, 1989, “El despertar del amor”, 2005), nos sitúa en la Irlanda de los años 20, concretamente en un pueblecito llamado Kilshanon, en donde sobre una colina, se levantan las casas de un grupo de mujeres viudas que viven de las suculentas rentas que les dejaron sus difuntos maridos.

Su principal pasatiempo es estar al tanto de la vida y milagros de los habitantes de Kilshanon, y desde el “Pico de las viudas”, (como llaman a la colina en el pueblo), influyen en la vida de sus habitantes.

Su dirigente es la señora Counihan (Joan Plowright), mujer de mediana edad, de fuerte carácter, viuda en dos ocasiones, y que trata a su único hijo, Godfrey (Adrian Dunbar), un treintañero soltero y sin compromiso, como si fuera todavía un niño.

La señora Counihan, tiene a su lado a una mujer de confianza, de aspecto masculino, que se encarga de conducir su coche para trasladarla al pueblo, y la pone al corriente de los chismorreos que acontecen en el lugar.

La última novedad es la incipiente relación entre el dentista del pueblo (Jim Broadbent), y una todavía joven mujer, Katherine O’Hare (Mia Farrow), que la dama admite en su grupo de viudas, aunque nunca ha estado casada, ni ha enviudado, ni disfruta de su posición económica, y en cuya relación se adivina un fuerte dominio por parte de la señora Counihan.

La llegada de otra viuda, joven y atractiva (Natasha Richardson), que dice serlo de un oficial condecorado y muerto en combate, que conduce su propio coche y se desenvuelve con desparpajo, impacta en el grupo protagonista, sobre todo en el hijo de la señora Counihan, que se enamora de ella, y en la señorita O’Hare, que se muestra antagónica hacia su persona desde el primer momento.

Esa es la presentación o el aperitivo de la película, que conforme avanza, va reuniendo todos los elementos costumbristas del momento en el que se ambienta. Y es esa ambientación, cuidada al detalle, uno de los muchos atractivos de este film.

Los diálogos, frescos y sueltos, te mantienen en constante atención, y aunque no van dirigidos a forzarte una risa, (ni tan siquiera una sonrisa), su ritmo ágil, de comedia, te va atrapando en sus redes.

Es una gozada ver el duelo interpretativo que se establece entre las tres actrices protagonistas.

La veterana Joan Plowright (viuda de Lawrence Olivier), curtida en el teatro, en la piel de la chismosa y manipuladora señora Counihan, nos ofrece todo un recital interpretativo. No por debajo de su altura están Mia Farrow y Natasha Richardson. La primera, desprendiendo ese encanto y naturalidad tan peculiar en ella, y la segunda, invadiendo la pantalla, y cautivando en cada escena en la que aparece.

Y destacaría también la interpretación de Jim Broadbent, genial en su personaje del dentista.

Un film pues, lleno de atractivos, que te hace pasar un buen rato, y te deja, como ya he dicho arriba, un buen sabor de boca.

Si no la habéis visto, y tenéis oportunidad de hacerlo, disfrutaráis con ella.

Para ver la ficha de la película, pinchad aquí

Swanson 

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  1. Natasha Richardson falleció el miércoles, tras sufrir un accidente el pasado lunes « TIERRA DE CINÉFAGOS

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