Nació un 13 de noviembre de 1938 en Marshalltown, en el estado de Iowa (U.S.A.). Descendía de una familia de emigrantes suecos, y muy poco se sabe de cómo se desarrolló su infancia y adolescencia.
En 1957, cuando estudiaba en la universidad de Iowa, fue elegida entre miles de aspirantes, para interpretar el papel de Juana de Arco, en “Santa Juana”, que sería dirigida por Otto Preminger.
Su interpretación del personaje de la Santa, causó controversias, que motivaron comentarios adversos de los sectores cristianos estadounidenses mas fundamentalistas, y favorables, de los más progresistas.
Al año siguiente, Preminger la reclama de nuevo para protagonizar la adaptación al cine de la novela más en boga de aquel momento: “Buenos días tristeza”, de la autora francesa Françoise Sagan.
El personaje que interpretará aquí Jean Seberg, estaba concebido en principio para serlo por Audrey Herpburn. Nunca sabremos como lo hubiera desarrollado la Herpburn, pero ella lo encarnó de forma tan convincente que consiguió poner a la crítica de su parte, pasando a ser con tan sólo dos películas, una actriz reconocida.
En Francia, donde se le había valorado enormemente su interpretación de “Cecille”, la protagonista, fue reclamada por Jean-Luc Godard, para interpretar su ópera prima, “Al final de la escapada” (1959), en donde tendría como compañero a Jean Paul Belmondo.
Este film tambien le aportó fama y reconocimiento por parte de la crítica europea.
Se convierte así en la chica de moda, y en un referente para las jovencitas, que imitan su pelo corto a lo garçon, y su forma de vestir. Los chicos sueñan con ese nuevo tipo de mujer, y las revistas utilizan su imagen en portada para aumentar sus ventas.
Su carrera en cambió, no tiene la continuada calidad que se esperaba en un principio de ella, y sus interpretaciones posteriores son en pequeños papeles, y en coproducciones de bajo presupuesto. Esta constante se mantendrá hasta 1964, cuando protagoniza junto a Warren Beaty (otro joven, atractivo, y prometedor actor), la que sería la última película de Robert Rossen, una de las víctimas de la tristemente famosa “caza de brujas” de la época McCarthy (“Mambo”-1955, “El buscavidas”-1961), “Lilith”.
La historia, que se desarrolla en un hospital para enfermos mentales, contiene una gran carga psicológica, y el papel de Jean Seberg en el film, era muy complejo, (encarnaba a una muchacha esquizofrénica) aunque se volcó en el para sacarlo adelante.
A caballo entre Europa y Estados Unidos, participa posteriormente en varios films que siguen sin aportar ningún lucimiento a su carrera, hasta que es reclamada por el veterano Joshua Logan (“Bus Stop”, con la mítica M. Monroe), para compartir protagonismo con Lee Marvin y Clint Eastwood, en la película “La leyenda de la ciudad sin nombre” (1969).
El éxito que obtuvo este westerm musical (en el que ella interpretaba sus canciones sin doblaje), pareció que podía encaminar nuevamente la carrera de Jean Seberg hacía una mejora en los papeles que se le ofrecieran, pero no fue ese el resultado, y aunque al año siguiente participara en la coral “Aeropuerto”, el resto de su filmografía lo componen discretas producciones, y de poco lucimiento artístico. Como ejemplo serviría la que rodó a las órdenes de un irreconocible Juan Antonio Bardem en españa: “La corrupción de Chris Miller” (1973), en la que interpretaba a la madre de la ex-niña prodigio de nuestro cine español, Marisol, (existía entre ellas una diferencia de edad de poco más de nueve años) reciclada ahora como objeto erótico como mandaban los cánones del momento (no es de extrañar que acabara harta del mundo del cine y se retirara honrosamente poco tiempo después).
Era una historia en la que madre e hija intercambian sus ligues, al tiempo que mantienen entre ellas una relación que podría interpretarse como de incestuosa. Un verdadero bodrio de entre los muchos que se ofertaban entonces como producto nacional en las carteleras españolas en plena “moda del destape”, devenido por la relajación de la hasta hacía pocos años, rígida censura.
Sus trabajos posteriores, tampoco tuvieron ninguna relevancia, excepto que marcaron su declive como estrella, al mismo tiempo que también declinaba su vida. Una vida problemática y controvertida.
Si las especulaciones sobre su vida personal fueron muchas mientras vivía, años después de su muerte, la publicación de un libro, escrito por uno de sus amantes, el novelista mexicano Carlos Fuentes, titulado “Diana o la cazadora solitaria”, que pasa por ser lo más cercano a la biografía real de la actriz, y en la que se narran aparte de sus relaciones con el escritor, otros episodios de su vida privada, dio una nueva perspectiva sobre como era Jean Seberg.
Fuentes, que en la novela le cambia el nombre por el de Diana Soren, la describe como una mujer muy activa sexualmente, que aún estando casada, buscaba en las tabernas relaciones con otros hombres, y consumidora habitual de drogas y alcohol.
Comprometida con el movimiento hippie, con los derechos humanos, pero también, debido a sus ideas políticas cercanas a la ultra-izquierda norteamericana, relacionada con un supuesto grupo terrorista llamado “Los panteras negras”.
Su relación con ese grupo la llevó a ser investigada por el FBI para determinar hasta que punto llegaba su compromiso con ellos.
Corrió también por aquella época, el rumor de que había quedado embarazada del líder de “Los panteras negras”. Fuera o no cierto, su hijo no llegó a nacer. Las fuertes presiones a las que se vió sometida a causa de la investigación del FBI, y su consumo reiterado de estupefacientes, hicieron que el bebé naciera muerto (en algunas biografías se dice que vivió dos o tres días).
Sobre este hecho corren diversas versiones, que supongo fueron las que circularon por los mentideros de Hollywood en su día. Una de ella, carga las tintas en la parte trágica de esa frustrada maternidad.
Según esa versión, Jean Seberg fotografió más de un centenar de veces el cadáver del bebé, y cada año, desde esa fecha (ocurrió en 1971), intentaba suicidarse sistemáticamente ese mismo día, hasta que por fin lo consiguió en 1979.
Fuera esto real o no, si que su inestabilidad emocional parece que la llevó a intentar el suicidio en diversas ocasiones, aunque no fuera exactamente en esa fecha.
Hace un tiempo salió a la luz una relación (no confirmada por ellos en vida) con el desaparecido director Ricardo Franco (sobrino de Jesús Franco), y que parece motivó años después el guión de “Lágrimas negras” (1998), la que sería su póstuma película, ya que falleció de un infarto, a los 49 años, sin haber llegado a terminarla.
Parece que Franco quiso reflejar en esa historia sus turbulentos amores con la actriz a mediados de los años 70. Una historia que habla de dependencias, de dolor, depresión y locura.
Y si es cierto lo que cuentan sus biógrafos la locura le estuvo rondando hasta su muerte.
Se dice que pasaba por etapas en las que sólo quería alimentarse de comida para perros, o en ocasiones se la veía salir de desnuda de baños públicos.
Jean Seberg, de la que muchos que la conocieron han dicho que era una mujer vulnerable, con una rica vida interior, pero totalmente desestabilizada, murió por una sobredosis de barbitúricos, el 8 de septiembre de 1979.
Fue encontrada después de haber permanecido desaparecida durante varios días, en el interior de un Renault, cerca de un vertedero de basuras en las afueras de parís. Se encontró a su lado una nota de suicidio.
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Swanson